La ciudad y el mar
La conversión del muelle Reina Sofía en la gran terminal de cruceros, con una amplia zona dedicada al ocio y al comercio sería una fuente de riqueza para Cádiz
La relación de Cádiz y el mar ha estado siempre llena de vaivenes y de dudas; de grandes proyectos y de esperanzas pérdidas aún sabiendo siempre su vecindario que es del mar de donde han venido los tiempos de mayores riquezas. No podía ser de otra forma en una ciudad que es casi isla.
La recuperación de la relación de Cádiz y el mar es sin duda el aspecto urbanístico y social que más ha avanzado en estas últimas décadas. Los ayuntamientos de la democracia se han volcado en mejorar la trama urbana que tiene como balcón el mar, ya sea con el premiado Paseo Marítimo ejecutado en tiempos del socialista Carlos Díaz como con la apertura de nuevos espacios abiertos a los ciudadanos, como el paseo de Astilleros o el de Puntales o el que ahora se ejecuta en Santa Bárbara impulsados por el gobierno de la popular Teófila Martínez. Se ha actuado para bien en el Campo del Sur, una peculiar trasera de la ciudad, mientras poco a poco se va recuperando la relación urbana con la playa de la Cortadura y, en un futuro esperemos que no lejano, con el Parque Natural.
Sin embargo, la potencia del mar en el desarrollo económico y social de la capital aún tiene mucho por descubrir. El tercer reportaje de la serie 'Ideas' se centra en ello. En ofrecer alternativas para la discusión ciudadana.
Como no podía ser de otra forma es la dársena portuaria la que invita a plantear diseños. Cierto es que en estos últimos cinco años tanto el PP como el PSOE han puesto sobre la mesa proyectos de desarrollo especialmente interesantes para esta zona, pero las disputas políticas entre ambas formaciones han impedido ofrecer una postura común.
La alternativa que se presenta apuesta aún más por un puerto volcado en el servicio a los cruceros turísticos con la inclusión de ofertas destinadas al ocio, la cultura, el comercio y el turismo.
UN USO ADECUADO DEL MUELLE REINA SOFÍA
Aquí juega un papel esencial el actual muelle de contenedores Reina Sofía. Su traslado al futuro de Levante dejará libre más de cien mil metros cuadrados de superficie. Buena parte de este suelo mantendrá su uso portuario aunque se centrará únicamente en los cruceros. Para ampliar la línea de atraque, hasta cerca de 1.500 metros, y reducir de esa manera la necesidad de utilizar otros muelles si en la ciudad coinciden a la vez varios cruceros se propone estudiar la viabilidad de completar el relleno ocupando la lámina de agua hoy utilizada por el Club Náutico y por Puerto América. Ambos espacios, limitados en su superficie y sin posibilidades de crecer, se trasladarían, mejorados y ampliados, al paseo de la Bahía o un lugar cercano que será objeto de este debate de ideas en una próxima edición.
En el nuevo muelle de cruceros se levantaría una nueva estación marítima, amplia y con un diseño arquitectónico que la convierta en un edificio referente para el puerto y para la propia ciudad. Un ejemplo del modelo a seguir puede ser la nueva terminal estrenada recientemente en el muelle de Málaga, con un estilo impactante dentro de la arquitectura portuaria de esta ciudad. Esta oferta de servicios se completaría con dependencias destinadas al mantenimiento de los buques y a la ubicación de las oficinas de las consignatarias. El edificio de la actual estación marítima, protegido por la Delegación de Cultura al considerarlo un Bien de Interés Cultural, podría transformarse en un pequeño museo sobre la propia historia de la APBC y en una biblioteca de temas marítimos.
Toda esta gran extensión de suelo portuaria estaría perfectamente urbanizada, con zonas verdes y aparcamientos para facilitar el paso peatonal por la misma.
El muelle de cruceros estaría directamente conectado, tanto por una carretera como por escaleras automáticas, con la zona de ocio que ocuparía lo que hoy es Puerto América, el paseo superior y toda la superficie del muelle Reina Sofía que quedaría sin uso directamente portuario.
