Cádiz

Las tres negaciones a Pablo

  • El alcalde ya ha se ha puesto enfrente de su jefe en otras ocasiones

José María González y Teresa Rodríguez, en su casa en la imagen de una campaña promocional de Podemos.

José María González y Teresa Rodríguez, en su casa en la imagen de una campaña promocional de Podemos.

Hay políticos que dicen que hay que pasar obligatoriamente por la gestión local, que es donde realmente se mira a los ojos a los ciudadanos. José María González ha tenido su propia evolución y conforme han ido pasando los meses se ha ido agrandando su figura como alcalde mientras más pequeña se hacía la de rebelde antisistema. El pragmatismo frente a la teoría.

González sabe muy bien que se juega las papas con los que son sus vecinos y cualquier elemento de distorsión que pueda venir del exterior, el fuego amigo, puede crearle un incendio interior.

El alcalde, como San Pedro, ya ha negado tres veces a su jefe. La tercera es la que se produjo ayer tras la polémica del chalé de Pablo Iglesias.

La más delicada es cuando se negó en rotundo a que se celebrara en Cádiz, tal y como pretendía su líder nacional, la asamblea de cargos para pedir un referéndum pactado en Cataluña en plena efervescencia del proceso independentista catalán. El alcalde tenía muy claro que un asunto tan delicado como ese podría explotarle en su misma cara y le dio largas a su jefe teniendo muy claro que no tenía ninguna necesidad de meterse en un follón así.

También se puso enfrente con el asunto de las corbetas de Arabia Saudí, aunque en este tema también fue tamizando su postura. Frente al discurso contrario de la dirección nacional de mantener cualquier tipo de trato comercial con la monarquía saudí, el alcalde, que tiene un astillero en su mismo término municipal, y a cientos de personas que trabajan en la industria auxiliar, no le quedó más remedio que usar el pragmatismo de cerrar los ojos y mirar por el bien de la economía general de la ciudad.

El tirón de orejas en sentido contrario llegó con la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad a la Virgen del Rosario, algo que en las filas de Podemos a nivel nacional no fue muy bien entendido.

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