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Cádiz

Y la diosa Minerva pregonará el Doce

  • El buque escuela 'Juan Sebastián de Elcano' inició ayer su LXXX crucero de instrucción de 184 días de duración

Para la mitología romana, Minerva, la hija favorita del Olimpo, tenía el don de la profecía y de convertir en irrevocable todo lo que ella disponía con la cabeza. Todo lo que prometía llegaba.

Y en sus manos, ocupando el tajamar del buque escuela Juan Sebastián de Elcano, se han encomendado varias tareas. No sólo la formación de sus 34 guardiamarinas sino también la labor de divulgar los parabienes del Cádiz del Doce.

Y como prueba de ello, el pendón de Cádiz viajará en uno de sus palos durante toda la travesía que durará 184 días y la bandera de la cámara del comandante lucirá una corbata símbolo del Cádiz constitucional.

"Este es un crucero especial". Así lo considera la alcaldesa de Cádiz porque el buque y todos sus ocupantes llevan encomendada la tarea de servir de embajador de la celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812.

Y así de especial resultó esta fría mañana de enero en la que Cádiz veía partir desde su muelle Ciudad, sobre las doce y diez de la mañana, al bergantín goleta más querido por los gaditanos.

Ya sobre las once, familiares, amigos y amantes del mar se agolpaban frente al buque para verlo partir en su LXXX crucero de instrucción.

El poco viento reinante no impidió que minutos después de despegarse de Cádiz, el Elcano largara sus trapos rumbo a su primera escala en la vecina Canarias para así enfilar las mismas corrientes que llevaron a Colón hacia las américas hace ahora 517 años.

Alegría, ilusión y una buena dosis de valentía se entremezclaban en las cabezas de los 18 oficiales, 22 suboficiales, 149 marineros y 34 guardiamarinas que ayer abordaron el buque comandado por el capitán de navío Francisco Javier Romero Caramelo. Todos ellos proceden de diferentes puntos de la geografía nacional y de otros países tales como Colombia, Ecuador, Perú o Venezuela.

Y el público que no quiso perderse la partida resultaba igual de variopinto, ya que muchos familiares y amigos de los marinos se desplazaron desde distintas ciudades con tal de dar el último beso y un cariñoso adiós a estos chavales. Y la primera tierra que pisarán tras atravesar por última vez las escalas reales del buque escuela será Santa Cruz de Tenerife, donde atracarán el viernes que viene. Desde allí, el Juan Sebastián de Elcano partirá al puerto brasileño de Fortaleza, a Puerto España (Trinidad y Tobago), San Juan de Puerto Rico, Galveston (EE.UU.), Cartagena de Indias (Colombia), La Habana (Cuba), Veracruz (México), Pensacola (EE.UU.), Hamilton (Bermudas) y, por último, el crucero llegará a su fin en el puerto de Marín el próximo verano, concretamente el 13 de julio.

Media hora antes de la salida, la tripulación cubrió los cuatro palos como es tradicional en las salidas del buque, a la par que sonaban las 18 salvas de ordenanza que ensordecieron durante unos segundos al numeroso público. Entre los asistentes estaba Alejandro, que a sus 10 añitos, acudió desde Ceuta a despedir a su hermano, el marinero Francisco José Trujillo, al que le ha encomendado la tarea de "traerme un recuerdo de cada sitio que visite".

Igual que Alejandro, temblaba, aunque no de frío sino de emoción, el sargento Ávila que repite crucero de instrucción a bordo del Elcano y que afirma que cuando atraviesa la escala siente, sobre todo ilusión, "porque no hay lugar para el miedo gracias a los grandes profesionales que viajan a bordo". "Este es el peor día", confesaba mientras se despedía de sus padres visiblemente emocionado.

Y todos coinciden que el que prueba sólo sueña en repetir. El teniente de navío Alberto Cervera rememoraba ayer a los pies del barco aquel crucero que vivió a bordo del Elcano allá por 1995. "Todos son buenos recuerdos y, si pudiera, me iba otra vez".

Y aunque los guardiamarinas son siempre los protagonistas, ellos mismos reconocen el valor de su marinería. De entre ellos, el tinerfeño Andros, marinero mecánico, pensaba con emoción que el próximo puerto era el suyo, a la vez que reconocía la experiencia "rica en cultura y conocimiento" que suponía esta larga travesía.

Y entre los sones de la banda del tercio sur de Infantería de Marina, Javier Orpinell, vicario de la escuela naval militar, despedía personalmente a esta promoción, "compuesta por buenos profesionales y estudiantes" a la vez que les encomendaba otra tarea: "que sepáis representar a España y transmitir lo mejor de la juventud española y que sepan disfrutar de todo lo bueno de cada uno de los puertos que visiten".

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