Gastrológico: Un espacio para disfrutar y valorar la cocina en Cádiz
En su local de la calle Parlamento organizan talleres, cursos, catas y eventos para todos los públicos
Acercarse a la cocina sin miedo, aprendiendo técnicas y recetas en un ambiente distendido en el que formar una comunidad. Eso es lo que se consigue en Gastrológico, un espacio gastronómico que abrió sus puertas en la calle Parlamento de Cádiz en diciembre de 2019.
Aquí Pablo Mariñas y Eulalia Robles imparten talleres y cursos de cocina, organizan almuerzos y cenas privadas para grupos o reuniones de empresa, catas y eventos.
Tanto para profesionales como para amateurs, las formaciones de Gastrológico buscan crear un ambiente distendido para acercarse a la cocina y poner en práctica en casa los conocimientos adquiridos.
En la actualidad tienen en marcha un ‘Curso intensivo de iniciación a la cocina’, que volverá de nuevo en febrero, el mismo mes en que comenzará el ‘Curso intensivo de iniciación a la repostería’. En su web también se anuncian los talleres de dumplings, arroces, arroces de invierno, cocina fusión, sushi, cocina italiana, roscón de Reyes, cocina hindú, cocina griega, cocina japonesa, ramen, cocina mejicana, cocina marroquí, ceviches y tartares, repostería americana y pizzas.
Además, en verano organizan un campus de cocina para niños en el que aprenden “a apreciar lo que hay detrás de un plato de comida. Es un trabajo que no se está haciendo en ningún sitio, entonces lo tendremos que hacer desde el ámbito privado. Está muy bien enseñarles a los niños nutirición en el colegio, pero si no va acompañado de cocina no sirve para nada”, señala Pablo.
“Los niños se lo pasan muy bien”, apunta Eulalia, quien añade que “nosotros no les obligamos a probar nada, pero ellos mismos se sorprenden cuando prueban algo que en principio pensaban que no les gustaba y les encanta. Los niños se divierten mucho, disfrutan y es importante despertarles interés por la cocina y por alimentarse bien”, afirma Eulalia.
Pablo agrega que con estos cursos los pequeños “aprenden cosas básicas que en el futuro les van a servir porque todos los días van a desayunar, comer y cenar. No hay más remedio que alimentarse bien y disfrutar de algo que van a hacer toda su vida”.
Precisamente esa es una de las cosas en las que incide Pablo: es más fácil, rápido y barato alimentarse mal y por ello es fundamental tener cultura gastronómica. “Vete a cualquier supermercado y mira que pone la gente encima de la cinta. Te puedes echar las manos a la cabeza. Estamos llegando a Estados Unidos, porque un kilo de tomates cuesta cada vez más caro y entonces prefieres comprar tomate envasado, frito o triturado, con sus azúcares, sus grasas, sus conservantes....”
La falta de tiempo y de dinero se convierten en armas de doble filo a la hora de alimentarse de una forma saludable. “Eso lo vamos a notar al final. Ya se está viendo en la salud de la gente. Tomamos medidas luego, cuando ya es tarde y acudimos a nutricionistas, nos apuntamos al gimnasio... Ese trabajo habría que haberlo hecho antes”, advierte el cocinero.
“Mi abuela siempre citaba un dicho que yo le transmito a los niños en los cursos: todo lo que no te gastes en comida, te lo gastarás en farmacia”, interviene Eulalia. “Es importante comer bien, todo lo que no te gastes en un buen aceite, una buena carne o una buena verdura te lo vas a gastar en farmacia. Elige lo más gratificante”, continúa.
Apostar por los alimentos de temporada y de proximidad es una de las claves para ahorrar y comer sano. “En cada época hay que comer lo suyo. Ahora por ejemplo es el momento de los mangos, que son de la zona de la Axarquía de Málaga. Hay que aprender a volver a la temporalidad, que se ha perdido”, subraya la cocinera.
En sus talleres y cursos se ponen en práctica todos estos trucos para aquellos alumnos que por cuestiones variadas se acercan a Gastrológico. “Al principio vienen con timidez pero luego encajan, hacen grupo e incluso siguen manteniendo el contacto fuera de aquí”, sostiene Pablo.
El público al que se dirige su oferta es extenso y heterogéneo. “Contamos con un abanico amplísimo. Desde los niños en verano hasta señores y señoras con ochenta y tantos años. En un mismo taller encaja muy bien gente de diferente edad. Yo siempre digo que la cocina o te une o te separa, pero normalmente suele unir”, enfatiza Pablo, quien bromea con que “son clases extraescolares de adultos”.
Clases prácticas, amenas y en la que los resultados van más allá de los fogones. “Tenemos un señor jubilado que nos comentó que aprender a cocinar le ha devuelto la alegría. O una señora viuda que aprendió a cocinar porque era su marido el que lo hacía y quería recuperar las reuniones en casa. Está encantada. Yo a veces pienso que les estoy enseñando poco, que me falta tiempo, pero lo que intento sobre todo es que más allá de que aprendan técnicas , les entre el gusanillo por la cocina”, finaliza.
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