Esta es una de las dos grandes apuestas ciudadanas en lo que se refiere a la relación entre Cádiz y el mar.
Más allá de propiciar una versión gaditana del Maremagnum de Barcelona, una apuesta que sin duda sobrepasa la demanda de ocio que puede llegar a tener Cádiz, el complejo propuesto estaría integrado por tiendas relacionadas fundamentalmente con el sector náutico, el textil y regalos junto a locales destinados a la hostelería (cafeterías, heladerías, restaurantes) con un control estricto sobre el diseño de cada uno de ellos. Hoteles con encanto y oficinas relacionadas con el ámbito turístico, discotecas y pub completarían la oferta. Como oferta 'institucional' se levantaría en la zona un Museo del Mar, tantas veces reclamado para la ciudad. Esta zona de ocio conectaría con el paseo Pascual Pery Junquera, creándose una línea de autobuses urbanos para mejorar su acceso. En el futuro, si el tranvía se transforma en un medio de comunicación eficaz, cabría la posibilidad de abrir una línea hasta estos terrenos.
Aprovechando que todos estos equipamientos, que estarían circunvalado por un paseo para el tráfico, con carril bici y zona peatonal, se levantarían sobre una zona elevada respecto al muelle de crucero (ver gráfico) se podría aprovechar esta planta subterránea para habilitar en buena parte aparcamientos subterráneos.
La tercera gran operación, tras el muelle de cruceros y la zona de ocio, se ubicaría en lo que hoy es el muelle Ciudad.
La apertura del muelle de Levante y la dedicación exclusiva a terminal de cruceros del viejo recinto de los contenedores facilitaría el uso urbano de este suelo, una histórica reivindicación de los ayuntamientos de la capital sobre la que la APBC siempre se ha mostrado reticente ante la necesidad de garantizar la seguridad en toda la dársena portuaria.
La apuesta que se plantea para este suelo sigue las pautas del proyecto presentado en su día por el PSOE para la que denominó 'la gran plaza del mar'. Aquí se une el espacio liberado por el muelle Ciudad -que quedaría limitado a puntuales atraques para lo que habría que plantear la posibilidad de instalar un vallado provisional en momento muy extraordinadios, como pudiera ser una regata de grandes veleros- con el del paseo de Canalejas, uno de los rincones de la ciudad más desaprovechados actualmente.
Se mantiene la apuesta de un paso subterráneo como forma de eliminar el tráfico en superficie en la unión entre la plaza de Sevilla y la de España, creando un macroaparcamiento subterráneo que, unido al ya previsto en la operación de la estación ferroviaria y al aquí propuesto en Puerto América, solventarían casi en su totalidad el déficit de plazas de estacionamientos que hoy soporta el casco histórico y comercial. Para salvar la ruptura que supone la rampa de entrada y salida a esta vía bajo tierra se plantea la construcción de una serie de puentes de madera sobre ella que darían continuidad peatonal a la gran zona verde que ocuparía la superficie.
El terreno sobre el que se actuaría supone una superficie de 50.000 metros cuadrados. Frente a la propuesta del PSOE, no incluimos el paso del tranvía aunque el diseño de este espacio sí debería de dejar suelo para una posible integración de este medio de transporte en el futuro. Zonas verdes, locales de hostelería, la oficina de turismo municipal ya existente, tiendas de regalos y espacios dedicados para el ocio (música y teatro en la calle, exposiciones al aire libre).
En esta apuesta por recuperar el frente marítimo, el Ayuntamiento tendría que estudiar la elaboración de una ordenanza que limitará la instalación de oficinas en los bajos de los edificios que dan a la avenida de Ramón de Carranza, apoyando por contra la ubicación de locales de hostelería y tiendas.
Esta operación se completaría con una conexión con la plaza de San Juan de Dios totalmente peatonalizada, salvo para el paso de vehículos de urgencia y oficiales y conectaría con otra zona de gran futuro para la ciudad: la Plaza de Sevilla.
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