Un mensaje positivo a base de pedaladas

El gaditano Joaquín Sánchez trabaja en México DF como mensajero en bicicleta, su gran afición

Joaquín Sánchez, trabajando con su bicicleta en México.
Joaquín Sánchez, trabajando con su bicicleta en México.
P-M. Durio Cádiz

18 de diciembre 2012 - 01:00

Cada vez son más gaditanos los que optan por marcharse al extranjero en busca de un mejor entorno laboral, o simplemente de una oportunidad que se resiste. Pero esta práctica no es nueva en los tiempos actuales, sino que tiene muchos antecedentes. Uno de estos ejemplos de lo que se podría denominar Gaditanos por el mundo lo aporta Joaquín Sánchez, que tiene tras de sí una curiosa historia y que hoy lanza a la vida un mensaje de optimismo a base de pedaladas.

La bicicleta ha sido siempre un instrumento muy ligado a Joaquín. Una forma de vida "desde que aprendí a montar en la Plaza de San Antonio y di mis primeras pedaladas por la calle Ancha", recuerda este gaditano de 43 años. "Mi primera bici de carreras, una Torrot verde, se convirtió en mi vehículo para ir al colegio (San Felipe Neri) y desplazarme por la ciudad", sigue contando Joaquín, que estudió en la Facultad de Filosofía y Letras, a la que lógicamente iba en bici a diario. "Desde siempre me han apasionado las bicicletas", resume. Será por eso que después de estar viviendo y trabajando en Londres como mecánico en una tienda de bicis (además de como tripulante de cabina para una compañía aérea), decidió viajar en bicicleta por toda Europa y, en el año 2009, por Estados Unidos, al ser seleccionado para cruzar en bicicleta desde Nueva York hasta Los Ángeles.

Esta viaje fue el que cambió la vida de Joaquín... hasta hoy, al menos. "A medio camino, pedaleando por el desierto de Nevada, decidí que no quería volver a mi vida en París, así que yo y un amigo continuamos el viaje desde Los Ángeles. La idea era llegar hasta Argentina y luego seguir, pero llegamos a México. Mi amigo decidió volver a Estados Unidos y yo me quedé en San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas. México me atrapó", explica este gaditano.

Allí inició una nueva etapa abriendo un taller de bicis y un hostal en la ciudad de San Cristóbal. Pero después de tres años Joaquín comprobó que echaba algo en falta: "trabajar de mensajero en bicicleta", algo que ya hacía cuando estuvo viviendo en París, antes de cruzar el Charco. También echaba de menos la vida de una gran ciudad, "así que me vine a México DF" y creó la compañía de bicimensajeros en la que hoy trabaja. "El DF es una ciudad muy loca y el tráfico es el más caótico del mundo. Me encanta porque está llena de vida y nunca te aburres", indica Joaquín, que asegura sentirse "como en casa" aunque reconoce que siempre que puede "me voy de vacaciones a Cádiz a ver a mis padres". Y, como no podía ser de otra forma, cuando llega a su ciudad natal está claro cuál es el plan: "lo primero que hago cuando llego es irme en bici a La Punta a comerme un dobladillo con una cervecita sentado al sol mirando la Bahía de Cádiz".

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