El antifaz a la vera de su Virgen
En 1994 Miguel Rodríguez Andrés recibió el Antifaz de Oro por su trayectoria carnavalesca l La insignia más reconocida del Carnaval brilla desde entonces entre las joyas de la Virgen de las Penas
EL mundo del Carnaval -que celebra ahora sus días grandes- y de las cofradías -que se preparan ya para los suyos- están más unidos de lo que parece. Sabido es que hay muchos carnavaleros reconocidos que también son grandes cofrades; y del lado contrario, muchos son también los buenos cofrades que participan en Carnaval. También es bastante usual que las agrupaciones carnavalescas participen en actos cofradieros con fines solidarios o con otros objetivos. Pero la vinculación entre un mundo y otro también lleva a algunos carnavaleros a acordarse de sus devociones a la hora de celebrar sus éxitos en la fiesta de febrero.
Este último es precisamente el caso de Miguel Rodríguez Andrés, un carnavalero con un amplio currículum que abarca más de treinta años participando en agrupaciones de los nombres más reconocidos del Carnaval. Macías Rete, Paco Alba, El Quini, la Viña o Julio Pardo son algunos de los grupos -siempre en la modalidad de coros- en los que ha formado parte este ilustre de la fiesta. Y hace ya dieciséis años, Rodríguez Andrés recibió el Antifaz de Oro, la insignia más destacada del Carnaval de Cádiz con la que se premiaba su trayectoria carnavalesca.
Desde esa fecha, el Antifaz de Oro de Miguel Rodríguez Andrés brilla entre las joyas que posee la Virgen de las Penas, la dolorosa de la cofradía de La Palma, que incluso lo luce en algunos momentos del año. Una curiosa historia que ahora, 16 años después y en plena fiesta carnavalesca, el protagonista recuerda con cariño.
Rodríguez Andrés asegura que desde un principio -antes incluso de que le comunicaran que le iban a entregar el Antifaz de Oro- tenía muy claro que su deseo era donar la insignia a la Virgen de las Penas. "Yo soy viñero. Nací en la calle Santa Catalina, lo que hoy es Venezuela. Me bauticé e hice la comunión en La Palma. Y por eso tenía muchas ganas de que mi Virgen fuera la primera que tuviera el Antifaz de Oro", cuenta este veterano corista. Una vez que le comunicaron la distinción, Rodríguez Andrés se puso en contacto con el que entonces era hermano mayor de La Palma, Antonio Lucero, para plantearle la idea. "Era muy amigo de Antonio Lucero, que era hermano mayor, y además yo paraba mucho por el Sancho -bar que entonces regentaba el padre de Lucero-. Así que se lo pregunté y él me dijo que a la Virgen se le entregaba de todo, y que veía bien que también le donaran esta insignia tan gaditana".
Este gaditano guarda un buen recuerdo del acto de entrega del Antifaz de Oro. Se hizo durante los cultos cuaresmales de la dolorosa, en los días de besamano, y actuaron como testigos de aquel momento la familia y algunos de los amigos de Miguel Rodríguez. "Estuvo Juan Antonio Guerrero, Manolo Huelga, Felipe Martín,... nos hicieron una foto", recuerda hoy el antifaz y devoto de la Virgen de las Penas. De hecho, comenta que en el salón de su casa, "que es como una peña de Carnaval" por todos los recuerdos que guarda de tantos años participando en la fiesta, ocupa un lugar destacado un cuadro en el que aparece la dolorosa de La Palma luciendo el Antifaz de Oro y escoltada por Miguel Rodríguez y su esposa tras la donación.
Después de aquello, también conserva en su memoria con cariño cómo le indicaban cada vez que iba a verla salir el Lunes Santo dónde llevaba el Antifaz. "A veces lo llevaba en el fajín, otras en el pechería,... se lo ponían, sí que se lo ponían. Y a mí me satisface mucho que lo lleve, porque es mi Virgen", afirma.
Curiosamente, Rodríguez Andrés no es actualmente hermano de la cofradía viñera. "Fui hermano de La Palma, pero cuando me tuve que ir a trabajar fuera me despegué de todo esto", explica.
Ya han pasado 16 años, y este corista sigue estando orgulloso de donar en 1994 su mayor reconocimiento por el Carnaval a la Virgen de las Penas. "Cuando me dijeron que iban a dármelo pensé ¡Cómo es posible que ningún Antifaz de Oro se lo diera a su Virgen! Y lo tenía muy claro", asegura Rodríguez Andrés, que ve en este acto una muestra de que el Carnaval y las cofradías pueden ir de la mano perfectamente. "No creo que nadie piense que está reñido una cosa con la otra. Yo desde luego estoy muy orgulloso de haberlo hecho, sinceramente", concluye este carnavalero que en 1994 recibió la mayor insignia del Carnaval, la misma que en diversas ocasiones luce la Virgen de las Penas.
El entonces hermano mayor, Antonio Lucero, también recuerda cómo ocurrio aquello y cómo Rodríguez Andrés se lo dijo "antes incluso de que lo nombraran". Lucero confiesa que aunque a él le pareció bien desde el principio, "creo que a la Iglesia no le cayó muy bien, por esa unión Carnaval-Iglesia". Pero él lo tiene claro: "es una vida dedicada al mundo del Carnaval, la primera fiesta de Cádiz, y creo que es lógico que se hiciera", afirma Lucero.
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