"La prisión permanente revisable no sirve para nada y es inconstitucional"
Ciudadanos de Cádiz
María Acale. Es catedrática de Derecho Penal en la Universidad de Cádiz y defensora universitaria en esta institución académica. Una de sus áreas de trabajo es la violencia de género
M aría Acale es catedrática de Derecho Penal en la Universidad de Cádiz, donde además ocupa el cargo de Defensora Universitaria. Ha desarrollado una importante labor investigadora, fruto de la cual ha publicado varios libros y artículos en revistas especializadas sobre delitos urbanísticos; protección penal del medio ambiente; malos tratos en el ámbito familiar; violencia de género; siniestralidad laboral, y delitos de mera actividad, tráfico de drogas y penas.
-Accedió a la Cátedra de Derecho Penal en el año 2010 y ha desarrollado una destacada trayectoria en la Universidad de Cádiz. ¿Qué le aporta la docencia?
-Me llena mucho. Aunque lamentablemente ahora no puedo dar todas las clases que me gustaría, la docencia me enriquece. Yo entro con una sonrisa en clase y salgo destrozada, cinco horas después, pero con una sonrisa. Esa pasión se la debo a mi maestro, Juan Terradillos Basoco, por lo bien que me enseñó Derecho Penal. Supo presentarme la carrera docente e investigadora de una manera muy interesante. Yo veía que se podían hacer cosas muy útiles e importantes en el área del Derecho Penal y sus enseñanzas me gustaban mucho. Esperaba con verdadero entusiasmo sus clases y creo que he terminado haciendo carrera universitaria por él, porque supo motivarme para elegir ese camino.
-¿Diría que uno de los principales valores de la Universidad de Cádiz son sus docentes?
-Para mí, el valor máximo de la UCA es la gente que trabaja en ella. Cuando yo empezaba a estudiar Derecho era muy frecuente leer anuncios en los periódicos, por ejemplo en el Diario, en el que una empresa buscaba licenciados en Derecho y pedía que se abstuvieran los licenciados por la Universidad de Cádiz y de La Laguna. Cada vez que veía aquello me revolvía todo. Durante una época tuvimos que nadar contracorriente para conseguir que ese tipo de anuncios desaparecieran, y así ha sido. Hoy en día la Universidad de Cádiz está tan prestigiada como cualquiera, tiene un personal muy bueno y muy bien formado.
Creo que el ejemplo de todo esto es que muchos alumnos extranjeros nos eligen para terminar su estancia de doctorado y a nosotros nos invitan a otras universidades. Eso debe ser porque el trabajo que se hace a diario está dando resultados.
-Usted es defensora universitaria desde hace tres años, ¿cuáles son las principales quejas de los alumnos?
-Sobre todo se basan en las becas. Ha habido una época muy dura por los recortes en las becas de estudio. Si miramos las distintas memorias de actividades que presenta nuestra oficina cada mes de diciembre al Claustro, se puede ver que lo que más nos preocupa, tanto a mí como a los alumnos, es la posibilidad de dejar de estudiar por no tener recursos. Por ello, reconozco el esfuerzo de mi universidad, del rector en particular y de la vicerrectora de alumnos, por evitar que los alumnos con problemas económicos abandonen.
Ojo, esos estudiantes deben dar resultados porque no podemos mantener a estudiantes con problemas económicos y que luego no aprueben las asignaturas. Conozco casos de alumnos que no podían pagar la matrícula, han suspendido, no les iban a dar la beca y han tenido que dejarlo y casos en los que se ha podido compensar nivel económico con resultados académicos que han salido adelante.
-Esos problemas económicos, ¿pueden llevar al estudiante a elegir su carrera más por las posibles salidas profesionales que por su verdadera vocación?
-Lamentablemente, nuestros alumnos tienen en la cabeza que el mercado laboral está mal y que es costoso realizar unos estudios universitarios que te gusten como Griego o Historia Medieval si analizamos el futuro desde un punto de vista económico. Es algo que ocurre desde hace varias generaciones, siempre debemos tener clara la perspectiva económica.
A mí me da muchísima pena cuando pienso que estamos trabajando en la universidad con personas que acaban con una titulación que les cualifica para entrar en el mercado laboral y los más válidos se están yendo al extranjero porque nuestro país es incapaz ahora mismo de ofrecerles una salida.
Son jóvenes muy preparados que saben idiomas, tienen unos conocimientos en informática que les facilitan el acceso a muchos sitios, han desarrollado una serie de destrezas y habilidades que les permiten abarcar más campos, están siendo preparados de una manera más seria, amplia y rigurosa de lo que yo lo fui y no les sirve para encontrar trabajo. Me da mucha pena que esos jóvenes, los más preparados de las universidades españolas, no encuentren oportunidades. Es algo que me produce una gran tristeza.
-¿Podríamos hablar de una generación de jóvenes frustrados?
-Sí, será una generación frustrada, triste y desconfiada. Desconfiada, ¿en qué sentido? Pues porque los hemos metido en las aulas, les hemos intentado sacar todo ese conocimiento y esas destrezas ocultas para nada al final, porque cuando acaben, a la hora de la verdad, verán su título colgado en la pared y pensarán que para qué les sirve.
Hace poco un ex alumno me contaba que iba a seguir formándose, pero uno no puede formarse toda la vida, en algún momento hay que revertir ese conocimiento. Ojalá el mercado de trabajo pueda asumir algún día a esa generación tan preparada.
-Una de las áreas en las que se ha especializado es la violencia de género. ¿Qué cree que ocurre para que las cifras de fallecidas por crímenes machistas no deje de crecer?
