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Cádiz

Estaba la playa como un estadio

  • Carreras de caballos y de motos en la playa del Sur a principios del siglo XX

Cuando se elaboró el actual Plan de Ordenación Urbana de Cádiz, la propia Junta de Andalucía, que debía de dar el visto bueno al documento municipal, reconoció que el limitado término de la capital le impedía incrementar las zonas verdes, lo que se veía compensado por los ocho kilómetros de playas que, para muchos vecinos, eran la gran zona de relax de la ciudad.

Lo cierto es que estas decenas de miles de metros cuadrado de arena han sido utilizadas para dar cabida a actividades ciudadana que no encontraban espacio adecuado en el resto del término urbano. Conciertos de música, actividades deportivas, cine al aire libre e incluso barbacoas. La memoria más reciente de los gaditanos retiene todas estas actividades, pero en su mayoría desconocen que el uso lúdico de estas arenas se inició hace ya un siglo.

Eran los tiempos en los que la playa de la Victoria aún se llamaba la playa del Sur. Tiempos en los que el Ayuntamiento comenzaba a ver el potencial del litoral como foco de atracción de un turismo entonces casi inexistente. Tiempos en el que gaditano, que entonces vivía hacinado en intramuros, descubría que bañarse y jugar en la arena era divertido y hasta saludable.

Los grandes conciertos de música aún tardarían en llegar. Incluso las barbacoas. Pero lo que no tardaron fueron los caballos y las motocicletas, cuyos propietarios, y el Ayuntamiento, vieron en las arenas de la Playa del Sur la mejor pista para la práctica de estos deportes.

Así que pronto se hicieron habituales las temporadas de carrera de caballos, emulando a las tradicionales de Sanlúcar, y de motocicletas, cuando este medio de transporte aún no se había popularizado. A la altura del Balneario de la Victoria se instalaban graderíos para que las familias más pudientes pudiesen disfrutar con cierta comodidad del espectáculo, zona donde se instalaban los despachos de apuestas.

El resto del pueblo visualizaba el espectáculo a pie de arena, aunque eran muchos los que cargaban con mesas y sillas (de madera) para merendar mientras veían los caballos correr. Esta actividad se mantuvo, con mayor o menor intensidad, hasta los años cincuenta.

Con una visión de futuro el alcalde Ramón de Carranza llegó a plantear, en la década de los años veinte, la utilización de la playa de Cortadura, aún más virgen entonces de lo que estaba la playa del Sur, como un gran hipódromo natural. Para ello, los arquitectos municipales diseñaron la construcción de una tribuna de 100 metros de longitud para los espectadores en un punto equidistante entre el fuerte de la Cortadura y El Chato, complementando los servicios con 40 casetas de madera, con suelo de rejilla también de madera y techo a dos aguas; dos casetas para caballeros y señoras y otros servicios.

Uno de los actos que se organizaron en 1912 con motivo de la celebración del primer centenario de la Constitución de 1812, fue un espectáculo aéreo, lo que suscitó gran expectación entre los ciudadanos pues aún no era nada habitual ver aviones sobre el cielo de Cádiz.

El evento se organizó para el 6 de octubre de 1912, con la presencia del ministro de Instrucción Pública, que buscó acomodo en el Balneario de la Victoria.

El piloto era Benito Loygorri, de 27 años de edad. Aunque hacía mucho viento no dudo es montarse en el aparato. Apenas se pudo elevar y acercarse a Cortadura, donde se vio obligado a aterrizar. Lo intentó de nuevo, pero la fuerza del viento le hizo desistir.

Un año después, el aviador francés Leoncio Garnier llegó a Cádiz con su avión a cuestas. Mejor, a bordo de un tren que dejó el aparato en la Segunda Aguada y después fue trasladado hasta el Balneario Victoria.

Tribunas para el público y banda de música para amenizar la espera. En esta ocasión el avión se elevó sin problemas y voló sobre el cielo de Cádiz. Garnier invitó a algunos ciudadanos a volar con él. La crónica de Diario de Cádiz menciona a los valientes: Juan Biondi, Joaquín Fernández Repeto, Alejandro Ivison y el torero Luis Mazzantini.

La playa como escenario aéreo se recuperó en 2008 con la primera edición del Festival Aéreo, que se repetirá en los años siguientes.

Hoy, la práctica deportiva se limita a determinadas zonas acotadas en la cercanía del antiguo cementerio. Y que a nadie se le ocurra a jugar a las palas, porque les puede caer una multa.

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