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Suceso

Un policía nacional de Cádiz salva a una vecina de morir atragantada con un trozo de carne

  • Permaneció más de seis minutos desvanecida y sin pulso ni respiración pero José Antonio, conocido entre sus compañeros como Tape, logró reanimarla

  • La víctima permanece ingresada y se recupera en el Puerta del Mar aunque no ha habido que lamentar secuelas cerebrales de ningún tipo

José Antonio, en la azotea de la comisaría provincial de Cádiz.

José Antonio, en la azotea de la comisaría provincial de Cádiz. / Lourdes de Vicente (Cádiz)

Realmente no se sabe quién salvó a Belén. Pudo ser José Antonio, oficial de la Policía Nacional, pero realmente él relata que el hecho de ser padre lo ha tenido siempre obsesionado con que algún día se encontrara con que un hijo pudiera sufrir un atragantamiento con un pieza pequeña de un juguete o bien con un trozo de comida o un fruto seco.

Esta obsesión le llevó a convertirse no sólo en un experto padre sino también en un experto en las maniobras  tanto de Himlich como en los masajes cardíacos. Y gracias a esta obsesión sumado a un alto grado de valentía, fuerza y decisión fueron los elementos que le llevaron a salvar de un atragantamiento a Belén, una vecina de la misma planta del edificio en el que él reside.

José Antonio, de 42 años de edad, que prefiere mantener su apellido oculto, afirma no sentirse un héroe sino que más bien se siente orgulloso por haber sabido reaccionar y haberle devuelto la vida a su vecina. Relata este oficial de la Policía Nacional que los hechos ocurrieron el pasado 15 de junio, diez minutos antes de la media noche. En ese momento empezaron a tocar el timbre de su casa de manera insistente.

Al ser una hora no demasiado normal para recibir visitas, José Antonio miró por la mirilla de la puerta y observó a su vecina, con una mano puesta en la garganta y con la otra pulsando el timbre de manera insistente.

De manera inmediata, según relata el propio José Antonio, "abrí la puerta y le pregunté que qué le pasaba pero ella ya no podía articular ni palabra ni sonido alguno". De inmediato, el policía procedió a observar las vías aéreas por si se trataba de un trozo de jamón o algo que se pudiera ver desde fuera para intentar sacarlo con los dedos pero no veía nada.

Y su experiencia y su formación le llevaron de inmediato a iniciar  las maniobras de Heimlich consistentes en presionar con el puño en un lugar concreto entre el ombligo y el intestino para hacer presión sobre los pulmones para intentar que el objeto que obstruye en se momento las vías respiratorias salga disparado.

Su esposa, Natalia, salió también para intentar colaborar y José Antonio le pidió que contactara lo antes posible con los servicios de emergencia tanto del 061 como del 091.

Pero las maniobras no daban resultados positivos y cuenta José Antonio que observaba como la piel de Belén adoptaba un color cada vez más morado, "algo que será difícil de olvidar". Pero poco a poco, su vecina, de 61 años de edad, se iba desvaneciendo hasta que finalmente terminó por perder el conocimiento.

José Antonio decidió ponerla en posición de cúbito supino, o sea boca arriba, le tomó as constantes vitales y pudo comprobar que no tenía ya pulso. Le volvió a mirar la garganta a ver si veía algo parecido a un trozo de comida pero la situación era cada vez más extrema y no veía nada en el interior de su boca.

De inmediato empezó con las maniobras de masaje cardíaco y le pidió a su mujer, Natalia, "que se portó como una auténtica campeona", que llamara a algún vecino para que le ayudar, ya que este tipo de maniobras requieren un ritmo y un esfuerzo que supone un gran desgaste para el que las lleva a cabo. Y más sin saber si esas maniobras, que en ningún momento se deben ya suspender hasta que no llegan los servicios sanitarios, podían ser necesarias durante cinco, diez minutos o media hora.

Por fortuna, Natalia apareció con el otro gran héroe de esta película con final feliz, Manuel Blanco López, que, por suerte, al ser jubilado de astilleros conocía a la perfección este tipo de maniobras de reanimación "que yo creo que todo el mundo debería conocer".

Fue entonces Manolo se hizo cargo de las maniobras para permitir a José Antonio un rato de descanso y de reflexión. Pero todos, José Antonio, Manolo y Belén sabían que había que hacer lo posible por salvar la vida de Belén.

El oficial de la Policía Nacional le pidió de nuevo el relevo a Manolo y fue entonces cuando en un momento de las maniobras escuchó un leve silbido y algo que José Antonio describe como una especie de ronquido que "para nosotros fue una señal de esperanza de vida.

Y fue en ese preciso instante cuando Manolo le abrió la boca a Belén y entonces sí pudo observar que asomaba un trozo de comida que, en esta ocasión sí logro sacar de la garganta de su vecina.

Ahí fue cuando ya Belén  empezó a recuperar el pulso, la respiración y "ya decido ponerla en posición lateral de seguridad". A partir de ahí la víctima empezó a recuperar el tono de la piel. Al poco tiempo llegaron ya los servicios sanitarios y los compañeros de José Antonio de radio patrulla y procedieron a estabilizarla y a transladarla al Puerta del Mar, donde aún sigue una semana después, pero sin secuelas a nivel cerebral "que era lo que todos temíamos desues de haber permanecido durante tanto tiempo sin pulso ni respiración". José Antonio calcula que Belén pudo permanecer en ese estado entre seis y diez minutos.

José Antonio aclara que Belén, que tiene una hija única de 25 años de edad, estaba sola en su casa en el momento del atragantamiento, pero la sabia decisión de pedir ayuda al vecino acertado fue lo que realmente le salvó de morir sola en su propia casa.

Este policía nacional, convertido en héroe, por mucho que él diga que simplemente hizo lo que tenía que hacer, no ha podido cruzar aún palabra con Belén debido a que las medidas covid no permiten que haya más de una pesona con ella y es su hija la que lo mantiene informado diaria y puntualmente sobre la recuperación de su vecina, que desde ese 15 de junio, lo tendrá considerado, seguro, como el vecino preferido del bloque. 

José Antonio dice estar asombrado al comprobar que en una situación de estrés como la vivida se sacan fuerzas de donde parece que no las hay. Evidentemente su formación académica en el cuerpo le ha servido en esta ocasión para convertirse en héroe y para almacenar una vivencia que siempre podrá contar a sus hijos.

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