Industria

El intento de cierre de 1995 y el asalto a la sede del PSOE en Cádiz

  • El Gobierno de Felipe González elaboró el PEC, un documento que incluía el fin de la factoría gaditana

Imagen del asalto a la sede provincial del PSOE en septiembre de 1995.

Imagen del asalto a la sede provincial del PSOE en septiembre de 1995. / Julio González

Unas siglas con tres letras, PEC, escondía el certificado de defunción de la factoría de Astilleros de Cádiz, en la que también se incluía Sevilla y la privatización de otros en el país como Vigo, Gijón y Cantabria. Un documento, ese Plan Estratégico de Competitividad realizado por el Gobierno socialista de Felipe González y un ministro de Industria, Juan Manuel Eguiagaray, que se convirtieron en 1995 en el enemigos públicos de la Bahía en aquella fecha.

Era el enésimo plan de reconversión de Astilleros Españoles desde finales de los años 70 pero con éste se habían subido varios grados ya que se quería proceder al cierre de una factoría que se consideraba santo y seña de la industrialización en la Bahía.

La noticia del cierre y de ese PEC llegó en el mes de junio y rápidamente hubo una movilización general de los propios trabajadores, de los políticos y también de la sociedad civil.

Dicen que aquella manifestación que tuvo lugar en una tarde del mes de julio y que acabó en el Ayuntamiento ha sido la más numerosa de todos los tiempos en la capital gaditana. Allí se concentraron unas 100.000 personas. En la Casa consistorial los tres partidos con representación, es decir, el Partido Popular con una recién llegada a la Alcaldía, Teófila Martínez, el PSOE e Izquierda Unida hicieron una declaración conjunta sin fisuras: “Astilleros no se cierra”.

Toda la presión ejercida desde Cádiz sólo sirvió para que empezara a haber diálogo con el Ministerio de Industria pero la sentencia de muerte seguía para adelante.

A principios de septiembre los trabajadores iniciaron los primeros disturbios en las puertas de la factoría pero todo estalló en una tarde de mediados de septiembre en la plaza de San Antonio.

Allí hubo una concentración protagonizada por los sindicatos en las que intervinieron los líderes de las centrales de algunas empresas públicas con discursos incendiarios debido al momento que se vivía. Aquel mensaje de barricadas acabó con el asalto a la sede provincial del PSOE, desde cuyos balcones volaban máquinas de escribir y mobiliario.Ya no había marcha atrás e intervinieron los antidisturbios durante aquella noche y los días siguientes en una ciudad que estaba casi en estado de sitio. En aquella noche del PSOE las calles estaban desiertas porque había una guerra de guerrillas. Lo del metal de estos días es una anécdota con respecto a lo que ocurrió en 1995. El corte del Puente Carranza se hacía casi a diario.

Tras aquellos días de infierno, el Gobierno dio marcha atrás y dejó la factoría de Cádiz abierta. Eso era una victoria pero también enseñó el camino para doblegar al Gobierno o a quien sea.

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