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Funcionalidad y arte

  • En el edificio de la sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia supieron conjugar la funcionalidad con los elementos decorativos de la época

Pinturas de la Escuela costumbrista  sevillana de 1843, realizadas por Rafael Benjumea y Antonio Mensaque en el rellano de la escalera.

Pinturas de la Escuela costumbrista sevillana de 1843, realizadas por Rafael Benjumea y Antonio Mensaque en el rellano de la escalera. / Jesús Marín

La finca que hoy describimos es la sede actual de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), situada en la Plaza de San Antonio, anteriormente Plaza de la Constitución. Este edifico de construcción neoclásica datado en 1808 es obra del maestro Domingo Álvarez.

La funcionalidad y uso actual del edificio no han sido motivos para que perdiese los elementos originales de su construcción. Por ello conserva determinados detalles decorativos y mobiliarios de su anterior vida doméstica, tanto neoclásica como isabelina, con numerosos cuadros, y estancias que reflejan la época de esplendor de Cádiz.

De los primeros propietarios que se tiene constancia es del matrimonio formado por Francisco Ximeno Harmony e Isidra Carrera. También posteriormente fue propiedad de la familia Poggio Flores y desde 1923 lo adquirió Catalina Uhthoff hasta que fue vendido por su familia en 1972 a la Diputación de Cádiz. Años más tarde pasaría a ser sede de la UNED.

La casa es el ejemplo de casa burguesa de la época con planta baja y tres plantas. La planta baja, destinada a oficina y salas de recibo y cochera. La primera planta era el escritorio de la casa, la segunda, la principal conocida como la planta noble, donde vivía la familia y la tercera, la planta destinada al servicio.

Muchos de los elementos originales de la construcción se conservan actualmente, como los dameros de mármol grises y blancos de Carrara de sus suelos, las puertas de caoba y clavos de sus diferentes estancias o el frontal de la galería del segundo piso, que conduce a la planta superior.

En la entrada se conserva una gran lámpara que cuelga de la montera e ilumina todos los huecos de las galerías, la cual en su origen fue de gas y con el tiempo se electrificó.

La primera planta, muy típica de esa construcción, con el techo más bajo, es la destinada al escritorio. Dicha planta conserva la antigua manivela de metal que abría la puerta de entrada.

La planta principal o noble de la casa conserva en la galería dos pinturas de Escuela sevillana del siglo XIX . Una de ella representa a Santa Catalina de Alejandría. Encima de estas pinturas, en dicha galería se aprecia el testigo de unos frisos de restos de pintura decorativa que afloró debajo de la moderna. Todo esto da paso a salón principal de la casa que conserva su decoración de estilo neoclásico, protagonizado por sus grandes espejos que dan volumen al espacio, todo ello presidido por una chimenea de mármol.

Otra de las estancias que se conserva en dicha planta, es la habitación donde se ubicaba lo que fue el oratorio familiar, la cual en sus esquinas conserva el mobiliario de caoba de la época. Junto a este oratorio se encuentra la habitación donde se encontraba un antiguo dormitorio familiar, el cual conserva unas alacenas de caoba con cristales franceses con passe-partour eglomisé. De la planta segunda a la tercera acedemos por la escalera por un frontón neoclásico que combina la piedra y el mármol en sus columnas. Ello nos conduce al último tramo de escalera donde lucen unos cuadros de escuelas costumbristas fechados en 1843 y firmados por Antonio Mensaque y Rafael Benjumea.

En la tercera planta se conserva la sala del fumador, una estancia muy común en las casas decimonónicas, conservando todos los elementos decorativos. Su estilo es neomudejar, similar al del Casino Gaditano, que se inspiró en los Reales Alcázares de Sevilla. En dicha sala se puede apreciar un bonito friso de azulejos junto a una importante chimenea de mármol.

En la tercera planta, junto a la sala del fumador, se conserva un importante mueble de caoba de gran dimensión que en su día tenía un torno en la parte central donde se pasaba los platos de la cocina al comedor.

Hoy agradecemos a la Diputación Provincial su conservación y a Manuel Barea, su colaboración en este artículo.

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