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El discreto encanto de la barra de El Faro

  • Diego Daza RodríguezProfesional de la hostelería jubilado el día 31l Después de 46 años, Diego Daza dejó su puesto de trabajo aplaudido por la plantilla y despedido por clientes de toda España

Diego Daza en la barra de El Faro el día que dijo adiós por jubilación. Diego Daza en la barra de El Faro el día que dijo adiós por jubilación.

Diego Daza en la barra de El Faro el día que dijo adiós por jubilación. / julio gonzález

La barra de El Faro es como un establecimiento aparte del comedor. Con su propia fama (muy buena) y su propia vida. Parte de culpa de que la antesala del restaurante tenga tanto éxito se debe a quien allí ha trabajado durante 46 años: Diego Daza. El jefe de barra se despidió de la empresa el pasado 30 de diciembre, un día antes de cumplir 65 años y de jubilarse después de casi toda una vida. Se va un referente del señero enclave. Tanto que ese día 30 se acercaron a despedirle clientes de toda España después de saber por el Facebook de El Faro que la jubilación había llamado a su puerta. Días después de tan emotiva jornada, a Diego aún se le empañan los ojos. "El 30 por la noche, cuando íbamos a cerrar, llegó toda la plantilla a la barra a darme un aplauso. Y los clientes que quedaban en el comedor también salieron a aplaudirme. Fue inolvidable", relata. Dice que pasó sus dos últimos días de trabajo escondiéndose en la cocina o en el baño para llorar. "Por irme y por las palabras de los clientes", apunta.

"La empresa quería que me viniese días antes, pero yo quise estar hasta el final". Daza en su puesto hasta el minuto 90. Profesional donde los haya. Hasta el punto que su familia le decía que quería más a El Faro que a ellos. "Pero no era así, simplemente que una cosa era el trabajo y otra, mi familia. Siempre me lo he tomado muy en serio". Mucho. Se ha dado de baja en contadas ocasiones en 46 años, según sus cálculos. Su entrega por El Faro se ha visto recompensada por el buen trato de la empresa que fundara Gonzalo Córdoba hacia su persona. "Estoy muy agradecido a todos ellos, a Gonzalo y a sus hijos, que se han portado conmigo de maravilla. Yo los quiero muchísimo. Me vengo con pena porque no pensé que llegaría este día", asegura.

Todo lo bueno que yo haya podido hacer en mi trabajo se ha debido siempre a una labor de equipo"

Daza ha estado en El Faro de Cádiz estos 46 años excepto en contadas ocasiones. Entre ellas cuando abrió en 1987 El Faro de El Puerto, de Santa María. "Me llevó Fernando Córdoba tres o cuatro meses para preparar aquello e iniciarlo con alguien de confianza. Y también en 1992 con la apertura del Ventorrillo El Chato fui con José Manuel Córdoba", explica. Y fue precisamente en ese 1992 cuando vivió una de sus más gratificantes experiencias como profesional de la hostelería. "Durante siete meses estuvimos trabajando en el Pabellón de Tierras del Jerez de la Expo de Sevilla. Vivíamos en dos pisos ocho o diez empleados. Lo pasé de maravilla, aunque era un trabajo duro", recuerda.

Para quienes todavía duden de que la hostelería es un sector de lo más sacrificado, Diego Daza no se pudo tomar las uvas con su familia en los últimos 46 años. En la medianoche del 31 lo hizo por primera vez. "El Faro siempre abre el 31 de diciembre por la noche, que es un día de mucho trabajo. Yo he dado allí más de una vez las campanadas en la barra con un cazo y una cuchara", confiesa.

Daza llegó muy joven a Cádiz desde su Vejer de la Frontera natal, aunque la barra de El Faro no fue su primer destino. Los estudios no eran lo suyo y tenía que buscarse la vida. Unos amigos de sus padres conocían a uno de Cádiz que llevaba la cafetería del Policlínico, Antonio 'El Pirulito', que era de Vejer como Daza "y que cantaba muy bien las saetas en Radio Juventud". Y le buscaron trabajo a Diego. Allí entró en 1969. "Fui aprendiendo haciendo café subido a una caja de leche porque no llegaba a la máquina. Y es que yo de hostelería no tenía ni idea". Pero el dinero que ganaba no le daba para mucho. Entonces, un médico del Policlínico que era amigo de Gonzalo Córdoba le dijo que le iba a recomendar para El Faro. "Entré de barman y me he jubilado en la barra, de jefe", señala. Allí ha dejado huella merced a su amabilidad, discrección y aguante. "Porque hay que tener mucha vista para saber qué tipo de cliente es el que entra. Pero todo el éxito de El Faro y todo lo bueno que yo haya podido hacer se debe siempre a un trabajo de equipo", añade. Se viene contento por dejar la barra "en las buenas manos de David Benito", su sucesor. Llegó la hora de disfrutar de los suyos y de sus gallinas y pájaros en su campo del Marquesado, en Chiclana. El merecido descanso de un trabajador.

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