Obituario

Teníamos cuatro años (a la memoria de Jesús Jiménez García)

Jesús Jiménez, en el centro del grupo con un polo negro, en la celebración del 25 aniversario de la finalización de la EGB de su promoción en el Colegio San Felipe Neri.

Jesús Jiménez, en el centro del grupo con un polo negro, en la celebración del 25 aniversario de la finalización de la EGB de su promoción en el Colegio San Felipe Neri.

Teníamos cuatro años cuando una mañana de comienzos de septiembre del año 1977 emprendíamos nuestro primer viaje al Colegio San Felipe Neri de Cádiz. Dicho viaje tendría dos paradas: la primera en 1987 y la segunda en el año 1991. Esa mañana de lunes del año 77, cuando tan solo tenía cuatro años, la guardaré siempre en lo más profundo de mi corazón. Quién iba a mí a decirme que me encontraría entonces con un grupo de compañeros que serían a la postre como mis hermanos. Así fue, esa mañana, hace ya 44 años, lucíamos nuestro baby escolar celeste y blanco que nos acompañaría en nuestras batallas en el patio de albero y asfalto de nuestro querido colegio.

Todas las mañanas a primera hora escuchábamos a la profesora decir: "Alba, Andrey, Barra, Beltrán", pasando por ti, Jesús Jiménez García, y siendo yo uno de los últimos de esa mágica lista que eran para nosotros como los diez mandamientos. Recibimos una educación y una formación encomiable que nos hizo ser más hombres y mejores personas: valientes, honestos, trabajadores y con una gran empatía y sensibilidad. Y por supuesto, como no podía ser de otra forma, muy traviesos. ¡Y no me digas que no, querido tocayo, que tú fuiste uno de los que se llevó una de las grandes y temidas broncas de don Vicente Cervera! Aprobados, suspensos, excursiones, viajes, carreras y partidos de fútbol en el patio donde a veces jugábamos con una cucharilla como balón, bocadillos de caballa, patatas fritas McCain, entre otras muchas cosas, formaban nuestra rutina diaria cada año y cada momento, siempre en el clima sano y jovial de unos inquietos críos que buscábamos abrirnos paso en la vida y enfrentarnos a los embates de la misma.

Todos chicos entonces, éramos el grupo de la "A", orgullosos de llevar la camiseta roja. Nuestro hermano mayor, 3 años por delante de nosotros, lucían la amarilla de la letra "C". Los años pasaron y empezamos una adolescencia haciendo de las nuestras en el viaje de fin de la EGB a Madrid donde el Motel Los Olivos era nuestra base de operaciones. De ahí, entraríamos en el bachillerato, si bien, muchos siguieron su camino por otros institutos y centros de nuestra tacita de plata. La vida continuó, pero esa semilla inicial creada muchos años atrás perduró con nosotros y arraigó con una fuerza inusitada. Sin duda, esos catorce años marcaron nuestras vidas y nos prepararon para disfrutarla y vivirla como lo hemos hecho.

En el año 2012, celebrábamos con júbilo y pasión esos 25 años de nuestra finalización de la EGB donde la emoción nos embargaba al cantar, 30 años después, con don Luis y don José Ramón, nuestros profesores en 3º y 8º de EGB, respectivamente, ese "Vaporcito de El Puerto" que entonábamos a los cuatro vientos en el curso 1981–82. Y cuatro años después, querido tocayo, eras el partícipe fundamental para la organización del maravilloso evento de los 25 años del bachillerato donde cantábamos el Himno Marianista con el Padre don Luis Castro (que gloria goce) y don Feliciano, y acompañado de nuestro compañero y "hermano" Rafa en un día único y apoteósico que siempre quedará guardado en lo más profundo de nuestros corazones.

Han pasado ya 44 años, mi querido tocayo, y has emprendido ahora un nuevo viaje con destino 'La Gloria' donde te encontrarás, entre otros, a nuestros queridos compañeros en ese período tan mágico que vivimos juntos, Miguel Ángel Téllez y Jaime Beltrán, quienes ya lo emprendieron años atrás y te recibirán con los brazos abiertos. Te has enfrentado a la muerte con una valentía y un coraje que saltan de mis ojos lágrimas de emoción como si fuera una fuente. Coraje, amor, lucha y palabras que no sé ni como expresar han sido tus estandartes para pasar con tu familia y seres queridos estos últimos momentos. Y nos lo has expresado de una manera tan realista y generosa que, sin lugar a dudas, nos has dado la mayor lección de nuestras vidas. Nuestros compis Rafa y Miguel han tenido un papel muy importante para con tu entereza ya que nos han mostrado a todos que en la tierra hay también ángeles y santos.

La tarde del 1 de mayo llegaste al Reino de los Cielos y sé que desde allí cuidarás de todos nosotros, y nosotros, desde la tierra de los mortales, brindaremos por vosotros en cada uno de nuestros míticos encuentros en los que tú siempre participabas con tu singular alegría, cariño y entusiasmo.

Esa mágica mañana de septiembre de 1977, en la que nos encontramos todo el grupo por primera vez, siempre quedará en lo más profundo de nuestras almas y de nuestros corazones. Teníamos entonces cuatro años….

¡Nunca te olvidaremos, querido Jesús! Descansa en paz, compañero.

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