"Mucho 'ellos y ellas' pero no se enseña a las chicas a ser autónomas"
Docente de vocación, Josefina Junquera fue uno de los primeros rostros femeninos de la política gaditana. Con ella hablamos de género, educación e implicación ciudadana
AFILIADA al PSOE desde la cladestinidad, Josefina Junquera formó parte de la corporación del socialista Carlos Díaz durante sus cuatro legislaturas. Impulsó políticas de atención a la mujer desde Bienestar Social y se hizo cargo de la concejalía de Cultura. Junquera vivió la reinauguración del Teatro Falla tras su restauración y trató de impulsar el Museo del Mar, "un buen proyecto al que le faltó dinero", ha declarado. Bajo su mano, se crearon centros culturales como los de El Palillero, El Bidón o La Lechera.
-¿Qué le hace pensar un día como el 8 de marzo?
-Lo primero en lo que pienso es en todo lo que nos queda por conseguir. No puedo evitar acordarme de todas las mujeres que siguen trabajando en condiciones similares a las de aquellas mujeres del XIX, ahora en los grandes centros de producción de China y el Tercer Mundo, y que aún están por rebelarse. Y pienso en la doble tarea, que parece una condición eterna. Y claro, la atención familiar, la maternidad... son cuestiones que no se pueden eludir, y que aquí serían impensables sin las abuelas. Y luego también recuerdo casos admirables, como el de la ex parlamentaria holandesa Ayaan Hirsi Ali. De origen somalí, y procedente de una familia con estudios, tanto a su hermana como a ella les practicaron la ablación de pequeñas. Le organizaron un matrimonio concertado y, aprovechando una escala de su viaje a Londres, pidió asilo en Amsterdam. Allí aprendió holandés y estudió Sociología y Ciencias Políticas. Fue muy crítica con el Islam, aunque siguió siendo musulmana, y de hecho fue la guionista de la película Sumisión, de Theo Van Gogh. Ahora mismo reside en Estados Unidos, y creo que se casó con el historiador Neil Ferguson.
-La secretaria de Igualdad del PSOE, Purificación Causapié, señalaba esta semana que desde el Gobierno se está "aprovechando la crisis para hacer un ajuste que va contra los derechos de las mujeres", segando cuestiones que directamente las afectan, como la dependencia, las ayuda a comedores escolares, la eliminación de Educación para la Ciudadanía...
-Indudablemente, siempre que hay una crisis, la mujer sufre el doble. No se puede pretender empezar a hablar de una integración de la mujer en el mercado laboral si no hay guarderías abiertas, por ejemplo, desde las siete de la mañana, y con diferentes horarios, porque las mujeres también tienen turnos. Si conciliar es ya muy complicado, cuando es completamente imposible es con las condiciones actuales: con contratos precarios o de media media jornada (que se traducen en salarios míseros) y con este nivel de desempleo.
-Ahora se aguanta porque aún se puede recurrir a pensiones y a redes familiares. Pero el gran crack será cuando eso también desaparezca: mi generación no podrá ayudar a sus hijos.
-Sí, yo conozco a muchos casos cercanos de mujeres que deberían tener hijos y no pueden por la precariedad laboral, porque están lejos de la familia... Ante la maternidad, una mujer puede sentirse frustrada o no. Pero debería tener la oportunidad de elegir sin traba. Por ahí es por donde tiene que ir la liberación femenina.
-La ministra de Trabajo, Fátima Báñez, presumía de que el 62% de contratos a tiempo parcial realizados en 2012 son de mujeres, lo que les permitía "ocuparse de las responsabilidades familiares". Genial.
-Es lo que quiere toda mujer cualificada, por supuesto: que le den un puesto por el que le van a pagar una miseria. Estamos atravesando una crisis todos, hombres y mujeres, y deberíamos tener una visión más profunda de las cosas. Yo intento transmitir a mis alumnos que han de conseguir ser lo que quieran ser, que el que resiste gana, el que aguanta puede, todo basado en el esfuerzo. Una persona bien cualificada no tiene por qué tener miedo, por ejemplo, de irse a Nueva Zelanda a buscar trabajo. Y hemos de inculcar eso, que no tengan miedo. Pero en general yo veo un espíritu de desilusión, de desidia, falta de amplitud de miras y de horizontes... No es normal que ante la posibilidad de conseguir una beca para irse a estudiar un año a Canadá, por ejemplo, en una clase levanten la mano sólo dos alumnos.
-Me recuerdan a esa imagen del elefante y la estaca, que se dice. Atado a una estaca desde pequeño, el elefante no intenta de adulto librarse de ella, aunque ya podría hacerla añicos de un tirón...
-En la mayor parte de los casos, tenemos unos hijos acomodados, hiperprotegidos... Cuando lo que hay que hacer es dar alas a los hijos, enseñarles a valerse por sí mismos. Y eso se consigue con las armas de la educación. Cada cual tiene sus potencialidades, y hay que alimentarlas a través de la corrección y el halago.
-Pero los planes de estudio han ido de mal en peor.
-Yo doy Literatura y Medios de Comunicación, y lo que aprecio entre otras cosas es que se ha descuidado muchísimo el lenguaje. Cuando las palabras conforman el pensamiento, y si no sabes traducir lo que piensas, si no sabes expresarte, tus ideas se diluyen, te parecen de menos y, sobre todo, eres mucho más manipulable: cualquiera puede convencerte de lo que quiera. Eso hay que decírselo así a los chavales.
