La Salvación de lo bello

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Restaurante La Campana, Bonanza, Sanlúcar de Barrameda

Vistas desde el comedor de La Campana.
Vistas desde el comedor de La Campana. / Jb
José Berasaluce Linares

17 de diciembre 2016 - 02:10

El Fiscal más atractivo de la Audiencia Provincial, Ángel Núñez, acaba de leerse una magnífica obra, La salvación de lo bello, del filósofo surcoreano y profesor de la Universidad de las artes de Berlín Byung-Chul Han. Para Han, vivimos en un sistema capitalista colonizado por nuevas formas de explotación, donde el hombre ha interiorizado los mecanismos de autocontrol para exigirse a sí mismo una mejora constante del rendimiento. Un estilo de vida en el que el sujeto debe convertirse en activo y atractivo a los demás.

Además, el pensador, establece un curioso nexo entre el arte de las esculturas insulsas e hiper pulidas de Jeff Koons, el diseño ultrafino de los smartphones y la depilación brasileña, a la que yo le añadiría la pandemia de ciertos restaurantes con estrellas. ¿Qué tienen en común estos símbolos, aparentemente tan dispares, para proclamarlos señas de identidad de nuestra época? Pues que todos ellos responden a lo pulido, lo liso: porque no daña ni ofrece resistencia. Nuestro deleite tiende a circunscribirse a cosas puramente positivas, cada vez más planas y transparentes.

La competencia por la sofisticación está matando la alta cocina aunque tenemos maravillosos ejemplos que resisten a la vorágine de lo bello. Frente a la estética de lo positivo, en Bonanza, Sanlúcar de Barrameda, se encuentra La Campana, un bar y restaurante que no aspira a ser bello sino a compartir el mejor guiso marinero del mundo.

Parafraseando a Byung-Chul La Campana es algo asi como la sacudida de lo inesperado. Desde 1947 la familia Arocha regenta este establecimiento aunque en 1983 Pedro toma las riendas con el propósito de transformar ese binomio de tierra y río. El poderoso Guadalquivir en su primer meandro regala este establecimiento que ha ido ampliando con salones un negocio que crece con los años.

En mi modesta opinión y con permiso de Byung-Chul, el exceso de positividad está en la feria que hay montada en Bajo de Guía y la alteridad y la belleza natural está en Bonanza.

Pedro limpia y corta el pescado por las mañanas. Ahora estamos en tiempo de rayas, chocos, calamares y langostinos y el río contiene todos los nutrientes necesarios para alimentar el alma. Guisar, cocer, aliñar, freír, sonreír, compartir. Estos son los verbos con los que el salvaje capitalismo no puede competir, por eso los Arocha resisten a la crisis de lo bello en la que estamos instalados.

El Bar es un gran ejemplo de convivencia perfecta de lo que significa Bonanza. Por la mañana acuden rederos, marineros, patrones, compradores de la lonja junto a mayetos, pequeños viticultores, agricultores de navazos y huertos de los mismos arenales de la playa y científicos extranjeros antes de partir a sus campañas a Doñana. Ya los fines de semana concurren los que saben probar el mejor Choco al pan frito de la zona.

El local se divide en varias partes bien diferenciadas. Una zona de bar que se comparte en un salón donde pueden tomarse tapas a precios muy asequibles y dos comedores más reservados donde se disfruta más tranquilo y a la carta.

Les confieso que vine seducido por el consomé de rape que mi amigo y explorador gastronómico Pepe Monforte recomendó hace unos meses en Cosas de Comé pero una vez dentro me deslumbró la carta y el sabor a taberna que se respira. El potaje marinero es la estrella de La Campana. Fideos con marisco, raya al ajorraya, merluza a la pleamar, cazón con tomate, albóndigas de corvina, garbanzos con chocos, atún encebollado. Todos los guisos se sirven en el momento porque el trabajo es diario. En la última reforma han construido un nuevo salón con vistas al río y al Parque Nacional de Doñana ya que el edificio está construido en la misma arena de la playa. Ahí es donde Antonio, uno de los hijos, que hizo Bellas artes tiene pintado un precioso mural de las carreras de caballos reflejando todos los colores posibles de la puesta de sol sanluqueña.

Guisan con manzanilla la E de Argüeso aunque tienen todas las marcas posibles del mercado. El esfuerzo familiar de sus hijos -Antonio, Pedro, Javier- y de Mercedes, su mujer, les ha valido para que La Campana se gane a pulso ser uno de los templos del cuchareo marinero de toda Andalucía.

Dice Byung-Chul Han que a la belleza no se la encuentra en un contacto inmediato. Más bien acontece como reencuentro y reconocimiento. Imagínense un encuentro en La Campana entre el profesor Han y el letrado Núñez debatiendo ante un plato de Rape con tagarninas, eso sí que es la Salvación de lo Bello.

es un espacio de opinión que ofrece un punto de vista crítico acerca de la industria agroalimentaria, de la restauración, de la

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