Consecuencias del coronavirus

Puntales, calma doble

  • La tranquilidad habitual que se respira en este barrio de Cádiz se multiplica en estos días de confinamiento, que los vecinos cumplen a rajatabla

  • Los pocos comercios que hay en Puntales tratan de sobrevivir pese a la evidente bajada de las ventas

  • La parroquia, cerrada al culto, solo mantiene la atención a las familias necesitadas del barrio

Ya se sabe que Puntales es, habitualmente, un barrio tranquilo. Este barrio que hace algo más de 200 años fue la primera avanzadilla en la defensa de Cádiz ante el asedio francés desde el Trocadero, este barrio con historia, es desde hace mucho tiempo como una especie de barrio confinado en sí mismo, un barrio de quietud suma, de gente tranquila, de apacible vida en el que el tiempo, esa es generalmente la impresión, transcurre con menor ritmo que en otros lugares más acelerados y bulliciosos. Y en estos días Puntales, con el confinamiento impuesto por las autoridades para frenar al impopular coronavirus, vive una calma doble, una tranquilidad añadida a la que ya ofrece de serie y que se plasma en las pequeñas calles vacías y, también, en la quietud de las barquillas fondeadas en el margen marítimo de la Bahía que tiene en este barrio un balcón privilegiado.

Nada se mueve en Puntales, aunque la vida siga. Lo confirma un operario de la limpieza que tiene asignada esta zona de la ciudad y que se encarga diariamente de mantener acicalado un barrio ya de por sí limpio. Este trabajador, con su mascarilla correspondiente, confirma a este periódico que el volumen de basuras ha bajado considerablemente, y que de las papeleras, por ejemplo, apenas si recoge las bolsitas con los excrementos de los perros.

Otros compañeros de la empresa de limpieza de la ciudad se encargan por su parte, en la mañana de este nublado viernes, de desinfectar las papeleras y los contenedores de basura. Una desinfección a fondo que esta misma mañana ya habían realizado por la Avenida principal de la ciudad y, a conciencia, en la zona de la Puerta de Tierra, con especial atención a los rincones del monumento más propensos a la humedad. Su labor de hoy concluye con la desinfección de papeleras y contenedores en el barrio de Loreto.

El centro neurálgico de este barrio se encuentra en la plaza de San Lorenzo del Puntal, largo nombre que la sabiduría popular jibariza como plaza de Puntales y en donde la vida, casi como en el resto del barrio, ofrece indicios de haberse detenido. Solo el grupo de operarios de la limpieza que aprovecha para desayunar en la placita rompe con su conversación el silencio que en otras calles se altera por la subida de unas persianas o por la charla nada privada que un par de vecinas mantienen de ventana a ventana, que el confinamiento no obliga a nadie a renunciar al mantenimiento de una mínima vida social.

En esa plaza y en sus calles adyacentes se encuentran los pocos comercios que aún subsisten en el barrio. Con los bares convenientemente cerrados, una carnicería, una frutería, un pequeño supermercado y un almacén se convierten en los proveedores de cabecera de la zona. En la carnicería, por ejemplo, confirman que la ventas han bajado bastante en estos días, y que la impresión es que la gente está cambiando sus hábitos alimenticios. Y cuentan que son pocas las personas mayores que bajan a la calle a comprar, pues son los vecinos más jóvenes, en una solidaridad compartida desde luego en otras zonas de Cádiz, se encargan de hacerles la compra para evitar que, como grupo de riesgo, salgan a la calle.

El comparsista José Luis Bustelo, en el improvisado mostrador de su almacén. El comparsista José Luis Bustelo, en el improvisado mostrador de su almacén.

El comparsista José Luis Bustelo, en el improvisado mostrador de su almacén. / Jesús Marín

También se refiere a esta ralentización comercial el comparsista José Luis Bustelo, que regenta un pequeño almacén en esta plaza y que ha colocado un mostrador en la misma puerta del local para evitar que los clientes entren en su interior, una medida que también ha tomado el pequeño supermercado de la placita, ante el que los clientes guardan pacientemente su turno. Bustelo, también con mascarilla protectora, tiene un pequeño horno para el pan, uno de los productos que más le demandan estos días, y confirma el bajón de ventas, que nota mucho por el cierre de los colegios en un negocio acostumbrado vender algunos de los productos que los estudiantes se llevan para el recreo.

Sí está entreabierto en la plaza el local de la peña Joaquín Caballero, aunque en este caso solo para labores de limpieza y mantenimiento. Su responsable, Manuel, explica que tiene que vigilar en el bar, completamente cerrado a los clientes, que todo está en orden: la electricidad, las conexiones, los grifos... y que aprovecha para hacer una limpieza a fondo en estos días de calma y cierre. Manuel, nacido en el barrio aunque ahora residente en el vecino Loreto, resalta el comportamiento de los vecinos en un barrio ya acostumbrado a no disponer de algunos servicios cotidianos: Puntales sigue sin disponer de cajero automático, y hace poco quitaron "la cabina y el buzón de correos. Hasta para echar la primitiva hay que ir a Loreto", lamenta con ironía.

La parroquia también está cerrada a cal y canto. Un pequeño cartel anuncia la suspensión de las misas, lo que confirma el párroco, Juan Martín Baro, atendiendo a este periódico a través del telefonillo del despacho parroquial. El sacerdote, que resalta el estricto cumplimiento de los vecinos de "retirarse de la vida pública", señala que en la parroquia tan solo se mantiene la atención de Cáritas a las personas más necesitadas, unas 25 familias en total que reciben a través del correo electrónico sus vales de comida para que puedan usarlos en el Mercadona.

Y todos resaltan que lo único que rompe esta calma doble en el barrio de Puntales son los aplausos a las ocho de la tarde, que los vecinos respaldan al unísono y a los que siguen la música que a buen volumen se escucha desde las casas y que sirve para que algunos bailen desde sus ventanas y balcones. "Esos son los más jóvenes, que necesitan moverse y estar entretenidos", sentencia el carnavalero Bustelo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios