Julio Mariscal, poeta de Arcos, a través de cien poemas
La gaditana Blanca Flores selecciona para la editorial La Isla de Siltolá un centenar de las composiciones más significativas de la obra literaria del relevante escritor arcense
Julio Mariscal es la poesía verdadera
Julio Mariscal fue en muchos sentidos un poeta maldito. El escritor arcense versificó su vida y la de su sociedad en una época donde su libertad personal le costó más de un sufrimiento. Nacido en Arcos en 1922 y fallecido en 1977, Mariscal brilló en las sombras de su generación, fue condenado por su condición sexual y su poesía quedó públicamente marginada para emerger tardíamente a través del empeño de muchas personas. Entre ellas, la poeta y crítica literaria gaditana Blanca Flores, autora de un amplia tesis sobre el poeta, responsable de la edición de su poesía completa en 2014, a través de La Isla de Siltolá, y elegida de nuevo por esta editorial para seleccionar de la obra de Julio Mariscal las piezas de la obra, recién publicada, ‘Cien poemas’.
Presentado ya este verano en Cádiz, en un acto celebrado en el Espacio de Cultura Contemporánea (ECCO) y conducido por Yolanda Vallejo, este selecto poemario de Julio Mariscal vivirá también su alumbramiento público en próximos actos que se celebrarán en Chiclana (próximo miércoles día 25), Paterna (18 de octubre), Arcos (durante el mes de noviembre) y en la jerezana Fundación Bonald en una fecha aún no determinada. Son, en palabras de Blanca Flores, “bolos literarios” con los que la gaditana no pierde su vínculo con la literatura mientras atiende la intensa agenda política derivada de su cargo público más oficial: subdelegada del Gobierno en la provincia de Cádiz.
El editor y también escritor Javier Sánchez Menéndez, puertorrealeño afincado en Sevilla, publicó hace diez años con La Isla de Siltolá un volumen con la poesía completa de Julio Mariscal. Lo hizo ya por entonces de la mano de Blanca Flores en una edición, recuerda la autora, que llegó a presentarse en Madrid en un acto en el que intervino como maestro de ceremonia el también poeta de Arcos, recientemente fallecido, Antonio Hernández.
Ahora, una década después, la editorial ha iniciado una nueva colección poética que arrancó con el autor donostiarra Karmelo C. Iribarren y cuyo segundo volumen está dedicado a Julio Mariscal. Bajo el título genérico de ‘Cien poemas’, trata de acercarse a la obra de cada uno de los autores a través de un centenar de piezas más significativas.
“La verdad -cuenta Blanca Flores- es que Javier Sánchez Menéndez siempre ha confiado mucho en mi criterio. Esta selección de cien poemas ha sido para mí algo fácil y difícil a la vez. Es fácil porque conozco bien la poesía de Julio Mariscal, pero es difícil porque quedarte sólo con cien... La calidad de Julio dificultaba la selección”.
Todos los poemas incluidos en esta antología son conocidos, están ya publicados, aunque Julio Mariscal tiene también una “obra inédita importante” que aún no ha salido a la luz: “La familia ha sido muy celosa de su vida y de su obra”.
Y es que el papel de poeta que encarnó Julio Mariscal en vida no fue fácil: “En cierta medida fue un poeta castigado por el tiempo y por sí mismo. Eso dificultó mucho la trascendencia de la obra, aparte la época que le tocó vivir donde publicar era complicado. No había ayudas para la cultura en general. La mayoría de la obra literaria de los autores de su Generación del 50 estaba dispersa, fundamentalmente, en revistas literarias. De ahí sí recopilé poemas en su día”. ‘Platero’, ‘Arquero de Poesía’ o ‘Alcaraván fueron las revistas donde Julio Mariscal publicó de manera asidua.
Relata también Blanca Flores que tras haber hecho el servicio militar en Vejer, Julio Mariscal se trasladó a Cádiz para estudiar Magisterio. Aquí conoció a Fernando Quiñones, Caballero Bonald o Pilar Paz: “Es cuando empieza a tratar con los poetas de Cádiz y, luego, con el resto de los ‘plateros’, entre ellos Serafín Pro Hesle. Él, con esa idea, se va a Arcos y funda ‘Alcaraván’ con los Murciano, con Juan de Dios Ruiz Copete, Cristóbal Romero y Antonio Ruiz Baena. La revista se publica de 1949 a 1956”.
Ejerció siempre el magisterio, salvo un breve periodo por Huelva, en localidades de la provincia de Cádiz, como El Bosque y Espera. “Pero, por su condición sexual, le aplican la Ley de Vagos y Maleantes, y en cierta medida, y a modo de castigo, pr un lado José María Pemán le encarga para redimirlo ‘Quinta palabra’, que es un sonetario a modo de vía crucis, y por otro, además, lo destinan a Paterna donde lo tienen desde 1957 hasta 1967. Allí hace ‘Arquero de poesía’ junto a Rafael Mir Jordano, Gloria Fuertes y Antonio Gala. La revista aparece en todos los números como si se hubiese publicado en Madrid, donde estaba fechada, pero se hacía desde Paterna. Allí llegaban todos los escritos”, explica Blanca Flores.
Este nuevo volumen sobre Julio Mariscal devuelve de algún modo al poeta arcense al escenario literario y abre, a unos años de conmemorar el cincuentenario de su muerte, una puerta más en el empeño por recuperar su obra: “Recuperar a Julio significaría, por una parte, rescatar el acervo lingüístico que contiene su obra en relación con el campo andaluz. Si queremos recuperar terminología del andaluz o campos léxicos del campo andaluz, están en la obra de Mariscal. Términos que muchos de ellos han caído en desuso. Es un ejemplo de nuestra modalidad de andaluz hecha poesía”.
“Por otra parte -continúa Flores-, es este escritor comprometido con su tiempo, con su tierra... En cierta medida se le puede considerar un poeta social adelantado a su tiempo. Tiene poemas, incluso, dedicados a la fosa común; eso es impensable en aquella época. A cualquiera se le hubiese prohibido publicar, pero no lo miraría mucho la censura. También es un poeta que, para su tiempo, escribe al amor oscuro como nadie. Se le puede poner a la altura de Lorca y de Cernuda en ese aspecto, con una metáfora y una forma de hacer poesía que es brutal. Hay versos que son una barbaridad”.
También reconoce Blanca Flores que hay algunos aspectos que jugaron en su contra, “como su temperamento, su forma de ser, que le impedía pelear o luchar por que se le publicara su obra. Por otra parte, la época que le tocó vivir y, también, que falleció muy joven. A partir de la democracia es cuando empiezan a brillar de alguna forma, a ponerse en el escaparate, los poetas y escritores del 50. Es cuando se empieza a leer y a conocer más la obra de Quiñones, de Bonald...”.
Y aboga la poeta y crítica literaria gaditana por recuperar también la vertiente flamenca de Julio Mariscal. Detrás de ella anda, por ejemplo, el isleño Enrique Montiel: “Julio crea los festivales de la petenera en Paterna, él escribe incluso letras flamencas para el Perro de Paterna, Rufino, para los Panderetos y otros artistas. Está también su legado en discografía, y es una parte que gente como Enrique Montiel está rescatando, esa parte de flamenco. Y hay que seguir trabajando la parte literaria y poética, en la que he estado implicada estos años. Hay que seguir de alguna manera recordándola y poniendo en primera línea, porque el paso de los años demuestra que su obra no pasa de moda. Esto nos lleva a pensar que su poesía debe quedar ahí, como auténtica y eterna”.
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