"Si consigo que durante un rato olvides los problemas, eso es magia"

La magia es su pasión y disfruta transmitiéndola porque, para él, "la magia no tiene sentido sin espectador". Y la verdad es que no hace falta que lo diga, en su forma de hablar se nota esa pasión, y también en el hecho de que aprovecha cualquier ocasión para hacer un truco: a las camareras del bar, al recepcionista del periódico o al fotógrafo que le inmortaliza para esta entrevista.

El gaditano Manuel Sánchez Rodríguez, Magnolo, es "un mago total", como él dice, porque hace de todo: mentalismo, cartomagia, espectáculos de salón, grandes ilusiones y magia de cerca. Afirma que con lo que más disfruta actualmente es "con la magia de cerca, porque me gusta tocar y sentir a la gente de cerca, y con el mentalismo, que llega a emocionar al público. Me gusta hacer soñar a la gente. La sociedad actual está muy amuermada y la gente sólo piensa en la crisis. Es bueno que te limpien la cabeza aunque sea un rato".

Magnolo asegura que su único objetivo es "sacar el niño que todo el mundo lleva dentro y que durante unos minutos o una hora olvides los problemas. Si lo he conseguido, eso es magia. Pero la gente no tiene mentalidad de ver magia para disfrutar, sino para pillar al mago".

Al preguntarle si se puede vivir de la magia, se ríe. "Está fastidiado porque la gente no valora el arte en general y tiene la imagen de que la magia es algo para los niños, cuando no es así", responde, y continúa diciendo que para él, la magia "es arte", por eso, intenta "meter poesía en los espectáculos porque yo no quiero que la gente se asombre, sino que se emocione".

Cuenta que ha hecho muchos espectáculos de cerca con cartas, "algo muy difícil, que el público no aguanta más de 15 minutos". Por eso, para no aburrir al respetable señala que "tienes que hacer algo distinto, que la gente no se espere lo que va a pasar, que se involucre y no quiera salir de ese mundo de ilusión. Eso es muy complicado". Y reconoce que él no intenta que su número sea el mejor, "sino llegar al público, porque cuando llegas a la gente, tu número es el mejor del mundo".

Magnolo es uno de tantos gaditanos que emigró para buscar trabajo y, desde los 19 años, vive en Barcelona. Cuenta que entró en el mundo de la magia por casualidad. Paseando un día por la ciudad condal se encontró con una tienda de magia y entró por curiosidad. "Ley un libro que me enganchó y hasta hoy".

Dice que, en el mundo de la magia, ha hecho "de todo". Empezó mostrando sus trucos en restaurantes y, entre otras cosas, ha hecho grandes ilusiones en hoteles y ha trabajado con los niños del hospital de San Juan de Dios de Barcelona. Posee numerosos galardones, entre ellos, el primer premio en el Mundial de Guatemala de 2011, el segundo premio nacional en Barakaldo en 2004, el tercer premio nacional en La Coruña en 2010, el tercer premio continental americano en 2005 en Bogotá y el tercer premio en la categoría de mentalismo en la convención de magia más importante de América Latina, denominada Flasoma, celebrada en Chile el mes pasado y al que asistieron casi 500 magos de todo el mundo. Este año también ha recibido el Premio Pablo Domenech, otorgado por la Sociedad Española de Ilusionismo. Se trata de un trofeo muy exclusivo que no se otorga todos los años, sólo cuando el jurado considera que existe un profesional que lo merece por su aportación al mundo de la magia.

A pesar de estos galardones, Magnolo no deja de formarse porque "la magia es un mundo infinito, es tan amplia como tu imaginación. Y disfruto con ella. Me puedo pasar horas haciendo magia y hablando de ella, y no lo considero un trabajo".

Actualmente, Magnolo imparte un curso específico de Cartomagia en El rey de la magia, una escuela de magia abierta recientemente en un teatro-museo de Barcelona que tiene la tienda de magia más antigua del mundo.

También está pendiente de publicar un libro para magos, en el que explica algunas de las rutinas que ha creado y con las que ha ganado concursos.

La verdad es que algunos de sus trucos dejan al público con la boca abierta. Parecen algo imposible... Es magia.