Obituario en recuerdo de Julio de la Torre
Quiero dedicar estas palabras para rendir homenaje a Julio de la Torre Fernández Trujillo, una persona excepcional que dejó una huella imborrable en todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo.
En su trayectoria profesional, mi admirado y amigo Julio, trabajó como enfermero en el Hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz, en la Unidad de Cuidados Intensivos de Adultos y posteriormente en la Dirección de Enfermería. Su responsabilidad en la Unidad de Formación Continuada fue fundamental para el desarrollo y la actualización de estos profesionales. Su dedicación y entrega a la formación de sus colegas fueron clave para mejorar la calidad asistencial del hospital. Él destacaba en cualquier actividad a la que se dedicaba. Muchos años con Panchi Arriaga, nuestra directora, con José Moreno y conmigo. Cuánto aprendimos con él y que lujazo tenerlo a nuestro lado.
Como profesor de Enfermería en la Facultad de Enfermería y Fisioterapia de la Universidad de Cádiz era un todoterreno, aunque destacaba en las áreas de Geriatría y Antropología Social, tocaba todos los palos, daba clases a alumnos de grado, máster, aula de mayores, etc. Era incansable, no ponía límites en sus esfuerzos para llegar a todos los colectivos. Julio, sin duda, destacó por su pasión y dedicación a la enseñanza.
Su capacidad para transmitir conocimientos y valores a sus alumnos fue verdaderamente inspiradora. Su compromiso con la profesión y su amor por la Enfermería y la docencia se reflejaban en cada clase, en cada consejo y en cada expresión. Era admirado y reconocido por sus alumnos. Doy fe de ello, los alumnos me lo decían y yo lo reafirmaba.
También, fue un destacado sindicalista, actividad que compatibilizó con la docencia, luchando por los derechos y mejoras laborales de sus compañeros. Su dedicación y entrega a esta causa fueron fundamentales para lograr importantes avances en el ámbito laboral de muchos profesionales de la Universidad de Cádiz.
Pero Julio de la Torre no solo fue un excelente profesional, también fue un apasionado del Carnaval de Cádiz. Su voz y su presencia en el escenario eran un regalo para todos los que tenían la suerte de oírlo cantar. Sus interpretaciones nos hacían disfrutar. Qué bien cantaba, qué vozarrón y qué bien se lo pasaba. Con las 'legales' y con las 'ilegales'.
¡Cuánto aportó con su voz en esta faceta, que además era 'su veneno', cuánto le gustaba! Es que lo vivía y nos lo hacía vivir.
Además, de su talento para la enseñanza y el canto, Julio fue un excelente cocinero y un prolífico autor de libros de cocina. Yo le decía, medio en broma medio en serio, que debía montar un restaurante, que tenía un nivel que podía competir con grandes profesionales del sector. No exagero, es que era extraordinario en el arte de la gastronomía.
Publicó numerosos libros que compartían sus recetas favoritas y su pasión por la cocina con amigos y seguidores. Sus recetas, llenas de sabor y amor, se convirtieron en un referente para muchos amantes de la cocina. Cuántas experiencias me contó de su paso por el grupo gastronómico gaditano.
Después de su jubilación, potenció una nueva pasión: la pintura. En concreto, se dedicó a pintar acuarelas, con obras que reflejaban su sensibilidad y creatividad. Sus pinturas eran una ventana a su alma, eran cosas sencillas, pero nos permitían ver el mundo a través de sus ojos.
Pero lo que más destacaba de Julio era su amor por su familia. Su esposa, Angelita, y su hijo, Julito, como él lo llamaba con tanto cariño, eran el centro de su universo. Su amor por ellos era incondicional y se reflejaba en cada gesto, en cada palabra y en cada acción. Era un padre ejemplar y un marido dedicado, y su familia era su mayor tesoro. No descuidaba a sus amigos, siempre tenía un rato para nosotros, una llamada o lo que fuera para mantener viva la relación. Ya lo echo de menos.
Para mí, Julio era sinceramente algo especial. Era un referente, una persona muy querida y admirada. Su ejemplo y su legado me inspiran a intentar ser mejor persona y a enfrentar los desafíos con valentía y determinación. Su bondad, su generosidad y su sentido del humor eran cualidades destacadas en él.
Quiero expresar mi más sentido pésame a Angelita, a Julito y a toda su familia y amigos. Que la memoria de Julio nos acompañe siempre. Que su legado nos recuerde la importancia de vivir con pasión, de amar sin condiciones y de hacer que el mundo sea un lugar mejor. Es que él se preocupaba de todo el mundo e intentaba que todos los suyos y los que no eran tan suyos pudieran vivir en un mundo más amable.
El destino nos ha privado de manera inesperada y repentina de su compañía. Descansa en paz Julio de la Torre. El recuerdo y la admiración serán eterno en el corazón de Angelita y Julito, pero también para las personas que tuvimos la suerte de conocerlo.
Un abrazo amigo.
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