Cádiz

El Proyecto Compañeros también tendrá que abandonar el centro

  • La asociación, que nació de los grupos de catequesis de Juventudes Vicencianas, deberá buscar local a partir de septiembre

El cierre del antiguo colegio de San Martín tiene un daño colateral dentro del propio centro. El Proyecto Compañeros también deberá abandonar el edificio el próximo 31 de agosto tras haber decretado el Obispado de Cádiz y Ceuta su cierre.

Esta asociación realiza su actividad de manera independiente desde el 2005, aunque tiene su origen en los grupos de catequesis de las Juventudes Marianas Vicencianas (JMV) del colegio Pío XII-San Martín, centro cuya titularidad recaía en las Hijas de la Caridad y la Asociación Seglar de la Inmaculada Concepción.

Los inicios del Proyecto Compañeros fueron en el año 2000, cuando nació como una actividad de apoyo a niños en riesgo de exclusión social procedentes de los Servicios Sociales para llevarles de campamento durante el verano.

Poco a poco, su actividad fue creciendo tanto en tiempo -actualmente tienen una cita semanal, además de mantener los campamentos de verano- como en número de niños, ya que se abrió a todos aquellos que quisieran sumarse a este colectivo.

Actualmente, se benefician de las acciones del Proyecto Compañeros unos 40 niños de 7 a 16 años de los barrios de Santa María, El Pópulo y La Viña, principalmente.

Rocío Cano, una de las monitoras de la asociación y coordinadora de la organización durante cuatro años hasta 2014, explicó ayer que la asociación se ha enterado de que tiene que marcharse de San Martín a partir de la noticia publicada el pasado sábado en Diario de Cádiz del cierre de la guardería. "Después de leerlo en la prensa, nos pusimos en contacto con las Concepcionistas -la Asociación de la Inmaculada Concepción-, que nos corroboraron esta situación y que San Martín se cierra a partir del 1 de septiembre".

Actualmente, la situación que viven los miembros del Proyecto Compañeros es de "incertidumbre" al no disponer de un local para desarrollar sus objetivos, que son "educar a los niños a partir de los juegos y las actividades y enseñarles valores".

Su principal campo de acción es la calle, ya que gran parte de las actividades las realizan los sábados por la mañana en la plaza de la Catedral, pero las instalaciones de San Martín son usadas por la asociación para guardar los materiales que utilizan en sus dinámicas y como cobijo para no parar su actividad durante los días de lluvia.

Ante la situación que se presenta, Cano señaló que el pasado domingo ya hubo una reunión entre los monitores y la junta de la organización para "ver posibles soluciones". "Vamos a centrarnos en ver si podemos alquilar un local o si un colegio nos deja uno, ya que alquilar es bastante complicado. Tendría que ser muy barato y que los padres nos apoyaran. También lo intentaremos con el Ayuntamiento para ver si nos pueden ayudar de alguna manera", dijo la monitora.

La vinculación que se genera en este tipo de asociaciones sobrepasa lo meramente lúdico para llegar a lo emocional y convertirse en una parte importante de la vida, tal como apunta Cano. "Empecé yendo como niña a los 9 años. De pequeña me sirvió para desarrollarme como persona y en el proyecto tengo a mi grupo de amigos y a mi novio", contó la monitora.

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