La primera saetera conocida
Su nombre quedó plasmado en las páginas de ‘Diario de Cádiz’ como Carolina Camerino, esposa de Antonio Ortega ‘El Marinero’, a su paso por delante de su casa en la calle San Juan de Dios
Dedicado a Javier Osuna que buceando en ‘Diario de Cádiz’, encontró los primeros datos de saetas.
La primera persona con nombre y apellidos que cantó saetas al paso de una procesión, fue Carolina Camerino, esposa de Antonio Ortega ‘El Marinero’, y lo hizo en 1896, al pasar el Nazareno de Cádiz, el Señor de Santamaría, ‘El Greñúo’, por delante de su casa en la Plaza de San Juan de Dios nº 11 donde vivía.
El periodista, transcribe algunas de las letras de la saeta que cantó Carolina:
¿Dónde va mi Dios metío
entre medio los romanos
difunto y muy mal herido
y de faroles rodeao.
-- ¿A quién buscáis señores?
¿Al rey Jesús Nazareno?
Sólo oír mentar su nombre
los judíos caen al suelo.
--
Es tan estrecha la cama
que el rey de los cielos tiene
que para dormir en ella
un pie sobre el otro tiene.
-- Caminemos, caminemos
hasta llegar al Calvario,
por muy pronto que lleguemos
ya lo están sacrificando.
Después de ella cantó su hermana, Isabelita Camerino, y tras ésta, también desde el mismo balcón una amiga llamada Mercedes Jiménez. El periodista que viene de ver la salida de la procesión donde se cantaron cientos de saetas, comenta que Carolina cantó “con el singular estilo y maestría ya conocidos en Cádiz”.
En años sucesivos son más frecuentes las crónicas sobre los desfiles procesionales y al margen de otros muchos detalles siempre suele comentarse el sinfín de saetas que se cantaban a las imágenes, especialmente al Nazareno de Santa María, en su salida o delante de la cárcel o en la calle Botica, especialmente esquina con Mirador donde vivía Enrique el Mellizo.
En 1899 se cita a Angustias Fernández hija del torero Alfonsito, a Dolores Durán, hermana del torero El Pipa y a Enrique Jiménez ‘Hermosilla’, hijo de ‘El mellizo’. (curioso, todos toreros). En 1904, será Ángel Pérez ‘Silverio Chico’ el que suscite la admiración de los asistentes a la procesión y por supuesto del periodista. En 1905 será el propio Enrique el Mellizo el que cante la que pudo ser su última saeta (falleció en 1906) y en ese año del fallecimiento de Enrique son destacados Dolores de la Rosa, Rosario Vega y de nuevo Enrique Jiménez ‘Hermosilla’ del que el gacetillero comenta que cantó “saetas de estilo gaditano que difieren algo de los que se cantan en Sevilla y otras poblaciones andaluzas”.
En Jerez, el primer nombre que aparece es el de Antonio Chacón que cantó saetas en 1909, fuera de Semana Santa, en una fiesta en la finca de un torero, junto a otros cantes de su enorme repertorio flamenco, o la señorita Pacheco que las cantó en el teatro Eslava en 1912. En 1920, será el famoso cantaor Manuel Torre el que cante al Cristo de la Expiración desde los balcones del círculo taurino.
La fotografía
Precisamente a finales de 1896, se encontraba Antonio Ortega ‘El Marinero’, toreando en Venezuela. En la ciudad de Barquisimeto, debió de fijarse en las fotografías que exhibían en el escaparate de su estudio, situado entre el Palacio de Gobierno y el Gran Restaurant Universal, dos famosos fotógrafos, los hermanos Jesús María y Vicente González. Estos artistas realizaban curiosas composiciones sobre papel a la albumina, y el torero que siempre llevaba encima la fotografía de su esposa, decidió regalarle a ella una de estas costosas fotografías enviándosela por correo a Cádiz. La dedicatoria lo expresa con claridad: “Este retrato de mi capricho le mando a mi querida esposa para que vea que nunca la olvida ni un segundo su Antonio”.
La Historia de la Saeta
La saeta primitiva, también llamada “del pecado mortal” era recitada por grupos de fieles que salían por las noches en Madrid y otras ciudades exhortando a la confesión de los pecados, y no se refería en absoluto a las imágenes de la Semana Santa.
Sería mucho más tarde, a finales del S.XVIII cuando los Franciscanos y los Cartujos promovieron el rezo público del Viacrucis e iniciaron “Misiones” por pueblos y ciudades que resaltaban el lado humano de Jesucristo, su sufrimiento físico y moral durante su pasión y muerte y el que sufrió su madre, la Virgen, testigo junto a la cruz de la crucifixión de su hijo. En estas misiones destacó sobremanera el hoy Beato Diego José de Cádiz, que, con sus dotes oratorias, literarias y musicales creó múltiples saetas, llamadas hoy litúrgicas, que recogió en un libro titulado “Aljaba Mística”.
No tardaría el pueblo gaditano que, en esta época, estaba inmerso en la creación de muchos palos del flamenco, en agitanar estas saetas para cantarlas a sus imágenes más queridas. El dato más antiguo que se conoce de estas saetas flamencas lo ha publicado Gregorio Valderrama, recogido por un corresponsal gaditano del Diario de Córdoba del 7 de abril de 1860, que contando la procesión del Nazareno a la que llama “la de los gitanos”, dice “… unas cuantas saetas cantadas de vez en cuando a manera de Rondeña o de Caña en lugar del Stábat-Mater”.
Aunque algunos “estudiosos” fijan el origen de la saeta en Jerez o en Sevilla, en los albores del siglo XX, lo cierto es que la saeta nace en nuestra ciudad y posiblemente después de diversos intentos de cantarse en varios palos del flamenco, fueron los presos de la Cárcel Real los que las cantaron por Martinetes (sin guitarra), llamándose carceleras, siendo exportadas muy pronto a otras ciudades andaluzas.
Hay datos de que en Sevilla no gustó entonces y no sería hasta la llegada de Manuel Torre y Manuel Centeno en el primer cuarto del siglo XX, cuando no solo triunfó, sino que diversos artistas sevillanos y Jerezanos (Centeno, Chacón, Niño Gloria…) la engrandecieron, con melismas y “ayyeos” prodigiosos.
Esta saeta, ya cantada en estilo de Seguiriyas, parece que la creó Enrique el Mellizo, pues, aunque él no grabó, ni sus hijos tampoco, es la que se transmitió a través de estos a la llamada escuela gaditana. No se puede olvidar que tanto Manuel Torre, como Antonio Chacón fueron discípulos directos de El Mellizo, y que sus cantes, algunos posteriormente grabados por el enciclopédico Mairena y analizados por los Soler, están impregnados en los estilos del compositor gaditano.
La Cátedra de Flamencología ha recogido algunas saetas por carceleras gaditanas cantadas por cantaores desgraciadamente ya desaparecidos como Antonio Mera ‘Almendrita’ y Manolo Córdoba de Cádiz, o por Teresa de la Jara que cuando tenía 92 años la dejó grabada para demostrar su antigüedad.
El disco se presentará el próximo 7 de abril, recogiendo otras importantes muestras de saetas por Seguiriyas con diferentes cambios, unas cantadas recientemente y otras recuperadas de antiguos artistas. Una pequeña “joyita”, que engrandece aún más nuestra Semana Santa.
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