Las guías de viaje sobre Cádiz

Cuatro formas de visitar Cádiz

  • Las guías de turismo han reflejado los cambios en la ciudad a lo largo del último siglo 

  • Se ha pasado de un estilo engolado a una avalancha de datos útiles

Publicidad e itinerario en la guía de 1918

Publicidad e itinerario en la guía de 1918 / D.C.

Internet manda. Viajamos y desde casa nos montamos una ruta completa de lo que queremos ver en nuestras vacaciones gracias a un clic. Buscamos qué museos hay que ver, dónde comer, las playas si las hubiera o la sierra en su defecto. Un clic para conocer los espacios de ocio, las zonas comerciales e incluso un poco de historia del lugar elegido para nuestras vacaciones. Si se tiene añoranza del papel se puede imprimir todo lo que se ha buscado, y si no, guardarlo en el teléfono móvil.

Hace un siglo, todo era muy diferente. El viajero iba siempre bien provisto de guías en papel, por supuesto, que se convertían en el bastón sobre el que se apoyaba para no perderse nada.

La pervivencia de las guías turísticas nos permite comprobar cómo ha ido evolucionando la propia ciudad. Cómo se han perdido referencias de nuestra historia y cómo han ido naciendo otras nuevas.

Para este reportaje buscamos cuatro ejemplos temporales. Una guía de 1918, cuando colectivos ciudadanos atisbaban ya el potencial turístico de Cádiz; otra que aún fechada en 1980, en pleno retorno de la democracia, mantiene imágenes y textos de décadas anteriores, aún durante la dictadura; una tercera editada en 1989 y donde ya se refleja la evolución moderna de la ciudad. Y para terminar, el modelo actual de guía en papel, muy gráfica, completa y de fácil manejo fechada en 2006.

A principios del siglo XX un grupo de apellidos ilustres de la ciudad pone en marcha la Sociedad de Turismo, a fin de conseguir el beneficio económico que otras capitales lograban con la presencia de los turistas, escasos en nuestra ciudad.

Cádiz, también, vivía una transformación urbana con el derribo de las murallas y una aún tímida expansión en extramuros.

Portada de la guía de 1918 Portada de la guía de 1918

Portada de la guía de 1918 / D.C.

El periodista Joaquín Quero comenzó a editar en 1914 una Guía para Turistas en Cádiz. En la edición de 1918, ya asentada y con una distribución de 6.000 ejemplares por medio mundo, recordaba que la Sociedad de Turismo, sobre la que se apoyaba esta publicación, nació "con el objeto de hacer más agradable la estancia en Cádiz a los forasteros. La Sociedad procura, por cuantos medios están a su alcance, conseguir mejoras en lo que se refiere a higiene, policía y embellecimiento de los lugares visitados por los turistas, igualmente que en los medios de transporte". Para ello se editaban folletos y se organizaban conferencias, además de costear una oficina de turismo ubicaba en lo que hoy es el paseo de Canalejas, entonces apenas urbanizado tras el derribo de la muralla.

La Guía de 1918, con cerca de 400 páginas y con textos también en inglés y francés, nos permite recuperar la imagen de un comercio urbano muy boyante, pues sus páginas están plagadas de anuncios de ultramarinos, bares y restaurantes, pensiones y hoteles (como el Victoria que destaca que dispone de "alumbrado eléctrico en todo el edificio y está a pie del tranvía"). Anuncios de líneas marítimas y de tiendas de moda o zapaterías e incluso de la fábrica de naipes Los 2 Tigres, además de referentes como la pastelería Viena y los grandes almacenes El Águila. Desgraciadamente la casi totalidad de las marcas ya han desaparecido, ejemplo de una época de esplendor que no se repetirá hasta la década de los sesenta.

Aún centrándose en el turismo, la guía mantiene la línea seguida desde el siglo anterior por anuarios ya tradicionales, como los editados por Rossety y, después, por Serafín Pro, con amplias referencias sobre la realidad económica y comercial de la ciudad. Así, caben en una publicación tan especializada artículos dedicados a los astilleros o al depósito franco (primer paso de la futura Zona Franca).

