Por las calles de la amargura
Historia
La ciudadanía y los grupos políticos recordaron la Explosión de Cádiz en su 69 aniversario con una ofrenda floral y una ruta guiada por los escenarios donde se produjo la tragedia.
Ángeles González tenía dos años y medio la noche del 18 de agosto de 1947. Vivía en la Casa Cuna, en la calle Tolosa Latour, donde su madre, viuda, se vio obligada a dejar ante los escasos recursos económicos de los que disponía. "Era muy pequeña, pero lo recuerdo todo. Quedé atrapada entre escombros y recuerdo que veía el techo caído y a los bomberos bajando por las paredes buscando a los niños. Luego supe que me encontró bajo los escombros un consumista del muelle. Estuve mucho tiempo muda del susto". Ayer participó en los actos de conmemoración del 69 aniversario de la Explosión de Cádiz. Como Antonio, que también vivía, con su hermano, en la Casa Cuna. También se alojaba allí su madre, que era la cocinera. Los dos pequeños sobrevivieron al encontrarse sus dormitorios más alejados de la explosión. Porque la onda expansiva se prolongó en el sentido del barrio de San Severiano, donde estaba el citado hogar infantil. La madre de Antonio no tuvo tanta suerte y falleció.
Vídeo: José Antonio Aparicio
Ayer fue el día de las víctimas de la catástrofe, 150 fallecidas y cerca de 10.000 heridas al estallar un polvorín de la Armada en la Base de Defensas Submarinas de Cádiz, donde hoy se ubica el Instituto Hidrográfico. Y de sus familiares. Entre ellos Juan Cejudo. Su padre, Ramón, comía en ese momento en el comedor de suboficiales de la Base. Atrapado entre los escombros no pudo salvar su vida. José Antonio Aparicio, del Instituto Español para la Reducción de los Desastres (IERD), guió ayer una ruta por los lugares marcados por la Explosión, comenzando por el interior del Instituto Hidrográfico justo en el lugar donde estaba el polvorín que estalló, a las 21.45, arrebatando la vida de 26 personas entre marinería, oficiales, suboficiales y familiares que residían en la Base. "En esa nave había 200 toneladas de explosivos y otras 100 en otra nave. La rápida actuación del capitán de Corbeta Pascual Pery Junquera y de varios marineros impidieron que explotara el segundo polvorín. No había agua ni mantas, así que apagaron con escombros las llamas que ya amenazaban al segundo polvorín, cuando por Cádiz ya corría la voz alertando sobre una segunda explosión", explicó Aparicio. Los restos de los dos marineros que custodiaban la nave que explotó acabaron encima de un árbol y en la vía del tren. La historia no puede ser más estremecedora.
Fuera de las dependencias de la Armada, la calle Tolosa Lator fue rebautizada como la Calle de la Amargura por ser la que sufrió un mayor número de víctimas. Allí se encontraban la Casa Cuna o el Sanatorio Madre de Dios. "Murieron familias completas y 94 personas en toda la calle. Contra lo que pudiera parecer por tratarse de extramuros, entonces aquella era una zona muy habitada", precisó Aparicio. Porque "la gente murió por la destrucción de las casas, no por la onda expansiva". Como la casa del armador Manuel Paredes en Tolosa Latour. O la del ginecólogo Pedro Rodrigo Saballette en la calle 24 de julio. En la Casa Cuna había esa noche 199 niños entre huérfanos, expósitos y albergados. Murieron 26, además de 12 sirvientas y seis monjas.
Aparicio explicó que cada vez quedan menos incógnitas sobre lo que ocurrió. "Pocas. Sobre todo por dónde vinieron esas cargas de profundidad que causaron la Explosión. Por lo que he podido investigar eran de un buque italiano. Los italianos entregan su flota a los aliados en el momento que se produce el desembarco de Sicilia, pero no el armamento, que se depositó en diferentes polvorines de España, entre ellos el de Cádiz". Argumentó que "por efectos del calor y el mal estado de los explosivos, se produjo el estallido. Nadie sabía que aquello traía algodón pólvora en lugar del TNT, que es lo que se utilizaba desde primeros de siglo y que es imposible que estalle". Insistió en que aquello "fue un accidente, nada de un ataque de los comunistas ni experimentaciones nazis como se ha dicho en alguna ocasión. Evidentemente hay una responsabilidad del Estado, pero lo que importa es recordar a las víctimas".
Ante el monumento a las víctimas, en la plaza de San Severiano, la alcaldesa accidental, Ana Fernández, junto a José Manuel Millán Gamboa, subdirector del Instituto Hidrográfico, y con la presencia de concejales de todos los partidos. Fernández justificó la conmemoración "porque tenemos el deber de recordar la historia reciente de la ciudad, recordar a las víctimas e incidir en que esa noche se vivió un acto de solidaridad cuando Cádiz pidió auxilio, tanto civiles como militares". Apuntó que aún no se sabe con certeza si la catástrofe fue "una negligencia, un sabotaje o una manipulación inadecuada. Quedan por saber muchas respuestas y sobre todo disculpas a las familias de las víctimas, principalmente, pero también a los gaditanos. 69 años después, aún no ha habido una disculpa oficial del Estado por esa tragedia y ese sufrimiento". Añadió que "nosotros, los responsables municipales somos hoy la voz de todas esas voces que perdieron su vida aquella noche, y nuestro deber y responsabilidad es que no caigan en el olvido. Siempre estarán en nuestra memoria".
También te puede interesar
Lo último