"El éxito del buen político está en confiar en los interventores"
Daniel Vázquez Salas. Político
Uno de los mejores 'actores secundarios' que ha dado el PSOE de Cádiz se jubila como empleado de Unicaja dos años y medio después de abandonar la política activa.
PARA mantenerse más de un cuarto de siglo en un cargo público hay que ser muy inteligente, o muy dócil, o muy bueno en las responsabilidades que te han sido asignadas, o no tener aires de grandeza. Puede que todas estas características estén reunidas en la persona de Daniel Vázquez Salas (Alcalá de los Gazules, 1950), uno de los mejores actores secundarios que ha dado el PSOE de Cádiz y uno de los referentes del mítico clan de Alcalá que tanto poder diera al socialismo gaditano. Desvinculado desde hace dos años de la política activa y jubilado como empleado de Unicaja desde hace pocos días, Vázquez analiza en esta entrevista su trayectoria, ensalzando a su generación de políticos y haciendo una defensa a ultranza de los interventores y del estado del Bienestar. Y lo hace como él es: sin alzar la voz, con su timidez de siempre y meditando mucho sus respuestas. Porque su obsesión ha sido, es y será no disgustar a nadie.
-El Ayuntamiento de Cádiz, la Zona Franca, el PSOE de Cádiz, la Delegación de Hacienda de la Junta, Unicaja... ¿De cuáles de estas administraciones o instituciones en las que usted ha trabajado le apetece hablar menos?
-No, no, yo puedo hablar de todo. Es verdad que ha habido momentos más desagradables que otros, como por ejemplo cuando decidí renunciar a la secretaría general del PSOE de Cádiz, pero cuando no hay nada que ocultar y cuando uno ha intentado cumplir lo mejor posible las responsabilidades que me han ido dando, pues se puede hablar de todo. Como dice Caballero Bonald, sólo somos el tiempo que nos queda. Y creo que 48 años de vida laboral suponen un saldo suficiente para descansar y para dedicarme a mis pasiones, que son la lectura, la familia y los amigos.
-¿48 años de vida laboral? Entonces empezó usted a trabajar...
-Sí, empecé a los 16 años en mi pueblo, en Alcalá de los Gazules, como el chico de los recados de la única oficina que tenía allí la Caja de Ahorros de Cádiz. Luego vine a Cádiz, donde fui el interventor de la sucursal de Loreto y llegué a ser director de varias oficinas, como la del barrio de La Viña.
-¿Quién le convence para entrar en política?
-Alfonso Perales. Vino a buscarme, hablamos y me metió en la lista del PSOE de Cádiz en las municipales de 1983. Yo empecé militando en la UGT y mis convicciones siempre han sido socialdemócratas. A mí el discurso que me mueve, como a la inmensa mayoría de los ciudadanos, es el del estado del Bienestar, ese que hoy está tanto en entredicho. Y ahí sigo.
-Delegado municipal de Hacienda en Cádiz en 1983. Cualquier similitud con el Ayuntamiento actual será pura coincidencia...
-Sí, claro. En términos cuantitativos no tienen nada que ver. Nosotros tuvimos que hacer una serie de políticas de saneamiento interno que dieron sus frutos. Las dimensiones eran totalmente distintas. Recuerdo que el déficit era ínfimo, si es que lo había. Y en el aspecto personal recuerdo que yo no estaba liberado como concejal. Llegaba al Ayuntamiento a las ocho de la mañana y a las 12 me iba a mi trabajo en la Caja. En ese momento pensaba que no era bueno dejar mi profesión. Es que tenía treinta y pocos años nada más...
-Fue usted concejal en la etapa gloriosa del PSOE de Cádiz, con una mayoría absoluta aplastante. Pero en 1987 cambió el Ayuntamiento por la Junta y no vio de cerca la caída de Carlos Díaz...
-Sigo pensando que Carlos Díaz fue un buen alcalde para Cádiz. Tuvo su época, es verdad, pero fue un buen alcalde. Yo jamás tuve diferencias con él. Pero en 1987 hubo un hueco en la Junta, pensaron en mí y me decidí a dar el paso, ya con dedicación absoluta, claro.
-Y otra vez asumiendo el área de Hacienda...
-Sí, es verdad, siempre Hacienda. Bueno pero es una delegación que ha pasado por responsabilidades distintas, según la etapa. En los tiempos de Jaime Montaner como consejero llegamos a tener Economía, Industria, Comercio, Turismo y Hacienda. Fue el momento de mayor dimensión de la consejería.
-En 1995 gana Teófila Martínez y usted, que ya es secretario general del PSOE de Cádiz, decide concurrir a las primarias para ser el candidato a la Alcaldía en las elecciones de 1999. Pero a última hora renuncia y le deja el camino libre a María de la O Jiménez. ¿Se arrepiente de esa decisión?
-No, para nada. En el momento en que vislumbré que el trato de mi partido hacia los dos candidatos no era equitativo, o que podía haber alguna trampa oculta, decidí que era mejor una retirada prudente antes que un escándalo.
