Mantener el edificio dificulta buena parte del Plan Plaza de Sevilla
El derribo del edificio de la Aduana formaba parte del Plan Plaza de Sevilla, un ambicioso proyecto urbanístico, en pleno corazón de la capital, que se planteó por primera vez hace quince años y que hasta ahora apenas ha avanzado debido a los problemas administrativos, primero, y económicos, después, que se han ido encontrando en su desarrollo.
La reordenación de la plaza de Sevilla y de todo su entorno iba a convertir la zona en uno de los núcleos económicos más importantes de la ciudad, según se vendía en un primer momento desde el Ayuntamiento. La operación suponía reordenar los terrenos ferroviarios una vez ejecutado el soterramiento de la vía férrea que rompía en dos la ciudad, a la vez que se urbanizaba la avenida de Astilleros y se creaba un gran foco de edificios para viviendas, oficinas y comercios.
El diseño inicial incluía la construcción de una nueva estación ferroviaria y la reforma integral de la vieja terminal de 1905, utilizada desde la década de los sesenta del pasado siglo como estacionamiento de las unidades del tren fuera de servicio. La nueva estación se construyó y ya está en servicio. También se levantó un nuevo edificio que debía ser utilizado como vestíbulo de la terminal, aunque nunca se ha llegado a poner en servicio. Además, el proyecto incluía la construcción de un hotel, nunca ejecutado, sobre el propio edificio del vestíbulo.
En cuanto a la terminal de 1905, concluyó su rehabilitación pero Adif ha fracasado en varios intentos para convertirlo en un espacio de ocio y comercio, al estilo de otras estaciones de su red dentro de lo que denomina Plan Vialia. Aquí se ha chocado con una crisis económica que ha tocado especialmente de lleno al sector terciario y al mantenimiento del edificio de la Aduana, que oculta la fachada principal de la histórica estación lo que, a decir de los expertos, dificulta su salida al mercado inmobiliario. Hasta ahora esta estación sólo se ha utilizado durante la celebración en Cádiz, en noviembre de 2012, de la Cumbre Iberoamericana. La falta de uso, y de un mantenimiento adecuado, está afectando ya a la estructura exterior, donde es evidente su oxidación.
El proyecto urbanístico incluía el derribo de la Aduana, al igual que el de la Capitanía y dos inmuebles de oficinas públicas vecinas al muelle. Todo ello, menos el edificio militar que ya no tenía interés alguno para Defensa, debía de reubicarse en una pastilla destinada a dependencias oficiales en terrenos cedidos por la Autoridad Portuaria junto a la Avenida de Astilleros. De todo ello sólo se ha derribado la Comandancia.
La avenida de Astilleros, la antigua Carretera Industrial, debía experimentar un profundo cambio. De los dos carriles actuales se iba a pasar a cuatro, dos en cada sentido, además de un carril-bici y una plataforma para el tranvía metropolitano. En suelo ferroviario se diseñó la construcción de más de un centenar de viviendas de renta libre, con comercios en la planta baja, además de una estación para los autobuses interurbanos y, frente a la Comandancia de la Guardia Civil, una gasolinera.
La venta de los pisos de renta libre iba a permitir financiar a Adif buena parte de la operación. Sin embargo, la Junta de Andalucía anuló la operación aduciendo que la cercanía de las vías del ferrocarril suponía una importante contaminación acústica para las viviendas allí previstas.
Este fue el primer mazazo para la operación, pues la empresa estatal debía buscar nuevas fórmulas de financiación. El estoque final lo fue la protección dada por la Consejería de Cultura al edificio de la Aduana, impidiendo su derribo, como pretendía un grupo de ciudadanos.
La inviabilidad económica del Plan Plaza de Sevilla para Adif, que asume según los convenios, buena parte del desarrollo de la misma, era ya evidente provocando la paralización del proyecto.
En las últimas semanas apenas si se han dado algunos avances. El más significativo fue el desbloqueo por parte de la Consejería de Fomento de la construcción de la estación de autobuses, que también ha estado paralizada durante años por problemas de financiación por parte de la Junta. La intención de Fomento es iniciar las obras este mismo año. Ello permitirá desalojar el aparcamiento en superficie y la estación de bus provisional que funciona junto a la muralla de la Cuesta de las Calesas, donde el Ayuntamiento proyecta una gran zona ajardinada.
Adif por su parte ha sacado a concurso la venta de las parcelas destinadas a oficinas (las mismas que en su día iban a ser viviendas) en la avenida de Astilleros pero, como era previsible en un mercado hoy saturado, no ha encontrado candidatos. Sí ha logrado vender el solar donde irá una estación de servicio. La empresa ferroviaria, sobre la que el Ayuntamiento está presionando para que active lo que le toca del Plan, tiene también que construir un pequeño aparcamiento subterráneo en el frente de la estación de 1905.
En cuanto al Ayuntamiento, también tiene pendiente un obra esencial como es la construcción de un aparcamiento subterráneo en la avenida de Astilleros. El pasado noviembre se afirmaba que las obras se iban a iniciar a primeros de este año. Tras crear una sociedad junto a la Zona Franca ahora se está pendiente de que el Consorcio cierre la financiación para iniciar los trabajos. Este equipamiento es esencial porque deberá de estar terminado antes de que entre en funcionamiento el puente de la Constitución de 1812, pues la avenida de Astilleros, cuya urbanización superior también depende de la administración local, será la puerta de entrada al casco histórico desde el tercer acceso a la ciudad.
Con este panorama tan negativo, la posibilidad de revertir la protección impuesta a la Aduana puede facilitar la salida al mercado de la zona de ocio y comercio de la terminal de 1905, sobre todo cuando se atisban las primeras mejoras en la economía global.
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