Cádiz CF

Aitor García y su medio corazón amarillo

  • El extremo onubense, cedido en el Rayo Majadahonda, destapa sus sentimientos: "Me siento un jugador querido por la afición del Cádiz"

Aitor dibuja con sus manos un corazón después de anotar un gol con el Rayo Majadahonda.

Aitor dibuja con sus manos un corazón después de anotar un gol con el Rayo Majadahonda.

El papel de Aitor García quedará ensombrecido en el partido del domingo porque el ahora jugador del Rayo Majadahonda no se podrá enfrentar a su ex equipo por la conocida como ‘cláusula del miedo’. Es el precio de una cesión efectuada el pasado verano y que esta jornada le castiga.

El futbolista onubense habla abiertamente de lo que vive en tierras madrileñas, de lo que ha supuesto dar un cambio a su vida profesional y de lo que, por el momento, ha dejado en Cádiz. “Mi comienzo en el Rayo ha sido muy bueno, creo que el mejor desde que llevo dedicándome al fútbol. Ha sido, con diferencia, el mejor y espero seguir así, aportando al equipo lo mismo e incluso más”, apunta a los medios oficiales de su actual equipo.

Aitor viene de un vestuario, el del Carranza, en el que todos iban a una. Y se ha encontrado algo similar en el conjunto del Cerro del Espino. “Tenemos un vestuario muy bueno, con gente de todas las edades. El ambiente es muy sano. Cuando vine, lo hice con la expectativa de jugar, y hasta ahora se está cumpliendo. Quería mejorar y seguir creciendo; el objetivo personal lo estoy cumpliendo”, advierte con orgullo.

Hasta el momento, inmerso en el tramo final de la primera vuelta, ha participado en todos los encuentros de Liga y acumula cuatro goles que le sitúan, junto a su compañero Iza Carcelén, como uno de los máximos realizadores del equipo. La versión de Aitor está convenciendo al técnico, un Antonio Iriondo que está encantado con el onubense, pero Aitor lo tiene claro: “No soy conformista y espero mejorar y aprende aún más, que es de lo que se trata cada día”. Ese papel destacado del extremo no pasa desapercibido por la modesta masa social del Rayo Majadahonda, que reconoce en cada encuentro lo mucho y bien que viene haciendo las cosas el ex cadista. “Que la afición te aplauda o coree tu nombre es algo que se gana con el trabajo diario, con ese esfuerzo que debes poner en todo”, añadiendo en este sentido que “hay otros compañeros que también pasan por lo mismo porque al final esto es un trabajo colectivo”.

Mira al pasado más reciente y sus ojos apuntan al Ramón de Carranza, donde acumula dos campañas de amarillo con diferente sabor de boca. “Siempre tuve el apoyo de la afición del Cádiz. Hasta el año pasado, cuando no me salían las cosas, lo seguía teniendo. Puedo decir que me siento un jugador querido por la afición del Cádiz”, argumenta sin tener muy claro cuál es el motivo por el que ha caído en gracia. “No sé si es el trabajo, no sé qué tengo pero al final es cierto que trato de llenar a todo el mundo de positividad con el deseo de que todo vaya bien. La idea es siempre dar lo mejor de mí dentro del campo”. A colación de este aspecto, se puede dar el caso de que por su carácter le comparen con el bético Joaquín. “Ojalá llegara a lo de Joaquín”, dice antes de añadir que “trato de ser simpático y agradable, y que la gente me vea con cierto carisma dentro y fuera del campo”.

Lo del domingo le lleva a tener un sentimiento extraño por lo que podría ser y será imposible que suceda esta campaña: jugar en el Ramón de Carranza. “Hubiera sido el partido más bonito o de los más bonitos de toda la temporada. Enfrentarme al equipo que me tiene aquí cedido. Pero al final ya sabemos que estas cosas pasan y que no podemos hacer nada. No podré jugar pero estará en la grada viendo el partido”, dice al referirse a la ‘cláusula del miedo’, de la que él ahora es víctima y que le impide estar con el Majadahonda jugando en Carranza salvo que la entidad abonara una cantidad de dinero posiblemente prohibitiva para sus modestas arcas.

La buena marcha del Majadahonda siendo un recién ascendido que presenta enormes limitaciones económicas la explicó en los siguientes términos: “Estamos bien, en una línea ascendente. Vamos semana a semana y lo próximo es intentar ganar el partido de Cádiz. Veo al equipo como siempre al margen del que juegue”. El sello del conjunto de Iriondo se mantiene con unas bajas u otras.

La fama de excelente lanzador de media y larga distancia acompaña a Aitor también en la etapa rayista. “El secreto es tirar a puerta; por eso entran más, Disparo muchas veces con una pierna u otra aunque soy diestro”, momento en el que desvela un secreto que le ha hecho mejorar con la izquierda, su pierna menos buena. “Mi padre me ponía a pegarle al balón con la izquierda, una y otra vez. Lo de ahora se lo debo a él”, recalca entre el orgullo y la emoción.

Un guiño a los ex compañeros para cerrar su entrevista. “Del Cádiz echo de menos a ese vestuario. Tengo una relación muy buena con Álex, Carrillo y muchos compañeros que dejé allí. Pero el fútbol sigue y se hacen nuevas amistades a través de nuevos compañeros. También veo a mis padres dos veces cada cinco meses y es duro. Pero sabemos a lo que nos dedicamos y el precio que debemos pagar”.

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