Y se hizo la luz en el mercado. Una luz blanca, pura, resplandeciente, nueva. Alumbramiento esperado tras dos años de gestación, de 200 reuniones con los minoristas, de 2.500 modificaciones del proyecto, de problemas de última hora solucionados contrarreloj. Ayer los gaditanos volvieron a la Plaza, al mercado central de abastos, a comprar -y a pasear- en sus más de 150 puestos, con sus minoristas uniformados y sus rostros expectantes, como niños en un día de Reyes, que confesaría posteriormente José Luis Paramio, presidente de Asodemer. “Esta noche apenas si he dormido dos horas por la tensión y la ilusión”, decía pasada la marabunta mañanera.

José Luis estrenaba por partida doble, ya que uno de sus hijos tenía puesto nuevo. “Es algo muy emotivo para mí. Hemos superado todos los problemas y al final creo que ha merecido la pena. Como en todos los inicios hay pequeños errores pero que son totalmente subsanables en los próximos días”.

Las obras del mercado han supuesto un desembolso para las arcas municipales de unos nueve millones de euros, que, según la propia alcaldesa, pueden llegar a los 20 si se tiene en cuenta la rehabilitación de las calles adyacentes y la plaza Guerra Jiménez.

En el primer día de funcionamiento, el nuevo mercado central dejó patente que puede convertirse en ese motor comercial del casco histórico que el Consistorio pretende. Más aún, una especie de punto de encuentro donde se respire Cádiz, se venda y se compre entre costumbrismo y modernidad, exposiciones y tipismo.

El estreno transcurrió sin incidentes que reseñar, con prisas lógicas y martillazos resonando en la adyacente carpa interina. La apertura ha cogido tan de sopetón a los detallistas que pocos puestos exhibían los tradicionales adornos navideños. Los pregones tampoco sobrevolaron con el descaro acostumbrado entre unos detallistas algo cohibidos ante tanto estreno. Ya se soltarán.

José Blas Fernández, teniente de Alcaldesa y el hombre que ha llevado sobre sus espaldas el peso de las negociaciones con los detallistas, estuvo muy pendiente de la reapertura. “Es un día muy especial para mí -dijo-. Veo a la gene contenta, satisfecha. He estado por la mañana con ellos y luego me he dado otra vuelta y veo el mercado precioso”.

José Blas Fernández insiste en que la Plaza “debe ser el motor del comercio en el centro” y asegura que la intención del Ayuntamiento es que el entorno del mercado esté finalizado allá por el mes de junio. “Ahora vamos a comenzar a desmontar la carpa y a arreglar el frontal del mercado, que también estaba en el proyecto. Los antiguos puestos estropearon la fachada y ahora tendremos que renovarla para que quede acorde a la obra que hemos realizado”. Los trabajos se realizarán en forma de L, empezando por el frontal y la calle Libertad y finalizando por la conocida como puerta del pescado y la Bombilla. Los trabajos se los ha adjudicado la misma empresa que ha llevado a cabo la reforma del mercado, Isolux.

José Blas volvió a recordar la dificultad de completar una obra en la que han tenido “200 inspectores, de distintos gremios, que se han peleado para defender sus intereses. Por fortuna ha habido final feliz”.

Entre el gentío que se dio cita desde por la mañana en el mercado, y que abarrotó sobre todo la galería del pescado entre las once y la una de la tarde, la complacencia era total con el primor que se encuentran al traspasar el portal a un mercado que sólo recuerda vagamente al construido por Juan Daura en 1837. La felicidad completa se espera que llegue con el aumento de las ventas y la desaparición de un género que ayer parecía de primera.

La limpieza también fue otra de las notas destacables de la jornada. “Hemos dotado al mercado de los mayores adelantos”, recordaba José Blas Fernández. En el interior, estirilizadores para los cuchillos y mostradores de acero inoxidable. “Esto parece un quirófano”, decía un pescadero. Y es que a eso, a limpieza, pocos mercados ganarán al gaditano.