El Arte puede sanar

La Hora del Bocadillo

Atrapado por una relación vampírica, el protagonista tratará de salvar y reconstruir su vida

El jerezano Fran Mariscal estará el día 21 en el VIII Encuentro del Cómic de Cádiz

Detalle de la ilustración de portada.
Detalle de la ilustración de portada.
José Luis Vidal

16 de noviembre 2025 - 08:00

La situación del cómic en nuestra provincia ha cambiado de manera radical en los últimos años, sobre todo debido a la llegada de las redes sociales y los avances tecnológicos a la hora de poder trabajar con total tranquilidad desde tu lugar de residencia, sin tener que trasladarte a Madrid, Valencia o Barcelona, puntos neurálgicos de esta industria.

La explosión de talento gaditano es brutal, y si dirigimos nuestra mirada hacia la localidad jerezana, nos encontramos con toda una generación que, bajo las enseñanzas del magistral Alberto Belmonte, está encontrando su lugar en el mundo de Noveno Arte.

Pauli Junquera, Pedro Moya y Fran Mariscal. Todos y cada uno de ellos ya están trabajando para diferentes industrias, ya sean nacionales o extranjeras, plasmando su arte en diversas obras.

Pero hoy me gustaría hablaros en concreto de Fran Mariscal, al que conocí hace ya algunos años, cuando con su carpeta repleta de dibujos, recorría los salones del cómic patrio. Disfrutar de aquellas viñetas, tan influenciadas por Bill Sienkiewicz y Gabriel Hernández Walta eran un auténtico gustazo. Pero como todo, las cosas tienen un proceso, y este aventajado chico que viajó a Barcelona para inscribirse en la prestigiosa Escola Joso aún tendría que recorrer el camino del aprendizaje que comenzó en tierras jerezanas, pese a que gracias a su nivel artístico saltara varios cursos.

Ya instalado en la Ciudad Condal, comenzó a trabajar en el medio de la ilustración, con algunos trabajos meramente alimenticios y otros donde Fran plasmaba su arte en varias portadas de libros. Por no hablar de sus exitosos crowdfundings, uno dedicado al cine y otro al universo mutante de la editorial Marvel, donde ya se pudo disfrutar de su brutal evolución gráfica.

Y como él mismo está explicando en las presentaciones de su ópera prima Moribundo, una traumática relación amorosa lo hizo caer en el oscuro pozo de la depresión, del que no habría podido salir sin ayuda profesional y, sobre todo, su arte para narrar historias.

Así fue como, poco a poco, recuperándose y queriendo volver a coger un lápiz, Fran Mariscal esbozó en su cabeza la historia de Egon, su ficticio alter ego, al que una oscura noche, Piedad, otra de las protagonistas de este relato, encuentra totalmente perdido, sin rumbo, y herido.

Hay cicatrices que no se cierran con facilidad, y la que Egon tiene está en lo más profundo de su ser. Tan solo a base de recuerdos, en este caso flashbacks, vamos a conocer el oscuro sendero que ha estado recorriendo desde que su mirada se cruzó con la de aquella chica de cabellos morenos y actitud seductora…

Liz Tombstone es la heredera de la familia más poderosa de Hollow Hill, un pueblo sobre el que pesa una oscura maldición, que hace que algunos de sus habitantes aparezcan totalmente consumidos, sin sangre. En el fondo del lago de la localidad, de rojas aguas, se esconde una presencia, un ente que ha contaminado a este lugar durante décadas, marcando su ominoso destino.

Pero Egon es tan solo un enamoradizo escritor de terror que comienza a tener cierto éxito, y que, empujado por su ‘buen’ amigo Jimmy, terminará en los brazos de la pálida chica.

El resto de la historia será un descenso (y nunca mejor dicho) a un infierno vampírico, donde el protagonista conocerá a los progenitores de Liz, Dominic, el padre y a la monstruosa madre, un ser gigantesco, siempre sedienta del rojo líquido, cuya terrible presencia planea siempre sobre la cabeza de su hija.

Pues bien, este será el principio de una relación que dejará a Egon completamente destruido, física y psicológicamente, con el corazón roto, rendido ante la crueldad que aquella a la que amó, y traicionado por aquellos en los que confiaba… En resumen, Moribundo.

Y tal que así, ya en el mundo real, estaba el mismo Fran Mariscal cuando emprendió este camino sanador junto a su personaje, y lo hace con una historia que recorre las fases del duelo, llevándonos de la mano en una historia que te atrapa desde la primeras viñetas, en la que disfrutamos de un Mariscal pleno artísticamente, que además de la calidad de su trazo y personal paleta de colores, aporta soluciones narrativas muy originales (esa peculiar manera de ‘romper’ el espacio entre las viñetas).

Para todos los que tengáis interés por saber más sobre este cómic y su autor, el próximo 21 de noviembre, dentro del VIII Encuentro del Cómic de la Biblioteca Provincial de Cádiz, tendremos la suerte de contar con su presencia.

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