Crisis del coronavirus

Algunos padres no sabrán nada de sus hijos durante el confinamiento

  • La clausura del servicio del Punto de Encuentro Familiar deja a muchos progenitores sin posibilidad de que se cumpla el régimen de visitas

Sala de juegos en el interior de un centro de Punto de Encuentro Familiar.

Sala de juegos en el interior de un centro de Punto de Encuentro Familiar.

Si permanecer confinado durante las próximas semanas va a resultar durísimo, sobre todo cuando las noticias que llegan a través de todos los medios de comunicación invitan a pensar que la situación lejos de amainar aún no ha alcanzado su peor momento, imagínense vivirla sabiendo que todo este tiempo estarán sin saber nada de un hijo. La casuística por la crisis del coronavirus, la propagación de la enfermedad y la lucha denodada por controlarla, se antoja infinita. Y uno de esos casos apunta al incumplimiento por fuerza mayor del régimen de visitas que disfrutan algunos progenitores con los menores como consecuencia de la clausura temporal del Punto de Encuentro Familiar.

Concebidos para facilitar las relaciones paterno-materno filiales tras rupturas conflictivas de pareja, los PEF actúan como centros de entrega y recogida de los hijos, siempre en aras del bienestar de éstos, a fin de evitar situaciones de tensión que podrían repercutir negativamente en la salud mental de los menores. No obstante, también cobran sentido cuando se producen sistemáticos incumplimientos del régimen de visitas por una de las partes, ya que el personal del Punto actúa como testigo de dicha situación y dentro de sus facultades emiten informes al juzgado.

Igualmente, la labor del PEF favorece la normalización de la relación entre hijos y progenitores, susceptibles de deterioro tras la ruptura de la relación de los padres; tiene razón de ser cuando las circunstancias personales de uno de los progenitores (enfermedades mentales, conductas agresivas, adicciones…) lo aconsejen, y resulta poco menos que imprescindible cuando la entrega y recogida del menor no es viable en el domicilio familiar porque existe una orden de alejamiento entre progenitores y la entrada en escena de otros parientes no sólo no arregla el problema sino que lo complica.

El estado de alarma decretado por el Gobierno el pasado sábado, con la  posterior clausura del servicio del Punto de Encuentro, ya está provocando que no puedan desarrollarse tanto las visitas tuteladas, aquellas en las que, por diferentes razones, hay recomendación de que se lleven a cabo en las instalaciones y bajo la supervisión de los psicólogos y trabajadores sociales del centro, como las no tuteladas, en las que los progenitores sólo utilizan el PEF como lugar de entrega y recogida de los menores.

Una simple llamada de teléfono o envío de correo electrónico para anunciar la situación ha propiciado que numerosos progenitores dejen de ver a sus hijos durante un tiempo indeterminado de semanas o, en el peor de los escenarios, de meses. En el caso del PEF de Cádiz, el plazo que por ahora se ha dado es de dos semanas, proponiéndose como fecha de vuelta al servicio el próximo 31 de marzo. Sin embargo, la cruda realidad invita a pensar que la previsión saltará por los aires y el plazo no se cumplirá.

Así las cosas, los progenitores afectados se ven abocados a afrontar los difíciles momentos del presente con el añadido de un involuntario incumplimiento del régimen de visitas, que según los supuestos pueden ser todavía más duros.

De hecho, muchos padres o madres darán solución a la contingencia recurriendo a familiares que actúen como improvisados intermediarios para que, evidentemente cumpliendo con las obligaciones de confinamiento y de transitar lo mínimo e indispensable por las calles, los menores puedan compartir su tiempo con uno y otro progenitor. En otros casos, los progenitores tendrán al menos la oportunidad de utilizar el teléfono o los medios que la tecnología de hoy en día proporciona para escuchar e incluso ver a sus hijos.

Sin embargo, también se van a producir tristes situaciones en las que padres o madres no podrán mantener ningún tipo de contacto con sus hijos, ni verlos ni saber nada de ellos, por motivos completamente ajenos a su responsabilidad. Al permanecer cerrado el servicio del PEF y los juzgados atender únicamente denuncias de carácter urgente, quedarán en manos de la buena voluntad del otro progenitor. Y si el otro progenitor decidió en su día instrumentalizar al menor, usarlo como arma arrojadiza contra su ex pareja, entonces hay poco que hacer, por más que el entorno insista en que en estas historias al final, siempre, siempre, el principal perjudicado es el propio menor.

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