Cádiz

Un espacio para la diversidad

  • La asociación Abaniko busca "mejorar la calidad de vida de las personas de colectivos socialmente desfavorecidos y/o en situación de riesgo de exclusión" ·Apuesta por crear lugares comunes para todos

A Loren le encanta hacer deporte porque se lo pasa estupendamente y también "para perder esto", dice señalando su barriga. Tiene 34 años y es uno de los alumnos de la Escuela de Deporte Adaptado puesta en marcha por la Asociación Abaniko en Cádiz. Loren comparte actividad con chicas y chicos de diferentes edades, unos con alguna discapacidad y otros no. Entre ellos están Aurora, de 14 años, a la que le gusta el fútbol, el baloncesto y, sobre todo, el juego de "la bola chirinchinchera". Su amiga Aroa, de 10 años, prefiere "el juego de la cadena". También están Christian, de 11 años;  Alba, de 14, y Sonia, de 32.

A través de juegos, con materiales adaptados a sus características, estos jóvenes aprenden "destrezas motrices básicas y, poco a poco, deportes reglados", explica Emilio López, uno de los monitores, quien añade que en estas clases también se aprende a resolver conflictos y seguir unas normas. El objetivo a largo plazo es que, cuando los chicos estén preparados, puedan incorporarse a un club de deporte "normalizado", como el Club Baloncesto Gades, con el que la asociación tiene un convenio.

"Algunos de ellos han venido porque no han sido admitidos en clubes de fútbol que sólo juegan para competir o de otros que no tienen profesionales especializados que puedan atenderlos", comenta Begoña López, presidenta de Abaniko.

La Escuela de Deporte Adaptado es sólo una de las actividades que ha puesto en marcha esta asociación sin ánimo de lucro creada en 2009 por un grupo de profesionales con una larga experiencia en el terreno de la integración. El objetivo es "mejorar la calidad de vida de las personas de colectivos socialmente desfavorecidos y/o en situación de alto riesgo de exclusión social, como niños, jóvenes, mujeres, personas con discapacidad y sus familiares, y la sociedad en general", expresan Begoña López y Ángeles Aparicio, secretaria de la entidad.

En definitiva, Abaniko persigue el mismo objetivo que otras asociaciones, realizando un trabajo al que las administraciones no llegan; pero ésta se caracteriza por la atención a la diversidad. "Creemos en la atención a grupos heterogéneos. La experiencia nos ha enseñado que es más enriquecedor trabajar así. Es muy interesante el resultado de trabajar con personas con discapacidad y sin discapacidad; se aportan mucho mutuamente", afirma la presidenta. Su idea es "convencer a la gente de que hay espacios comunes para todos y si no los hay, debemos crearlos porque funciona. La sociedad debe estar preparada para la diversidad, para recibir a cualquier persona con distintas capacidades, porque todos tenemos diferentes capacidades y limitaciones".

Otras actividades que ha puesto en marcha Abaniko en su corta vida son programas de educación afectivo-sexual para personas con discapacidad, de orientación e inserción laboral, de servicio de mantenimiento de jardines y plantas de interior, de transición a la vida independiente, de formación de voluntarios y profesionales y una campaña de sensibilización medioambiental. En algunos de ellos han participado usuarios de asociaciones como Afanas, Espina Bífida e Hidrocefalia, UPACE y FEPROAMI. "Buscamos la realización personal y profesional, pero se nos ponen muchas trabas", comentan Begoña y Ángeles.

En esta asociación se diseña la formación de los usuarios en base a las capacidades y dificultades que tienen y luego buscan prácticas en diferentes empresas. Al principio, el usuario se incorpora al puesto de trabajo, previamente adaptado, acompañado de un mediador sociolaboral mientras sea necesario. Begoña cuenta una experiencia anterior con un chico con Síndrome de Down que empezó a trabajar de cocinero y tuvieron que adaptar algunos materiales porque era zurdo, y allí había otro cocinero zurdo que nunca había utilizado materiales adaptados a esta característica. "Es que la sociedad no está preparada para recibir a personas con diferentes capacidades, para atender a la diversidad", insiste Begoña, quien se lamenta de que "en los empleos hoy se pide polivalencia de funciones, que una misma persona haga de todo, y debería haber puestos de trabajo para todo el mundo".

La asociación se financia con las cuotas de los socios promotores -los profesionales que la constituyen-, la aportación de los usuarios para determinados programas, subvenciones públicas y privadas, así como del ingreso de los servicios de jardinería. En 2010 no han cobrado ninguna de las subvenciones concedidas, por lo que han tenido que cortar algunos programas debido a la falta de dinero. Sobreviven en varias aulas cedidas por el Colegio Campo del Sur, con mobiliario y equipos donados por el SAS, la UCA y la Zona Franca.

Para 2011 tienen dos cursos aprobados por el Ayuntamiento de Cádiz, uno sobre exclusión social y discapacidad y otro titulado El deporte como factor de prevención ante las drogas. Dicen que seguirán presentando proyectos y difundiendo sus programas, y si no reciben subvenciones, buscarán otras vías de financiación, como eventos o patrocinadores, además de contar con la aportación que hacen los usuarios con sus coutas. También están haciendo una prospección de empresas de la Bahía para ver si alguna está interesada en ofrecerles prácticas o algún tipo de contratación para sus usuarios.

El objetivo es que el día de mañana estas personas estén totalmente integrados en la sociedad. "No queremos hacer guetos, este es un sitio que debe servirles de plataforma desde la que den el salto a entornos normalizados", declara Begoña López. Habrá que esperar que la falta de dinero no se interponga en este bonito proyecto.

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