Cádiz

"Si alguien me pide el 'Salta', me dan ganas de tirarle el teclado a la cabeza"

  • El artista bonaerense, fundador de Tequila y Los Rodríguez, presenta mañana viernes en el Castillo de Santa Catalina "Solo Rot", su último trabajo, muy personal y cargado de atmósferas íntimas

Ariel Rot (Buenos Aires, 1960) forma parte indeleble de nuestra cultura musical. Primero reinventó el rock a golpe de saltos con Tequila; luego se integró en Los Rodríguez para seguir generando canciones inolvidables, y desde 1997 trabaja en solitario alternando sus álbumes con colaboraciones, retornos inesperados y duetos. Solo Rot, su último trabajo, es una colección de canciones que ha querido interpretar en solitario para suscitar una atmósfera precisa e íntima. Cuando el bonaerense me responde al otro lado del teléfono con una cordialidad que desarma y pienso en sus cincuenta y un años, entiendo que la edad no es tanto un número como un estado de ánimo. Mañana podremos comprobarlo en el castillo de Santa Catalina.

-Su último disco se titula Solo Rot , pero considerando la cantidad de músicos con los que lo grabó parece una ironía.

-No, al revés. Es un título que me resultaba obvio. Tanto que intenté mejorarlo y no lo conseguí. En medio de todos los proyectos que estaba haciendo compartidos -la gira con Tequila, el disco de duetos-, todo lo que se me ocurría para un futuro disco lo tenía en una carpeta que se llamaba Solo Rot. Me pareció que si había salido de forma natural, para qué complicarme la vida buscando títulos sugestivos.

-¿Cómo se siente sobre el escenario sin banda? ¿Podría elegir entre un concierto con banda y un concierto a solas?

-Los dos formatos me dan cosas que me encantan. Son situaciones diferentes. Uno es más festivo, efervescente. Lo otro tiene un toque más romántico, tienes más tiempo para leer, para escribir... Y luego, arriba del escenario, son lenguajes distintos. La verdad es que ahora me siento muy cómodo manejando los tiempos, el tipo de comunicación que se arma. Buscas la complicidad abajo del escenario, y no arriba, y se crea una atmósfera muy especial.

-Nadie se esperaba el retorno de Tequila en 2008. ¿Y usted?

-Nos habían hecho ofertas y Alejo siempre las rechazó. Me sorprendió que después de tanto tiempo fuera él el que me llamara proponiéndomelo. Tanto, que lo primero que le dije es que no lo veía, pero quedamos y nos pusimos a tocar y me gustó volver a tocar esas canciones. Fue un buen paréntesis.

-¿Tiene algo que ver con este paréntesis su necesidad de volver a estar musicalmente solo?

-No. De hecho, después de Tequila hice una gira de un año presentando el disco… Tiene que ver con algo práctico: si no hubiese armado este formato probablemente me habría pasado este año con los brazos cruzados, y además es un formato mucho más accesible. Pero luego resultó ser además un aprendizaje, una enseñanza, un nuevo camino que recién empecé. Con estas edades, tomar este tipo de empresas alimentan en lo musical y en lo espiritual.

-Sergio Makaroff suele acompañarle en la composición lírica de sus temas. ¿Cómo funciona el proceso compositivo con él?

-De distintas maneras. A veces yo le mando una música terminada y le pido que busque una letra, pero la mayoría de los casos él me manda unos textos acabados y yo los voy guardando. Ahora mismo tengo un montón de textos de Sergio guardados para en un momento de no inspiración ponérmelos delante a ver si sale algo (risas). De todas formas, el porcentaje del material de Sergio en mis discos es mínimo. En éste último hay una canción sólo de él. Afortunadamente, estoy bastante fluido.

-En su último trabajo incluye una cumbia. ¿Se veía usted hace treinta años tocando una? ¿Cree que el rock, cuando madura, asume otros registros?

-El rock, en un momento dado, madura y hay que ir alternando con otro tipo de cosas. También tiene que ver con la edad y con los tiempos que corrían cuando empecé. Estábamos todos muy esclavizados por lo que ocurría en el mundo anglo y era nuestro patrón a copiar. El mundo cambió en ese sentido y en todo el planeta empezó a surgir como una especie de orgullo por las raíces… El mundo africano y su música, el reggae… Creo que es un fenómeno que se produce de manera general. Tanto, que incluso los anglos están empezando a investigar este mundo que parece tan misterioso.

-He leído que usted ya no cree en el papel revolucionario del rock dentro de la sociedad.

- Ya todo está muy hecho. Cuando empezamos, el rock fue como la antena que sintonizó con todo lo que estaba a punto de ocurrir y lo propuso en forma de canción, llegando al mundo entero. Se trató de una pequeña resistencia. Era la mano que señalaba el camino.

-Usted llegó a España en pleno bullicio musical y social. ¿Fue la movida algo tan salvaje?

-Salvaje puede ser (risas). Fue una gran fiesta, la pasamos muy bien, todo el mundo se atrevió a hacer cosas, los medios nos apoyaban: música, moda… No estoy tan seguro del poso artístico de todo eso. Muy pocas cosas perduraron. No era el París de los 20.

-¿Qué siente cuando le piden en directo Salta ?

-Según el momento. Si estoy cantando una canción íntima y a alguien se le ocurre pedirme el Salta me da ganas de tirarle el teclado a la cabeza.

-Ahora se cuestiona el papel de las discográficas, distribuidoras, gestoras de derechos… ¿Cómo ha vivido este 'intervencionismo' industrial en su carrera?

-Hablamos de algo que históricamente dio muchísimo de sí. Estás llamándolo intervencionismo pero no te olvides de Sun Records…

-Sí, claro, generalizo. No me refiero a todas las compañías…

-Sin estas compañías habría un montón de artistas y sonidos que no habríamos conocido. Yo he vivido situaciones bizarras, como mi primer contrato con Tequila, y otras de hermandad, como con la gente de mi actual compañía. Comparto música, charlas y nos manejamos con una familiaridad de muchos años. Primero con Dro, y ahora que es Warner, lo mismo: tengo buena relación con ellos. No me imagino autoproduciéndome. Hay gente muy válida en el mundo discográfico, bien informados, con sabiduría y que te pueden dar pautas interesantes.

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