-Pero el aparato del partido estaba en manos de sus amigos Alfonso Perales y Luis Pizarro.
-Sí, mis amigos y mis paisanos. La verdad es que no sé a qué vino esa apuesta clara por María de la O Jiménez.
-A lo mejor es que ya visualizaban el desastre electoral y no querían que usted pasara por eso...
-Posiblemente, posiblemente.
-Pues yo no le veo a usted como alcalde aguantando estoicamente en el palco del Falla una crítica a su gestión en una copla carnavalesca, ni le veo como líder de la oposición discutiendo con los concejales del PP en un pleno...
-Ya, y yo tampoco me he visto nunca en esas situaciones. Posiblemente ahí está la respuesta a las interrogantes que usted planteaba antes. Seguramente yo no funcionaría bien en ese rol, quizás porque soy más partidario de encontrar los puntos de encuentro que hay entre dos personas antes que buscar las diferencias.
-En esas elecciones de 1999 el PSOE saca sólo seis concejales, su peor resultado de siempre, y usted dimite como secretario local. O sea, que asumió personalmente el fracaso de otros.
-Bueno, es que los resultados fueron muy malos, sin paliativos. Y como yo era el responsable del partido en Cádiz, pensaba que lo mínimo era dimitir. Y no me arrepiento de lo que hice.
-¿En algún momento pensó en esa época que Teófila Martínez podía ser alcaldesa durante 20 años? Porque Cádiz, dicen, nunca ha sido de derechas...
-Es que eso de izquierda y derecha no funciona en el ámbito local. Lo que influye es la eficacia en la gestión de los servicios, que es lo que realmente importa al ciudadano. Eso es lo que se valora y también el coste de esos servicios y la imagen de esa administración. Yo la percepción que tengo de Teófila Martínez es que es una mujer muy trabajadora y que tiene un equipo ordenado y disciplinado. Quizás por eso lleva 20 años.
-Usted está al frente de la Zona Franca dos años, de 1994 a 1996, le cede el cargo a Rodríguez de Castro y cuando éste dimite en 2001 el PP la toma con usted, acusándole de ocultar desmanes en el Consorcio e incluso de haberse quedado con dinero. ¿Fue el peor momento de su vida política?
-Lo pasé muy mal, es verdad, pero siempre tuve la conciencia tranquila porque me limité a hacer la tarea que tenía encomendada. La pena es que no tuve tiempo de terminar esa tarea porque vinieron las generales de 1996, ganó el PP y hubo que irse. Ese es el juego democrático y hay que aceptarlo.
-¿Le molesta que aún hoy se diga que usted llegó a la Zona Franca para tapar los desmanes de las épocas anteriores a la suya?
-Hombre, desmanes no eran. Digamos que se habían producido una serie de disfunciones y había que ordenar el funcionamiento interno. Tampoco es que las cuentas estén hoy día muy equilibradas.
-Pero en la etapa anterior a la suya hubo sobresueldos de muchos millones de pesetas en dinero negro que no fueron declarados a Hacienda...
-Sí, los hubo, pero habían sido aprobados por el comité ejecutivo. Parte de ese dinero pudimos devolverlo en mi etapa. Tuve la obligación de liquidar esos sobresueldos en el aspecto tributario y regularizar la situación.
-¿Tuvo que destruir muchos papeles en la Zona Franca?
-Todo lo contrario. Lo que tuvimos que hacer fue crear papeles que no se habían hecho antes.
-Tras la etapa en la Zona Franca, en 1997 vuelve a la Delegación de Hacienda de la Junta, donde ha permanecido 15 años más y donde se convirtió en una especie de salvavidas para muchos ayuntamientos. ¿Tan mal se han gestionado las corporaciones locales?
-Sí, así ha sido. Los ayuntamientos han carecido de una cierta vigilancia financiera y fiscal, que es el papel que le corresponde a los interventores. A los interventores de las corporaciones locales se les ha hecho siempre muy poco caso y ahí está el principal error en política. La clave del éxito del buen político está en confiar en los interventores y en apoyarte en los buenos funcionarios que hoy tiene la Administración. Cuando hacemos un presupuesto no podemos olvidar que ese documento público se hace con los impuestos de los que te han votado pero también de los que no te han votado. Por eso hay que ser muy escrupulosos y ahí está la figura de los interventores. Y creo también que hay que dotar a las intervenciones de más medios y de más capacidad para perfeccionar la decisión política. Si siempre se hubiera hecho así, hubiera habido menos corrupción.
-¿Hay hoy más corrupción que nunca o es que ha cambiado la forma de actuar de la Justicia para con los políticos?
-Esa respuesta es complicada, entre otras cosas porque desconozco el funcionamiento interno de la Justicia. Lo que sí aprecio es que ha habido un cambio de valores en la política. Hay dos generaciones de políticos con valores distintos. La generación a la que yo pertenezco ha demostrado una integridad a prueba de cañonazos, por su formación en unos casos y por su moral o su propia ética en otros. Y en los tiempos actuales quizás ha llegado a la política gente con otra trayectoria. Hoy se le da más importancia a la eficacia de la gestión, a la prontitud, olvidándose muchas veces la legalidad del acto administrativo.