Llama la atención el relato crítico que se hace de la propia ciudad y provincia cuando habla de la bondad de su clima: "del que no se ha hecho la debida propaganda porque el gaditano, acostumbrado a gozar de ello, no se da cuenta del tesoro que posee y no sabe apreciarlo". O del potencial de la zona al ser "una de las regiones menos conocidas, aún para los mismos hijos de la capital, habiendo contribuido a ese desconocimiento la falta de medios cómodos de comunicación". Eso sí, se aclara que en la capital existen sociedades de sport, balnearios de playas, una necrópolis ante-romana en Punta de Vaca, así como el museo de pinturas y el iconográfico, junto a una Catedral "moderna pero de excelente vista".

Guía de 1918 Guía de 1918

Guía de 1918 / D.C.

La guía hace un somero recorrido por el primer templo de la ciudad y por el Museo de Pinturas (hoy Museo de Cádiz en la plaza de Mina). Lamenta la ausencia de un catálogo a la vez que destaca el sarcófago antropoide como lo mejor del Museo Arqueológico, que en 1918 aún se ubicaba en la Biblioteca Provincial. Eso sí, se anima a visitar la necrópolis romana donde "el guarda tiene a la venta postales y fotografías de los descubrimientos" arqueológicos. Este yacimiento acabó destruido en la explosión de 1947.

Hace un recorrido por teatros de la época que ya han pasado a la historia: Cómico, Principal, Teatro de Verano, además del Gran Teatro que pocos años más tarde se denominará Teatro Falla. O la capilla del Sanatorio Madre de Dios, también desaparecida.

El cronista evidencia que "está la Cádiz muy escasa de monumentos", mencionando los dedicados a Silos Moreno, Castelar y Moret y anunciando el que aún estaba en construcción dedicado a la Constitución de 1812. Eso sí, deja claro que "posee Cádiz el mejor faro de España, situado en el islote de San Sebastián", a la vez que menciona la potencia de los casinos gaditano y militar.

Aporta datos de los tiempos de trayecto en ferrocarril entre Cádiz y Madrid: sale a las siete y media de la mañana y llega a la capital a las siete y diez de la tarde. El Express viaja de noche, entre las cuatro y veinte de la tarde y las nueve de la mañana.

A falta de información sobre el Carnaval, y también de las playas, sí incluye la Guía de 1918 una primera referencia al fútbol, relatando la breve historia del Español F.C.: "Mayor impulso ha tomado este deporte en Cádiz durante el último año, habiéndose despertado por iniciativa del club en cuestión un entusiasmo y una afición extraordinaria", como ahora.

Canalejas en la guía de Everest. Aún estaba el cine Gades Canalejas en la guía de Everest. Aún estaba el cine Gades

Canalejas en la guía de Everest. Aún estaba el cine Gades / D.C.

La editorial Everest convirtió a sus guías en un referente para los viajeros por toda España durante varias décadas. Acostumbraba a encargar los textos de cada libro a autores de referencia, aunque en algunos casos con un estilo empalagoso, y cuidaba la calidad de las fotografías.

En este caso elegimos una guía fechada en 1980. El año, sin embargo, engaña pues muchas de las imágenes son más antiguas a la vez que se ofrece una información igualmente anticuada. Un ejemplo es el plano que ocupa la sobrecubierta del ejemplar: centrado en el casco antiguo está lleno de calles y plazas con nombres franquistas, que habían sido eliminados por el ayuntamiento democrático en 1979: plaza de la Victoria, avenida y plaza del Generalísimo, plaza y paseo de José Antonio Primo de Rivera. Hay fotos también desfasadas, como una barriada de La Paz aún en construcción. O Canalejas con el Cine Gades aún en pie.

También es propio del relato del franquismo el tono de los textos. En el capítulo 'Cádiz, salada claridad', se escribe: "La nota más acusada de la provincia gaditana es la variedad. De un mar inconfundible y majestuoso, que baña las playas más generosas de la provincia, a las más pronunciados y bellos perfiles serranos. Cádiz es eso: un excelente muestrario, ajeno a toda divagación literaria". En su recorrido por la historia de la ciudad, que concluye con Alfonso XII, hace una breve mención a la Pepa como "famosa y discutida Constitución".

Realiza la guía un recorrido amplio de lo que se ofrece en la Catedral, "espléndido edificio donde todo es gracia y suntuosidad arquitectónica", así como en el todavía denominado como Museo de Pinturas, que respecto a la guía de 1812 ha crecido de forma notable en número de salas, de dos a once.

El relato de Everest alcanza su cénit al recorrer calles y plazas "que son el cabal exponente de su bella y airosa urbanización. Cádiz es una ciudad elegantemente trazada -se afirma sin pudor- y esta elegancia se advierte en la limpia disposición de sus calles y en el incomparable recato de sus plazas".

