Martín José García, presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, es una de las personas que más ha sufrido por la decisión de la Junta de Gobierno del Perdón de no aceptar el designio de la Permanente y procesionar 50 minutos antes de su horario habitual. Esa intransigencia va a tener como consecuencia no sólo su destitución sino que todos los cofrades de Cádiz se queden sin ver a una hermandad tan señera sin procesionar durante tres años consecutivos, ya que a esta pasada Semana Santa hay que añadir las dos próximas en que estará intervenida.

Lo primero que dijo Martín José García es que tenía que hablar con los miembros de la Junta Permanente del Consejo pero que ya había advertido que no había que hacer leña del árbol caído "porque somos cristianos y hermanos", a la vez que mostró su deseo de que "pronto se restablezca la normalidad en la cofradía, que es lo que queremos todos, porque por encima de las personas están las instituciones".

Espera que pronto se restablezca "la normalidad en la cofradía"

Al presidente del Consejo le parece "lamentable" todo lo que ha pasado, si bien indicó que prefería marcar "una línea de prudencia y no hacer juicios de valor en este asunto".

En cuanto al decreto indicó que su dureza está "acorde a la gravedad de los hechos", porque considera que "se ha abierto un portillo y había que cerrarlo antes de que se inundara todo". Además comentó que "el populismo se ha metido en las cofradías y eso es lo que hay que evitar. No somos una peña recreativa. Tenemos, todos, que hacer examen de conciencia y darnos cuenta de dónde estamos, porque esto es más espiritual".

También aseguró que la primera que ha lamentado todo lo que ha sucedido desde que se inició la Cuaresma con el Perdón "es la propia Iglesia. De hecho, el Obispado ha actuado correctamente y ha esperado a que pasara la Semana Santa para realizar su dictamen, un decreto que estoy seguro de que tampoco es de su gusto porque es duro, pero hay que frenar el libre albedrío de cada uno. Las normas están para cumplirlas".

Martín José García fue el blanco de las iras de los más fanáticos, que incluso llegaron a realizar pintadas en su despacho profesional y en la sede del Consejo de Hermandades, que al fin y a cabo es la casa de todas las cofradías.