-Ha habido un repunte del número de mujeres muertas en los últimos meses. Desde el 1 de julio de 2015 hasta hoy, si miramos las hemerotecas, podemos darnos cuenta de que han muerto muchas mujeres muy violentamente, sufriendo mucho. Además, los agresores han reconducido, en algunos casos, su agresividad hacia los hijos.
El 1 de julio entró en vigor la pena de prisión permanente revisable y desde esa fecha estamos viendo una serie de crímenes muy violentos y quizá esos maltratadores piensen "bueno, ya que pongo, hago daño hasta el final. Ya que mato, mato". El efecto criminógeno que ha causado la incorporación al ordenamiento jurídico español de la prisión permanente revisable puede estar detrás de este repunte de mujeres muertas a manos de sus parejas.
-Entonces, la prisión permanente revisable no tiene un efecto disuasorio, más bien al contrario.
-He estado analizando por meses esta evolución y desde el 1 de julio se disparan las muertes violentas. Normalmente, esta clase de delincuencia no se plantea "a ver qué pena me cae si mato". No, es una delincuencia irracional con la que intentar que razonen con la amenaza de la pena no tiene sentido.
Las tres últimas muertes han sido durísimas: empujada por una escalera, prendiendo fuego a su casa, degollándola... son muertes muy arcaicas que ponen de manifiesto que no podemos pretender que el autor sea capaz de decidir o cambiar de opinión porque crea que le van a poner una pena de prisión permanente revisable.
La prisión permanente revisable no sirve para nada, además de que es inconstitucional porque nuestra Constitución exige la reinserción social, la reducción de las penas y el derecho a la esperanza del recluso de recuperar con vida la libertad.
-¿Le preocupa el cada vez mayor machismo y la violencia de género entre los jóvenes?
-Claro, no solo me preocupan los feminicidios que se dan en España, también esa otra violencia de consumo como las amenazas, el control, las coacciones... la política de control en virtud de la cual las jóvenes dejan de tener intimidad sobre todo a través de las redes sociales.
Tengo la sensación de que muchas personas tienen una vida virtual más intensa que su vida real y eso determina que en la medida que nuestro yo virtual va ampliándose, en el ámbito de la virtualidad se amplían las conductas constitutivas de delito.
Las estadísticas ponen de manifiesto que los actos de control, de seguimiento, de persecución, de acoso, en definitiva, entre jóvenes son muy elevados. La edad de las mujeres que termina muriendo a manos de sus parejas no ha bajado. Las mujeres maltratadas de más edad llevan una vida más real y menos virtual, por eso acaban muriendo a manos de sus parejas con muertes reales.
A medida que el ego virtual de nuestros jóvenes es mayor que el real, se cometen atentados que tienen más que ver con el control, las amenazas, las coacciones... en definitiva, con esa necesidad que tienen algunos hombres de tener a las mujeres no por la propia convicción de éstas, si no por la fuerza.
-¿Qué podemos hacer para prevenir esas conductas?
-Hay que educar en valores de igualdad y en valores pacifistas. Los jóvenes deben saber resolver los conflictos sin ira, controlando sus frustraciones. Los padres de hoy piensan que cuando su hijo o su hija llega a casa está a salvo y no es así. Está físicamente en casa, pero virtualmente está circulando por otros lugares sin control, por el desconocimiento o la dificultad que suponen para algunos padres las redes sociales.
-No logro entender por qué las jóvenes hoy en día se dejan someter por sus parejas. ¿Usted tiene la respuesta?
-Evidentemente tiene que haber habido un fallo para que las jóvenes consientan ese dominio de sus parejas. Quizá crean en un amor romántico y posesivo por el que interpreten que el control por parte del novio significa amor. Otras veces es culpa del desconocimiento: muchas chicas no saben que no es normal que tu novio te mire el Whatsapp o sepa tu contraseña de Facebook... no lo conciben de otra manera o no lo entienden.
A hilo de esto, recuerdo una entrevista con una reclusa en la cárcel en la que le pregunté si su marido le había pegado alguna vez. Ella contestó muy rápido y me dijo "no, no, ¿cómo me va a pegar?" Me entretuve con ella un rato porque vi que podía contarme cosas interesantes y entonces me dijo: "bueno, un día me retrasé con unas amigas y él llegó, vio que no estaba la comida hecha y entonces me rapó la cabeza y me dio una puñalada aquí", mostrándome la palma de su mano. Para ella ese episodio estaba justificado, mentalmente entendía que se lo merecía y no lo veía como maltrato. Son mujeres que tienden a culpabilizarse de todo y mientras relacionen la violencia con esas excusas, no considerarán que sufren maltrato y seguirán confundiendo violencia con amor, celos, etc.
-¿Entiende usted la mala fama que, en general, tiene la justicia en España?
-Hay una serie de prejuicios sobre la justicia en España que están muy extendidos. No es cierto que los delincuentes entren por una puerta y salgan por otra. Lo que sí es cierto es que tenemos un Código Penal que no es igualitario y que se ha cebado con el delincuente de baja intensidad que utiliza la violencia y la intimadación para atentar contra el patrimonio aunque se lleve cinco euros. Quizá ha sido menos duro con otra clase de delincuencia, por ejemplo con los corruptos. Si comparamos las penas nos llamaría la atención la desproporción. Aunque también es verdad que cada día se trata más duramente la delincuencia de cuello blanco, hay más delitos, están mejor tipificados y se están poniendo en marcha una serie de instrumentos para combatirla.
-¿Es posible hablar de una justicia libre e independiente en nuestro país?
-La justicia no puede ser completamente libre desde el momento en que tenemos en consideración la forma y el nombramiento de los magistrados del Tribunal Constitucional, la elección de los miembros del Consejo del Poder Judicial o quién nombra al Fiscal General del Estado. Es cierto que existe cierta politización de la justicia.
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