Cádiz

La 'reinauguración' de la Mirandilla

  • El colegio lasaliano abrirá mañana sus puertas presentando una profunda renovación, en una adaptación obligada por la apertura de tres clases de Infantil procedentes del extinto San Martín

José Manuel Caneda, el director, sudaba ayer la gota gorda de un lado para otro. Los profesores se afanaban en dejar todo a punto, inmersos incluso en labores de limpieza. No se les han caído los anillos para que La Salle Mirandilla abra mañana, con el inicio del curso escolar, las puertas a sus 235 alumnos. Viendo ayer el colegio manga por hombro era difícil imaginarse que vaya a estar listo para mañana. "Estará", aseguraba Caneda. Queda, prácticamente, el chasis. A la Mirandilla no la conoce ahora ni los padres que la fundaron: José Moreno de Mora y Micaela Aramburu. Además de adaptarse a las normativas en cuestión de espacios y equipamientos, el colegio lasaliano se ha adaptado a los tiempos. "Fíjese si ha cambiado que yo, en 1982, cuando entré, era la única mujer en el claustro de profesores. Ahora somos diez mujeres y tres hombres", explicaba Conchi Rubianes, la más veterana de los maestros junto a Sebastián Castro, director titular de los dos colegios de La Salle en Cádiz, Mirandilla y La Viña, unificados desde hace apenas un año. En este inusual despliegue de fuerzas tiene mucho que ver que la mayoría de los docentes tiene ADN lasaliano. Y el que no lo tiene, lo ha adquirido. Trabajan con el peso de más de un siglo de historia y tradición en un colegio que ha educado a miles de gaditanos.

El centro, con casi 120 años de historia -abrió el 25 de marzo de 1895- ha sufrido una profunda remodelación obligada por la apertura de tres clases de Educación Infantil procedentes del ya extinto colegio Pío XII-San Martín. Ahora, Mirandilla ofrece Educación Infantil y Primaria. Para poder acoger a los más pequeños fue necesario trasladar a La Viña la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). La unificación de ambos colegios facilita que un niño entre en La Salle con tres años y pueda salir con 18 después de completar el Bachillerato.

"Estamos a punto de reinaugurar", decía Caneda. No le falta razón. Cualquier antiguo alumno que se pase por el colegio estos días se quedará asombrado desde la entrada por la calle San Juan Bautista de la Salle. La puerta, con los mismos años que tiene el colegio, se jubila y será cambiada por otra. Una rampa para el acceso a minusválidos da paso al patio. Allí, junto a la cantina hay un ascensor. Cuartos de baño adaptados para los pequeños, puertas, suelos, contraincendios, techos, luminarias, internet, pizarras digitales y tablets para los alumnos de 6º de Primaria. Mínimos detalles recuerdan el colegio que fue. Apenas la campana que avisa la llegada del recreo, impasible aún en una de las esquinas del patio, y el cuadro de San Miguel Arcángel -santo a quien debe el colegio su nombre verdadero- en la escalera.

Para estas obras, la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas ha confiado en Juan Antonio de la Mata, el mismo arquitecto que proyectó las obras realizadas en el centro viñero, obligado también a adaptarse cuando acogió la ESO procedente de Mirandilla.

Todo queda en casa, todos arriman el hombro. El padre de un alumno está restaurando dentro de la capilla el enorme cuadro con la imagen del santo fundador, El Señor de La Salle, que preside la escalera central, en la que aún puede verse una placa obra del escultor Vassallo Parodi en homenaje a los benefactores del colegio, el matrimonio Moreno de Mora, en el 75 aniversario de su apertura. El bar lo regenta un antiguo alumno, Santiago Gomila. La encargada de la limpieza, Salu, ha heredado el cargo de su madre, María, muy querida por varias generaciones que han pasado por el centro. Ayer mismo, un histórico de los antiguos alumnos, José María Pérez Valiente, la enciclopedia viviente de La Salle en Cádiz, junto a otro exalumno, Antonio Cardin, era testigo de la realización del reportaje ofreciendo datos a cada momento. La Salle, generalmente, no se olvida. Y se reinventa para seguir ofreciendo en Cádiz, ya sin hermanos de la doctrina, su educación y sus valores.

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