“Hay que vivir con pasión, intensidad e implicación”

Entrevista De Cerca a Eduardo González Mazo | Ex rector de la UCA

Tras dirigir la UCA durante ocho años, ha vuelto a las aulas para dar clases en Ciencias del Mar

Este gaditano, Hijo Predilecto de su ciudad, habla de su vida construida a partir de una infancia de barrio

Eduardo González Mazo posa en el laboratorio de su departamento en la Facultad de Ciencias del Mar.
Eduardo González Mazo posa en el laboratorio de su departamento en la Facultad de Ciencias del Mar. / Julio González
Melchor Mateo

31 de octubre 2021 - 06:00

Eduardo González Mazo (Cádiz, 1965) hace dos años que volvió a sus clases como catedrático en Química Física en la Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales en Puerto Real tras ocupar el puesto de rector de la Universidad de Cádiz entre 2011 y 2019. Desde su despacho, que está contiguo al laboratorio, tiene unas excelentes vistas hacia el segundo puente. Como rector precisamente se caracterizó por ser un hombre que tendía puentes al acuerdo y en su gestión de ocho años quedan logros como aparecer por vez primera en el Ranking de Shangai, y de igual forma por vez primera en el Ranking Mundial Times Higher Education, y en el Leiden Ranking o la punta de lanza de la UCA que fue la creación del Campus de Excelencia Cei.Mar. Gaditano de pura cepa e Hijo Predilecto de su ciudad, disfruta como nada de la compañía de los amigos, es un gran aficionado a la pesca y sufridor con el Cádiz. Hombre inquieto y comprometido, ahora ha aceptado ser el presidente provincial de la Asociación Española contra el Cáncer.

—Deja una actividad intensa como fue estar al frente de la UCA y ahora se pone al frente de la AECC. ¿Tiene querencia por cargar con responsabilidades?

—Hay personas muy cercanas a mí que me recuerdan esta pregunta de vez en cuando. Para la primera de ellas preparamos un proyecto de universidad y la comunidad universitaria nos concedió su apoyo. En el segundo caso no me postulé para esa responsabilidad. De manera inesperada, me ofrecieron desde Madrid la presidencia provincial de la Asociación Española contra el Cáncer. Tras un período de reflexión consideré que podría constituir una buena oportunidad para continuar ayudando a los demás. Anteriormente desde el ámbito académico y ahora desde el de la salud podría continuar con mi vocación de servicio a los demás. La vida solo se vive una vez y hay que hacerlo intensamente, con pasión e implicación. No hay que rendirse nunca. Por cierto, invito a todo el que desee colaborar con nosotros a participar en la carrera solidaria que tendrá lugar en Cádiz el 21 de noviembre.

—Un ex rector cómo analiza la gestión de su sucesor. ¿Se muestra crítico, es comprensivo, trata de estar alejado?

—He vuelto a mis clases, también a la docencia práctica de laboratorio y estoy intentando retomar el pulso a mis actividades de investigación y transferencia. Como consecuencia de mis actividades de gestión expreso mis argumentos en los órganos de representación y estoy disponible para cuando se me requiera.

—¿Qué siente cuándo dicen de usted que ha sido el mejor rector para Cádiz de todos ?

—Todos los rectores de nuestra universidad han trabajado para conseguir una universidad mejor. Nosotros comenzamos a trabajar en el año 2011 inmersos en la mayor crisis financiera de nuestro país y sometidos al cumplimiento de medidas urgentes en materia presupuestaria, tributaria y financiera para la corrección del déficit público y de medidas urgentes de racionalización del gasto público dictadas en sendos reales decretos. Hemos trabajado en unos años complicados, en los que nuestra comunidad universitaria ha demostrado, en mayor medida si cabe, su compromiso. Todo nuestro personal docente e investigador, personal de administración y servicios y alumnado, nuestros cargos académicos, nuestro Consejo Social y el tejido institucional, administrativo, económico y social han realizado un enorme esfuerzo. Si ahora algunas personas consideran que se ha hecho un buen trabajo, esto es un reconocimiento para todas ellas y ellos.

"Con el ofrecimiento de la AECC consideré que podría ser una buena oportunidad para seguir ayudando a los demás”

—Usted se ha criado en San Antonio alrededor del bar que regentaba su padre, El Recreo Chico. ¿Cómo fue esa infancia?

—Nací en Cádiz, en la calle San José n º21 en el primer piso, justo en la habitación de arriba del Bar Recreo Chico. Tuve una infancia feliz, compartía mis vivencias de la calle, en la plaza de San Antonio, con la formación académica recibida de los marianistas en el colegio oratorio de San Felipe Neri, y las experiencias de los mayores en el bar de mi padre El Recreo Chico, un pequeño ateneo como lo han calificado algunos. Un lugar de encuentro, de crítica, de experiencias, más que un negocio, aunque las tapitas de berberechos eran muy demandadas. Tanto me gustaba el bar que a veces me ponía una camisa blanca, me remangaba las mangas y bajaba para ayudar. Mi padre sólo me dejaba fregar vasos y platos, quizás una decisión consensuada con mi madre –muy preocupada siempre por nuestra formación- para que emprendiera otros caminos.