-¿Cuáles han sido los mejores políticos que ha tenido a su lado?
-Me quedo con los tres presidentes que he tenido: Borbolla, Chaves y Griñán.
-Pues a los dos últimos Susana Díaz les ha puesto en la picota con sus imputaciones en el caso de los ERE fraudulentos.
-Ya, ya. Bueno, lo de las imputaciones a los políticos es un tema muy complicado porque habrá quienes estén imputados con razón y quienes sufren mucho daño por ser realmente inocentes. Es muy arriesgado hablar de eso.
-Usted, que tanto ha trabajado en el área de Hacienda, ¿comparte la opinión de que España ya ha superado la crisis?
-Creo que estamos en una situación de cambio de paradigmas. Es verdad que estamos ya en un proceso de crecimiento pero tenemos que ir acostumbrándonos a que vamos a crecer de una manera diferente, que nada será ya igual a lo de antes. Los sectores y los niveles de crecimiento serán otros y ante ese escenario habrá que preguntarse si este país puede mantener cinco niveles de administraciones públicas o si se va a solventar todo a golpe de recortes. Por cierto, también habrá que ver cómo se financia a partir de ahora el estado del Bienestar porque se está demostrando que el actual sistema ya no vale. Los ciudadanos aprecian que se mantienen los mismos servicios pero también que éstos tienen carencias, un coste muy superior y que la presión fiscal sigue subiendo a todos los niveles.
-¿Cómo valora el efecto de Podemos? Porque hay quien ve cierta similitud entre este movimiento y el del cambio que aupó al PSOE a la Moncloa en 1982...
-Yo no veo similitud alguna. El PSOE que emergió en las primeras elecciones generales lo hizo con un programa claro que estaba directamente conectado con el socialismo democrático europeo. Y a los dirigentes de Podemos no les veo definir su programa en términos ideológicos. Podemos está recogiendo la frustración que ha originado una política de recortes, una política neoliberal a ultranza que ha hecho que nuestra mejor generación de jóvenes, la de los mejor formados, sea también la de los emigrados. Pero los indignados no son sólo esos jóvenes que emigran sino también sus padres, que ven que el esfuerzo que han hecho en torno a sus hijos no ha servido para nada porque el país que les ha formado no les ofrece ahora un puesto de trabajo. Podemos lo único que busca es acabar con el bipartidismo, pero los ciudadanos saben que el bipartidismo siempre ha sido más barato y más eficaz que el multipartidismo.
-¿Ha dado ya usted carpetazo a su carrera política?
-Yo creo que sí. Eso sí, me da la impresión de que la generación que hoy dirige mi partido no está por la labor de que los más veteranos aparezcan. Y yo conozco a históricos del PSOE en todos los pueblos de la provincia a los que les gustaría ayudar al partido pero no encuentran el momento, el hueco o la oportunidad para hacerlo.
-Abandonó usted la Caja de Ahorros de Cádiz en 1987 y regresó 25 años después, en 2012, cuando ya era Unicaja. Me imagino que la vuelta sería complicada, que usted estaría algo descolocado.
-Yo en Unicaja no he estado descolocado en mi vida. Además, ya me reincorporé unos años antes, cuando dejé la Zona Franca a finales de 1996, aunque ese regreso fue de apenas unos siete meses. Pero estos dos últimos años he estado allí muy a gusto, asumiendo tareas muy distintas como realizar informes, atención a los clientes, etc. Pero de descolocado en Unicaja, nada de nada.
-¿Cómo valora la gestión de Unicaja en estos años de crisis?
-La antigua Caja de Ahorros de Cádiz ya pasó una situación muy, muy crítica, pero gracias al tándem de José Ramón del Río y Enrique García Ledesma se salvó una situación muy complicada. Y ahora, a pesar de las convulsiones de todo el sistema financiero, Braulio Medel ha realizado una excelente gestión tanto en el proceso de fusión como en el posterior proceso de expansión. Y ahí están los resultados que atestiguan esta afirmación. Unicaja ha estado todos estos años muy bien dirigida y por eso no se han dado los espectáculos y los trajines que se han dado en otras entidades bancarias.
-¿Con qué tesoro y con qué sin sinsabores se queda de todos estos años?
-Mi mayor tesoro está en los muchos amigos que he hecho, tanto dentro como fuera de la política y tanto dentro como fuera de mi partido. Y en cuanto a los sinsabores, me voy con la pena de no haber estado más tiempo en Unicaja. Tenía que haber dejado la política antes. La verdad es que incluso llegué a plantearlo en mi partido, pero no cuajó. Hoy siento que me he quedado con las ganas de desarrollar mi carrera profesional dentro de la Caja. Me fui siendo muy joven y me quedaré con la duda de saber hasta dónde habría llegado.
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