Una tertulia recreada con arte
La UCA inicia el ciclo 'Tertulias que hacen historia' con un concierto del Quinteto Hispano Ruso y una animada charla sobre la música y el teatro del Cádiz de las Cortes · Al acto asiste un centenar de personas
Silencio, que habla la música. Silencio, que son minutos de deleite, de ensoñación. Que la melódica voz que con sus violines, viola, cello y contrabajo crea el Quinteto Hispano Ruso nos invita a trasladarnos al siglo XIX, a ese Cádiz de las Cortes en el que la música, el teatro y, en general, la cultura constituían un signo de distinción de la burguesía afincada por entonces en la ciudad. Así lo recordó ayer el escritor, poeta y músico José Ramón Ripoll, en el estreno del ciclo Tertulias que hacen historia. Una iniciativa con la que la Universidad de Cádiz -en colaboración con Diario de Cádiz- se ha propuesto redescubrir y recrear esas reuniones informales que daban buena cuenta del esplendor artístico, cultural y social que existía en Cádiz doscientos años atrás.
El escenario escogido para tal recreación fue el patio principal de la actual sede del Rectorado, en la Casa de los Cinco Gremios. Un centenar de personas fue testigo de esta original y atractiva actividad en la que José Ramón Ripoll, el profesor de la UCA Alberto Romero Ferrer y el director de la coral de la UCA y del coro del Teatro Villamarta, Juan Manuel Pérez Madueño, conversaron sobre la música y el teatro en el Cádiz de las Cortes. Ello, bajo la batuta de la coordinadora del ciclo, la profesora Marieta Cantos, y tras el aplaudido prólogo musical del Quinteto de cuerda. Un prólogo hilvanado con las notas musicales de Introducción a las Siete Palabras de Cristo en la Cruz, de Joseph Haydn. Obertura de Levin du Village, de Jean Jacques Rousseau. Y dos movimientos de Música Nocturna de Madrid, de Luigi Boccherini.
"Estas piezas ilustran perfectamente la época que hoy tratamos de rememorar, y no para regodearnos en lo que fuimos o hemos dejado de ser los gaditanos, sino para tomar nota de la importancia que la música, el teatro, la pintura, las ciencias y todas las manifestaciones de la cultura tuvieron en el florecimiento de una nueva sociedad y en la conformación de la ciudadanía ante el primer reto constitucional. El arte en todas sus facetas -agregó Ripoll- fue uno de los motores que posibilitó el cambio".
El experto señaló que ante la invasión del ejército napoleónico, la música española adquirió un sello militante y defensivo, influido también por la propaganda de la Junta Central y de los propios compositores, como el malagueño Tadeo de Murguía, que incitaba a los demás músicos a "salir del letargo y escribir canciones, odas, himnos y marchas con carácter militar". De este batallón destacó nombres como Fernando Sor, Benito Pérez, Mariano Rodríguez de Ledesma y Francisco de Laiglesia Darrac. También destacó el carácter revolucionario que adoptaron las canciones de acervo popular. Y habló de la importancia, en la época, de la música escena y la música religiosa, así como de la formación primitiva del flamenco a finales del siglo XVIII.
Pérez Madueño centró su intervención en dos nombres propios muy vinculados a la capital gaditana: Mariano Rodríguez de Ledesma y Manuel García. El primero, considerado el primer músico romántico español, recaló en Cádiz empujado por la invasión francesa, y trabajó en la ciudad como profesor de canto. El compositor zaragozano cultivó en este rincón la canción patriótica, y tras su paso por estas tierras conquistó el éxito en el extranjero. Y el sevillano García encontró en Cádiz "su luz musical", proyectando su trabajo hacia la tonadilla. "El Cádiz de la época constitucional fue una ciudad musical muy importante", sintetizó el director de la coral de la UCA.
Durante la tertulia, Alberto Romero Ferrer se adentró en el mundo del teatro. Un teatro que a los gaditanos gustaba breve, cómico. Y un teatro que cerró tras la invasión de las tropas napoleónicas, pero que reabrió -por decisión de la mayoría de los diputados- el 20 de noviembre de 1811. Las razones: "Cuestiones patrióticas, cuestiones económicas y como vía de distracción para una población que vivía asediada". Fue entonces cuando el teatro pasó a convertirse "en un arma de combate, en un arma de propaganda".
Con esta afirmación concluyó la primera de las Tertulias que hacen historia. Que la hacen y que contribuyen a redescubrirla.
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