Una infancia de barrio, con Antonio el de los futbolines, Boni el frutero, Arroyo el practicante, Pepito el del almacén y por supuesto mi gran amigo Gianni el de los italianos. Tenía la pandilla de amigos y amigas del barrio, la del colegio y de sus padres Manolo, Cuqui, Antonio, Balbi… y la de amigos del bar. Estos últimos, junto con mi tío Ángel que también regentaba el bar, me hicieron madurar muy rápido. A veces las mezclaba todas e iba con mis amigos de San Antonio a pedir agua, con los del colegio a jugar a la máquina de marcianitos o de petacos (el técnico me dejó la llave) en cuanto salíamos del colegio y todos nos reuníamos en el bar, un ambientazo. El bar estaba tan presente en mi vida que todavía algunos amigos me recuerdan lo de “Recreo Chico, ¿diga”?, frase con la que contestaba mi tío cuando cogía el teléfono en el bar y nos pasaba la llamada a un supletorio que teníamos en casa.

Son muchísimas personas las que todavía me comentan las experiencias en el bar de mi padre y todas me hablan muy bien de él.

Y en esa infancia me acompañaban mis padres Antonio y Florentina (conocida como Tinuca, sus nietos la llaman abuela Uca) siempre pendientes de mí, mi hermano Antonio un claro espejo en donde mirarse y en la temprana adolescencia la que me ha acompañado siempre, mi mujer María de los Ángeles y nuestros inseparables Manué y Mame. Mis hijos María y Eduardo no conocieron el bar pero gracias a la reapertura del negocio les pude explicar de manera emotiva mis principales vivencias.

—Este no fue el único negocio de hostelería que le marcó.

—Por supuesto. Mi mujer es la hija de Luis el de la cafetería Mónaco. Mi vida ha sido el Recreo Chico pero luego no he salido del gremio y los padres de mi mujer son Luis y Angelina, unas personas maravillosas. Esta cafetería era de las mejores de Cádiz y donde cada cliente era tratado con gran profesionalidad y cariño.

"Muchas personas me recuerdan las buenas experiencias en el bar de mi padre y todos me hablan muy bien de él”

—¿Echaba de menos el contacto directo con el alumnado?

—Sí, lo echaba de menos. La actividad docente es una experiencia única, te permite participar activamente en la formación de los futuros profesionales. Al inicio del mandato intenté, sin éxito, compaginar mi responsabilidad de rector con la impartición de algunas clases. Mi vuelta a la docencia ha estado marcada por la pandemia. Como todos saben las clases no han sido presenciales y el contacto directo con el alumnado no ha existido. Ahora lo estamos recuperando de nuevo, cuando tienes vocación es una sensación única.

—¿Cómo es usted como profesor? ¿Es exigente o mas bien todo lo contrario?

—A mí más que nada me gustaría transmitir una imagen no de exigencia ni de dureza, sino siempre me ha gustado intentar ser justo, es decir, valorar a la persona que se esfuerza y trabaja, que quiere aprender y quiere formarse. ¿Alguna vez podría dar aprobado general? Nunca, porque favorecería a la persona que no ha trabajado y perjudicaría a la que lo ha hecho y normalmente quiere una valoración superior. ¿Qué ocurre? Que cuando mantienes estos criterios lo de la justicia se confunde con la exigencia o la dureza. Lo que sí intento es que el alumno que supera la asignatura sepa los conceptos que le hemos explicado y, sobre todo, su aplicación. Eso es lo que fundamentalmente intento.

El ex rector de la Universidad de Cádiz, Eduardo González Mazo.
El ex rector de la Universidad de Cádiz, Eduardo González Mazo. / Julio González

—La exigencia a veces está asociado a lo negativo.

—Lo que pasa es que el término exigencia se entiende desde el ámbito negativo porque parece que en ese proceso sólo participa una persona, el que exige. A mí me gusta en educación hablar más de complicidad, es decir, la complicidad es que dos personas entienden, el profesor por un lado y el alumno por otro, que lo que aprenda, se esfuerce y trabaje, el día de mañana redundará en su formación y en su carrera profesional. Eso es complicidad. Hoy creo mucho más en la complicidad que en la exigencia.

—¿Su especialización en química fue vocacional?

—Siempre me gustaron las ciencias, por su experimentalidad, cada año pedía a los Reyes un Cheminova y mi madre siempre me recuerda alguna que otra pequeña explosión en casa. Luego tuve a un gran profesor de química, Pepe Expósito, que muchos conocen y finalmente el sabio consejo de la insinuación de mi madre para estudiar en Cádiz. Mi vocación docente e investigadora se ha corroborado y materializado gracias a la magnífica formación recibida en la Facultad de Ciencias de la UCA.

