Ballenatos en las aguas de Cádiz
Una imagen y mil palabras
Cartas llenas de imágenes para enriquecer las palabras
La imagen puede ser más poderosa que cualquier texto. Fomenta nuestro deseo de explorar y de saber. Despierta nuestros sentidos y nos dirige a las palabras que se harán más fáciles y entendibles. Imágenes que son la huella de nuestra historia y que deberíamos conocer

Cádiz/Con fecha del 27 de mayo de 1768, Juan de Gerbaut escribe una carta a Julián de Arriaga. En ella, además de palabras, incluye un dibujo hecho a tinta de un pez encontrado en la Bahía de Algeciras el 13 de mayo de 1768. Un pequeño papel, de apenas 20x33cm, escala 1:50, con una descripción detallada al pie de la imagen que la hace muy atractiva.
Vista de un pescado que el 13 de mayo de 1768 mataron algunos individuos marineros entre la guardia del Rinconcillo y barca de Palmones, ensenada de la Bahía de Algeciras, cuyo pescado tenía en el extremo A. de la cabeza poco más de un palmo de espesor, en B. tenía dos varas y una tercia de grueso, en C. tres varas de grueso y en D. una vara: sus anchos y largo se medían por la escala sobre que está construido. tenía el pellejo blando color de pizarra, de tres líneas de espesor, y con su carnada llegaba a dos pulgadas de grueso; la carne como de cazón, pero mui crasa, no tenía escamas, agallas, ni espina alguna por lo exterior. La quijada inferior E. su color del pellejo blanco como leche, con 21 dientes por lado que encaban en sus correspondientes hoyos de la quijada superior y ésta no tenía diente alguno, Tenía miembro viril de dos varas de largo en la F. y en la G. ombligada.
La intensa correspondencia entre estos dos personajes, y que hicieran acompañar sus cartas de detalles como el del dibujo de este ballenato y el de otros planos, diseños y construcciones, nos da información de la importancia de añadir una imagen para describir y hacer valer lo que estaban presentando o defendiendo en sus escritos.
Juan Gerbaut, toscano de nacimiento, fue militar intendente en el general departamento de Cádiz. Fue uno de esos hombres que los Borbones españoles situarían en cargos importantes y de responsabilidad con el objetivo de que les fueran incondicionales. En 1736 es nombrado intendente general de Marina. Fue el encargado de solventar las grandes dificultades que supuso encontrar embarcaciones y avituallamiento para los más de dos mil quinientos jesuitas que tuvieron que exiliarse después de que en 1767 se produjera la expulsión de los miembros de la Compañía de Jesús.
Por otro lado, Julián de Arriaga, como alférez de fragata, participó en varias comisiones tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo. Embarcó desde Cádiz hacia el Pacífico y más tarde a las Antillas.
Es en 1752 cuando ocupó la plaza de intendente del Departamento de Cádiz y fue nombrado presidente de la casa de Contratación, perteneciendo a la vez al Cuerpo de la Armada y parte del cuerpo general. En 1754 relevó al marqués de la Ensenada en la secretaría de Marina e Indias, siendo ascendido a teniente general en 1755. Este nombramiento coincidió con el terremoto que asoló Cádiz y destruyó numerosas instalaciones de la Marina. Dedicándose posteriormente a la reconstrucción y a la construcción naval intensiva.
No era la primera vez que en una carta se acompaña un dibujo sobre la aparición de un cetáceo. El 10 de abril de 1750, José Vázquez Prego informa al Marqués de la Ensenada de la aparición de otro cetáceo. Fue hallado el 27 de marzo de ese año, varado junto al fuerte de Santa Bárbara en la playa de Levante en La Línea. Un ingeniero militar levantó la planta y el alzado y expuso las dimensiones de este: 12,5 varas castellanas de largo y 3200 arrobas de peso, unas 14 toneladas de peso y 15 metros de largo aproximadamente. Un pequeño dibujo de apenas 23 cm en tinta y aguada gris, habría informado con detalle ampliando la información que pudo dar la carta.
Plano y vista del pescado que se encontró en la Playa de Levante entre el reducto de Santa Bárbara y su avanzada, situado en la izquierda de La Línea delante de Gibraltar, la mañana del 27 de marzo de 1750, cuya longitud era de doce varas y media castellanas, su circunferencia, por el vientre, y lomo de doce varas. Tenía veinte y cuatro dientes semejantes a los colmillos del jabalí en cada quijada y ninguno en la parte superior; La cola tres varas de latitud y seis pulgadas de grueso. Se calculó su pesó en tres mil y doscientas arrobas. Las dimensiones de las demás partes, colocados en sus debidos lugares se pueden ver por la escala.
La ballena ese ser monstruoso, que despertó la curiosidad desde la Antigüedad y que durante la Edad Moderna acompañó a galeones y bajeles en la aventura transoceánica. De aquellos bestiarios medievales en los que la historia de Jonás y el milagro de San Brendan –que consiguió que se colocara como una isla para decir misa en medio del mar–, perduraba la grandeza y lo enigmático de su modo de vida. Un monstruo que se convirtió en un fenómeno muy difícil de estudiar por sus dimensiones, a no ser por los varamientos que se producían en las costas.
Cuando Linneo en el siglo XVIII asienta las bases de la zoología moderna, los monstruos marinos quedarán para la literatura y la ballena pasará a ser solo un rico recurso para la economía de muchos pueblos.
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