Invita la guía al lector a conocer "el hondo y particular sentir gaditano" en el Pópulo, Santa María y la Viña, omitiendo el estado de degradación que en esa época sufrían los tres barrios. Que lo descubran los turistas.

La falta de concordancia con la realidad atendiendo a la fecha de edición de la guía destaca aún más cuando se hablan de las fiestas de la ciudad y de su referente, el Carnaval: convertido como "fiesta típica", referencia ya eliminada unos años antes. Sorpresa: sólo se le dedica un párrafo sin foto a esta fiesta, mientras que deja claro que es el Corpus "la fiesta fundamental de la ciudad".

La guía de 1989 La guía de 1989

La guía de 1989 / D.C.

Tal vez para salvar un poco los papeles, la guía se cierra con un amplio listado de servicios muy útiles.La tercera guía analizada está fechada en 1989. La edita el Ayuntamiento de Cádiz. Los textos corresponden a Juan Ramón Cirici, lo cual es una garantía de calidad, así como las fotografías de Fernando Fernández.

La guía cambia el concepto de las anteriores. Sus 114 páginas se reparten en tres itinerarios diferentes que permiten recorrer al lector hasta 92 lugares diferentes de la ciudad, desde plazas, calles, casas, monumentos, museos, edificios emblemáticos, iglesias, mercados, murallas, casas palacios e incluso barrios de referencia.

Textos cortos pero completos para trasladar al lector referencias históricas de cada lugar tratado, aportando los elementos más importantes que hay que ver en una visita a los mismos.

Es curioso ver esta guía, de diseño más adusto que las restantes, incluso demasiado serio, para comprobar los cambios urbanos que se han producido en la ciudad en los treinta años que han pasado desde su edición.

Habla de la Posada del Mesón como una casa de vecinos y sin referencia aún al Teatro Romano que hoy marca la vida del Pópulo; la vieja terminal férrea de 1905 servía como estacionamiento para los trenes, que en todo caso es más uso de lo que tiene desde hace unos años; la fábrica de tabacos aún no sabía que se iba a convertir en el Palacio de Congresos de Cádiz; el mercado central estaba pendiente de una profunda reforma que tardaría en llegar; Valcárcel era Valcárcel y su edificio un centro escolar antes de su eterno cierre; el balneario de la Palma estaba en un estado ruinoso antes de ser declarado BIC. Aquí el texto parece que retrocede en el tiempo pues habla de salones y restaurantes que habían desaparecido a mediados de la década de los setenta.

El Hospital Real también está a la espera de usos futuros, cerrado en 1989 y lejana su reconversión en espacio universitario. Como la Torre Tavira aún no sabía que en cinco años se transformará en una de las grandes atracciones turísticas de la ciudad.

La guía turística del Ayuntamiento se centra en el recorrido histórico y deja a un lado información de otros elementos fundamentales para el visitantes, como los transportes, horarios, servicios...

Todo ello sí se incluye, y de manera extensa, visualmente acertada y con contenidos amplios concentrados en 170 páginas, en la última guía del recorrido, puesta en el mercado por Ediciones Mayi en 2006 ya con internet mandando en nuestras vidas, con un amplio y bien elegido equipo de redactores.

Guía de 2006 Guía de 2006

Guía de 2006 / D.C.

Es la única guía, de las utilizadas para este reportaje, que incluye el plano de Puerta Tierra y utiliza la infografía para analizar en profundidad diversas referencias urbanas: la Catedral y sus capillas, la Santa Cueva, la Constitución de 1812 o las torres miradores.

Además de rutas tradicionales por barrios tradicionales, como Santa María, Pópulo, Mentidero, La Viña, aporta una ruta express por la ciudad para aquellos turistas que vienen con el tiempo justo y otras bajo el genérico de 'otros lugares', donde se da un papel relevante a Puerta de Tierra: desde sus playas hasta la Avenida o Puntales.

La tendencia del visitante a ir más allá del recorrido por las calles de la ciudad elegida y buscar nuevas alternativas turísticas que la guía responde: dónde desayunar, el pescado frito, las tapas, las cenas románticas, el café, las heladerías, tiendas indispensables..., además de un recorrido cultural mes a mes donde el Carnaval, en este caso sí, tiene el papel preferente en los festejos ciudadanos.

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