Cádiz

Las correrías del niño malo

  • 'El Moi' ha entrado en prisión una vez más

  • Este joven, hijo de una histórica traficante, suele liderar periódicas subidas en la criminalidad

La primera vez que entró en la cárcel era casi un niño. Un niño malo, enamorado de lo ajeno, de la adrenalina del robo, la bronca, el desprecio a las leyes, a la autoridad. Dos décadas después, con 34 años, El Moi no ha cambiado un ápice. Por eso, cuando los robos empezaron a sucederse en comercios de la ciudad, los policías se miraron de reojo y pensaron para sí: el Moi.

Moisés Fernández González, el niño de la Regli, una de las mayores traficantes de heroína, que operaba desde su casa de la calle Jabonería en aquellos años en que Cádiz se llenó de muertos vivientes, creció con la delincuencia en los genes. Integrante de la conocida banda de Los Pirañas, vuelve a estar entre rejas, no se sabe si por mucho tiempo, después de que, tras ser detenido acusado de estar detrás de siete de los últimos robos en comercios, el juez lo dejara en libertad y esa misma noche volviera a las andadas.

No es la primera vez que el Moi reincide a las pocas horas de recobrar la libertad, como si fuera un rito iniciático, como si el hecho de que la justicia le diera otra bola extra pusiera su cuenta kilómetros a cero. Sólo que el juego no funciona así, por eso arrastra 44 detenciones por robos violentos y agresiones, que incluyen una tentativa de homicidio que tuvo lugar el 9 de abril de 2002, cuando, tras ser arrestado por diferentes robos y ser puesto en libertad, protagonizó una reyerta en un bar de la Punta de San Felipe esa misma noche. Al ser detenido por la Policía Nacional, consiguió zafarse cuando intentaban engrilletarlo y huir, pero al ser retenido por otro agente sacó un cuchillo y le asestó un tajo en la cabeza -de la coronilla a la frente- por el que tuvieron que aplicarle 40 puntos de sutura.

Por esta agresión fue condenado a pena de cárcel y enviado a Botafuegos, en Algeciras, donde pasó unos años después de que pinchara con un estilete a un funcionario de prisiones.

En el año 2011 no retornó a la prisión algecireña tras un permiso penitenciario sino que volvió a su Cádiz, donde cometió 11 robos en cinco días. Entonces su historia fue más rocambolesca porque, tras ser detenido, llegó a entrar en coma en los calabozos de la Comisaría Provincial y tuvo que ser trasladado a la UCI del Puerta del Mar, donde permaneció durante una semana, antes de ser trasladado a Puerto II. Los agentes que lo atendieron en primera instancia comentaron que su frágil estado de salud era causado por sus adicciones a diferentes sustancias estupefacientes. En esa época su madre había abandonado Santa María y se había instalado, junto a su pareja y sus hermanos, en la calle Adolfo de Castro.

Las correrías del niño malo son un constante tira y afloja con la Policía. En junio de 2016 fue detenido conduciendo un coche robado en dirección contraria por la avenida de Portugal. Fue puesto en libertad con cargos para, como es su costumbre, celebrarlo hiriendo con una navaja a uno de los miembros de su banda en su pierna izquierda. Entonces los hechos ocurrieron en la Segunda Aguada, cuando cuatro personas intentaron robar dos motos. Los vecinos dieron la voz de alarma y cuando llegó la Policía el Moi se dio a la fuga, aunque los agentes consiguieron atrapar a sus compinches, a los que les incautaron diversas herramientas, como una llave inglesa o una varilla de aceite. Tras ser arrestados, horas después se les dejó en libertad, pero el problema llegó cuando uno de ellos se dirigió a casa del Moi, que entonces residía ya en Guillén Moreno, para exigirle que asumiera su participación en los hechos. Fue entonces cuando, según contó el agredido a los agentes, el Moi agarró un cuchillo de cocina y le dio un pinchazo en la pierna izquierda, huyendo a continuación.

Históricamente la Policía siempre ha relacionado la puesta en libertad del Moi con un repunte delictivo en la ciudad, tal y como ha ocurrido este otoño, el más peligroso para los comercios gaditanos desde que se tiene constancia en las estadísticas.

Para poner freno a su último frenesí delictivo ha sido decisiva la intervención de un policía de paisano que consiguió hacerle frente e identificarlo cuando el pasado 20 de noviembre intentó robar en un comercio de la calle Sacramento. Desde el 15 del mismo mes había robado en un local de hostelería de la calle Cobos, en un local de alimentación de la Viña o en un comercio de Alcalá Galiano, donde empotró una motocicleta en el escaparate.

El día 23, por la mañana, fue localizado por los agentes en las cercanías de la calle San Miguel el ciclomotor que supuestamente utilizó para reventar las puertas y los escaparates de los comercios. El día 27 de noviembre fue detenido y pasó a disposición del Juzgado de Instrucción, donde se decidió dejarle libre con cargos. Como es habitual en su caso, a las pocas horas volvió a robar en otro comercio y, esta vez sí, la autoridad judicial decretó su ingreso en prisión, poniendo un más que probable punto y seguido al largo historial de alguien para quien la palabra reinserción no parece tener ningún sentido.

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