-En una reciente entrevista, José Luis Sampedro define al ministro Wert como una "amenaza para la educación española", y afirma que la educación está viviendo un momento trágico, digno de Contrareforma.
-Es un hombre maravilloso, José Luis Sampedro...
-Dan ganas de que nos gobierne el anciano de la tribu.
-Es que además de haber hecho que asignaturas como la Música o el Latín sean casi inexistentes, se ha eliminado Ciudadanía, que era muy similar a Ética. Asignaturas en las que no había temario y en las que no se puede aprender nada per se, en las que hay que ponerse en acción. Desde joven, uno tiene que aprender a practicar la "buena vida", que decía Savater. Un concepto que sólo puede prosperar si todos lo practican.
-Hace algo más de un año, se publicó un tremendo estudio sobre violencia y género entre jóvenes en el que se recogía que un alto porcentaje de chicos y chicas no creía que insultar o asustar a la pareja fuera violencia machista. ¿Cómo son posibles estos resultados después de tantos años y tanto trabajo de concienciación?
-Porque no se guarda respecto por el de al lado, así que mucho menos por la pareja. Todo se contempla desde la órbita personal. Por eso se ha insistido tanto en el valor del diálogo, que ahora parece una cosa olvidada: lo bueno de una convesación es que uno opine una cosa; otro, otra y se llegue al punto en común más cercano. Eso es básico enseñarlo aunque sepas que cada alumno es de su padre y de su madre y reacciona según lo que haya visto y oído en casa. Desde las instituciones se ha puesto mucho énfasis en lo externo, en el "ellos y ellas, compañeros y compañeras", y poco en la esencia. Mucha arroba y poco enseñar a las chicas, por ejemplo, a no depender de un chico. Hay que educar a las mujeres en la autonomía y en la independencia.
-Pero la dinámica es tan arrolladora... Todo está en contra. En los cuentos infantiles, por ejemplo, se da eco y se subraya el papel de lánguida princesita. Se sigue abundando en los valores de otra época que transmitían esas historias.
-Yo tengo nietas que están ahora en esa fase de princesa Disney y, la verdad, es que parece una lucha perdida. Pero aún así procuro comprarles cuentos que se salgan un poco del molde.
-¿Y a los chicos de su clase, qué les gusta leer?
-Disfrutan mucho con El diario de Ana Frank o con la historias de Roald Dahl. Pero realmente se entusiasman con el Romeo y Julieta, de Cefirelli, y con El milagro de Ana Sullivan. Suelo trabajar a la par con textos literarios y sus adaptaciones, porque así se les hace más fácil... Ellas leen la saga esta de Crepúsculo, que yo detesto.
-Es que es detestable.
-Antes leían a Harry Potter, pero al menos estaba mejor escrita, recordando a Dahl algunas veces, y tenía un personaje femenino potente...
-¿Por qué los sempiternos bajos índices de lectura?
-Para mí es fundamental que tengan ejemplo: que ver a sus padres leyendo no sea algo raro; es buena, también, la costumbre de leerles un cuento por las noche y, sobre todo, que se suprima en gran medida la televisión. El consumo medio de horas de televisión en España es altísimo.
-El famoso 'Salvados' que se dedicó a la educación, analizando el éxito del sistema educativo en Finlandia, llegaba sin embargo a la conclusión de que no valdría con trasladar ese sistema aquí: que lo que faltaba era concienciación.
-Yo creo que en gran parte, es un problema de formación. Los mejores expedientes de Finlandia van a la enseñanza temprana, y los maestros tienen también un gran prestigio social. Las mejores profesionales que yo conozco, por ejemplo, son precisamente parvulistas: van al trabajo con una sonrisa. No sé por qué este entusiasmo se va perdiendo conforme aumentan los niveles educativos.
-Es triste pensar que este es un país en el que iniciativas como la Institución Libre de Enseñanza, o el Colegio Estilo, de Josefina Aldecoa, no terminaran siendo víricas.
-Sí, es tremendo. Pero claro, incluso el Colegio Estilo, con esas maravillosas directrices, es un centro privado. Es decir, lo quiera o no, es elitista.
-Otra cuestión es que aquí nadie se ha creído que se apostara por la educación pública. Es algo insultante que los políticos, de cualquier signo, se hayan llenado la boca de confianza en el sistema público mientras llevaban a sus hijos a centros privados.
-Sí, es algo que puede ser entendible a nivel personal, pero uno ha de ser coherente con lo que predica porque, al igual que ocurre con la educación, es el ejemplo lo que arrastra.
-Usted fue concejala durante las cuatro legislaturas de Carlos Díaz, y después volvió a la docencia. Pero sabe que esto no es lo común: que lo común, en España, es no entender la política como proyecto, sino como medio de ganarse la vida.
-(Se encoge de hombros) Todos los políticos deberían entender lo político como una vocación con limitación temporal. Hemos caído en una especie de especulación, haciendo de la política en sí una profesión.
-¿Y por qué?
-No lo sé.
-Usted se afilió al PSOE en los últimos años del Franquismo, por una cuestión de compromiso social. Si ahora tuviera veinte años, ¿se afiliaría a un partido o preferiría formar parte del tejido general de indignación?
-Yo creo que sí, que volvería a afiliarme ahora también. ¿El motivo? Precisamente porque los partidos políticos se han llenado de gente a la que no le interesa la política, sino que hacen de la política una manera de buscarse la vida.
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