Cádiz

"Le prometí a mi madre que no pararía"

  • José María Arauz Vélez es el sobrino de Domingo Vélez Clemente, uno de los 15 hombres cuyos restos serán exhumados

Entonces vivíamos en Los Chinchorros. Cuando Los Chinchorros era una auténtica cochinera. Nos convirtieron en perros callejeros. Eso es lo que éramos. Nacimos con odio. No sabíamos por qué, pero no podíamos ver a esos niños de los pocos chalés de por allí, paseándose con su pan con chocolate. Les tirábamos piedras. Ellos nos miraban por encima del hombro, o nosotros los mirábamos desde abajo, desde la porquería, no sé... Un día mi madre se sentó en el eucalipto de mi casa, me llamó y me dijo: "tú eres inteligente y tienes que ser astuto... ¿Quieres ir a la escuela?" (...) Hubo una frase que marcaría mi camino para siempre: "tú defiende lo que tengas que defender, pero sin odio y sin rencor, por favor. Búscalo. Busca a mi hermano, pero no odies, no te envenenes, simplemente, da con él". Se lo prometí, ¿sabe? Le prometí a mi madre que no pararía...

José María Arauz Vélez llega a nuestro encuentro con una bolsa que protege varias carpetas. Años de búsqueda compilados en esas carpetillas azules escolares. Cartografía del cementerio de San José, cartas a Diario de Cádiz, misivas al Ayuntamiento, requerimientos a la Junta (hasta a la embajada Argentina), copias del libro del camposanto, apuntes de El verano que trajo un largo invierno de Alicia Domínguez, parte de defunción, expedientes... Las pistas para rastrear a un hombre, Domingo Vélez Clemente, el hermano menor de su madre, al que ésta crió cuando se quedaron huérfanos.

José María es el único miembro de la Plataforma para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cádiz que busca a un familiar. "Antes éramos 5 o 6 pero se han ido muriendo", lamenta el gaditano que revuelve documentos, que abre y cierra archivos, con manos nerviosas hasta dar con ella, la fotografía en blanco y negro de su tío.

Con los papeles casi tapizando la mesa va reconstruyendo la historia de una búsqueda pero, también, la historia de su propia vida. Por un momento, se nos antoja cómo la sombra alargada que arrojan las ausencias marcan, definitivamente, una vida. Cómo los silencios, los sobreentendidos, la angustia de una época de visillos y de hablar en voz baja de ciertas cosas pueden influir en los rumbos de los destinos.

Afortunadamente para José María, Juana Vélez Clemente, su madre, supo leer las cartas marcadas de su hijo y reconducirlo hacia un camino más tranquilo sin perjuicio de socavar en él su ansia de justicia. José María fue a "la amiga", las profesoras particulares que "cobraban poquito" y a unas clases en San Felipe a través del padre José María. "Y a leer aprendí con el Diario de Cádiz, cuando las hojas eran grandísimas. El barbero de mi barrio se sentaba en La Pasiega con el Diario y con él aprendí a leer", recuerda.

Su vida cambió "radical". El "odio", "la violencia" se fue disipando, poco a poco. Y si hubo riesgo de que los rescoldos ardieran en la adolescencia, Pedro Fernández, "lo mejor que me pudo pasar", tilda, apareció en escena. El presidente del Balón de Cádiz fichó al joven José María que llegó a jugar en el Cádiz en la mítica temporada 54-55. ¡El primer ascenso a Segunda en Don Benito! Todavía se emociona José María al recordar la bienvenida que les dio Cádiz (el autobús, la gente en la calle...)

Las cosas le iban bien, pero su tío, la tristeza de su madre, no se le iban de la cabeza. Jugó en el Puerto Real, Adra, en Lorca, en el Balaguer, el Mollerussa... Cuando finalizó su vida deportiva regresó a Cádiz y se puso a trabajar en una contrata para Astilleros para después pasar a Talleres Pastoriza donde se forjó su faceta de sindicalista llegando a ser secretario general de la Unión Local de Cádiz de UGT y miembro de la mesa negociadora del convenio de la pequeña y mediana empresa del metal en el año 80.

¿Cómo no ser sindicalista en la recién estrenada democracia? Él que a su tío lo mataron por ser de la CNT. La lucha obrera fue su causa, aún lo es. El chaval de Los Chinchorros era ya todo un hombre. Ya casado con su novia de la Viña (la de su tío también lo era pero no alcanzó a firmar los papeles con ella, lo fusilaron antes) y con sus hijos en el mundo. José María empezó a moverse por la memoria de Domingo y donde primero acudió fue al Registro Civil de la Cárcel Vieja, "y todo fueron negativas". Por suerte, un conocido le ayudó y le instó a que insistiera. Hasta que dio con la inscripción de su tío en el penal y con el parte de defunción. El libro de Alicia Domínguez arrojó más luz. Y la negativa de la gerencia del Mancomunado a exhumar el cuerpo de su tío más oscuridad. La creación de la Plataforma para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cádiz le dio nuevas esperanzas y, al parecer, su promesa se saldará pronto pues entre los 15 represaliados cuyos restos serán recuperados se encuentran los de su tío.

Ya estaba enferma. "Si me voy -me dijo- no olvides lo que hemos hablado. Confío en ti". Confía, le dije, lo que empecé lo voy a terminar.

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