—Hay algo que muy poca gente conoce y es que usted enciende todos los Martes Santo la candelería del paso de palio de la Virgen de las Lágrimas de Columna.

—Son aspectos evidentemente de mi vida personal. Siendo muy muy pequeño me escapaba de casa para ver la recogida de Columna en la plaza de San Antonio, tengo el recuerdo grabado en mi mente. Muy pronto me hice hermano y mi infancia se completa con la salida procesional cada Martes Santo en la archicofradía de Columna. He salido cada año con diversas funciones y finalmente terminé con ésta, en la que ahora además me acompaña mi hijo Eduardo. A veces me gusta compararla con una experiencia de vida, cuando después de un esfuerzo tienes toda la candelería encendida, en 30 segundos en cualquier esquina se apaga totalmente y de nuevo a empezar. No hay que rendirse nunca, el esfuerzo te hace fuerte.

—¿Cuántas veces le han tirado los tejos para entrar en política? ¿Le apetecería esa experiencia?

—En Cádiz entendemos tirar los tejos como hacer alguna propuesta de manera informal. Alguna vez ha sucedido. Ahora estoy dedicado a mis clases, a la investigación, a la dirección del departamento y a la Asociación Española contra el Cáncer. Estoy intentando también devolver a mi familia algo del tiempo que les he quitado.

"Como profesor me gustaría transmitir una imagen, no de exigencia o dureza, sino de alguien que trata de ser justo”

—Ha tenido que tratar en su función de rector con distintas administraciones con diferentes ideologías. ¿Ha sido complicado conseguir que nadie le haya puesto con determinado color político?

—Creo que las personas identificaban que el único objetivo que nos movía cuando íbamos a reuniones y a negociaciones y a solicitar determinadas actuaciones era el interés de hacer de la Universidad de Cádiz, una institución fuerte, en continuo crecimiento y favorecer la formación de los futuros profesionales y nuestra implicación en investigación y transferencia. No había otro interés, ni siquiera personal. Esto lo identificaban claramente y por eso creo que no teníamos ningún sello ni nadie que nos etiquetase de una u otra forma. Es cierto que cuando puedan identificar algún tipo de sesgo, las relaciones son diferentes.

—Su tierra le ha reconocido como Hijo Predilecto. Para alguien tan gaditano como usted eso debe ser casi lo máximo.

—Es un reconocimiento que agradezco profundamente. Amo a nuestra ciudad y ahora me siento con más responsabilidad si cabe para aportar lo que pueda a favor de las gaditanas y gaditanos. Esta responsabilidad influyó claramente para aceptar el compromiso con la Asociación Española contra el Cáncer en la provincia de Cádiz.

Cada año pedía a los reyes un Cheminova y mi madre me recuerda alguna que otra explosión en casa”

—Desde que ha dejado de ser rector no paran de lloverle reconocimientos. ¿Cómo lo interpreta?

—Los agradezco de todo corazón. Interpreto que las personas e instituciones que lo han creído conveniente han considerado que la Universidad de Cádiz ha crecido, ha estado entregada a la formación de profesionales y a contribuir al desarrollo socio económico de la provincia y goza de buena reputación nacional e internacional. Detrás de estos reconocimientos está el trabajo de muchas personas y la colaboración de nuestro Consejo Social y de administraciones e instituciones. A todas y todos hago partícipes de los mismos muy especialmente a mi equipo de gobierno y por supuesto a mi familia y amigos. En este caso, tengo que decir que lo de mi familia es admirable porque en cada responsabilidad que ha asumido, de alguna u otra forma los arrastraba también a ellos.

—Hay quien decía que su operación del nuevo Rectorado en el Reina Sofía era para que usted disfrutase de un despacho con vistas al mar.

—Como ya sabe, no me gusta entrar en el debate político. Mi intención y la del actual alcalde fue la de consolidar el cinturón universitario del campus de Cádiz, incorporando el rectorado en el Centro Cultural Reina Sofía. De esta manera potenciábamos también los valores culturales de este edificio, un inmueble de singular importancia patrimonial, incorporando el mismo a una red de red de espacios patrimoniales y visitables.

A principios de 2019 fuimos desplazando nuestras dependencias desde la calle Ancha al nuevo Rectorado en el Centro Cultural Reina Sofía que fue inaugurado el 1 de Abril de 2019. Mi etapa como rector concluyó en julio de 2019, tras los ocho años de mandato a los que limita, con buen criterio por cierto, nuestra institución el ejercicio de este cargo público. Resulta muy complicado entender que alguien pensara que mi intención fuera esa para unos escasos meses que me quedaban de desempeño de mi responsabilidad.

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