Dos gaditanas se hallan atrapadas por las inundaciones en Perú
Josefina y Maribel, responsables de la tienda de vinos Magerit, llevan cinco días en un pueblo junto a Machu Pichu y se sienten abandonadas por la Embajada
Josefina y Maribel emprendieron hace unos días un viaje a Perú en el que pensaban disfrutar de su gastronomía, sus paisajes, sus monumentos y su pisco, ese licor destilado de uvas que es una de las enseñas del país andino. La profesión de las dos, encargadas y socias en la tienda gaditana Magerit Vinos, era una de las razones para este largo desplazamiento. Su excursión de placer ha terminado en una auténtica pesadilla. Marcharon para una estancia de dos días a Machu Pichu y las lluvias torrenciales que han azotado el país, desbordado ríos y derrumbado casas les han obligado a quedarse en la población llamada Aguas Calientes o Machu Pichu Pueblo. Así llevan ya cinco días y ayer estaban "desesperadas " y "hartas de las mentiras de la Embajada española", según Josefina.
En Aguas Calientes, junto con otra chica de Madrid, Josefina y Maribel son las únicas españolas, pero con ellas hay una dos mil personas en la misma situación, ya que la única vía de entrada es la férrea, cortada por las inundaciones. "Ahora mismo no quiero ya ni que nos llame el Gobierno, sino que en cuanto podamos intentaremos salir con nuestros propios medios", protesta Josefina, que ahora está alojada en un hostal sin comodidades, y cuya compañera necesita una medicación que se le está terminando. "Hasta ahora la Embajada no nos ha dado más que falsas esperanzas de rescates extraños y llamadas contándonos cómo está la situación. Pero lo que queremos son soluciones". Josefina y Maribel se levantan todos los días a las seis de la mañana "nos adecentamos como podemos y nos vamos a la estación a hacer una cola de 12 horas" en espera de una evacuación que no se produce.
Asegura que los rescates por helicóptero que se están haciendo son selectivos: "Nos dijeron que iban a llevarse primero a los niños con un acompañante, a los ancianos y a los enfermos, lo que aceptamos lógicamente, pero hasta ahora el 90% de los evacuados son norteamericanos y clientes del Hotel Inca Rail, que pertenece a la misma compañía que gestiona la vía férrea cortada... y los enfermos siguen aquí".
"Esto es horrible, hay miles de personas que han perdido sus casas", comenta Josefina, que se queja también de la falta de alimento para los cientos de turistas atrapados por las inundaciones. Muchos de ellos están durmiendo en los vagones parados. Cuenta la empresaria gaditana que se dio cuenta del desastre que se avecinaba cuando el primer día, desayunando, vio que el río que pasaba junto al hotel "se tragaba literalmente un árbol enorme junto a la orilla. Fue impresionante, y yo me asusté, pero Maribel me tranquilizó. Lo que pasa es que poco después el río se tragó otro árbol igual y a continuación seis metros de calzada. Entonces le dije a Maribel que nos fuéramos a la parte más alta del pueblo y allí estuvimos tres horas, hasta que un guía vino a buscarnos y nos dijo que nos fuéramos a la estación, que allí nos rescatarían. Desde entonces, repetimos esa rutina todos los días, sin ningún resultado. Algunos están saliendo, nosotras seguimos aquí". Los turistas, mientras, se están organizando.
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