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Cádiz

Inmersión del submarino Peral por la Bahía de Cádiz

El submarino Peral, terminadas las pruebas, siguió su camino hacia el arsenal de la Carraca.

El submarino Peral, terminadas las pruebas, siguió su camino hacia el arsenal de la Carraca. / archivo diario de Cádiz

LAS siete y media de la mañana salimos del muelle en el vapor Reina Cristina. Desde bien temprano a bordo del nuevo buque se encontraban los señores García Gutiérrez y Mercader a fin de establecer las condiciones de las baterías eléctricas. A las 10.05 minutos divisábamos al submarino Peral que navegaba sin compañía. Lo hacia a seis millas por hora y sobre su cubierta estaban el comandante del buque y el teniente de navío señor Cubells. Frente a la Punta de San Felipe, en medio del canal, Isaac Peral, desde la cubierta, hizo señal de parar la máquina a los vapores que le seguían. Eran las 11.15, estábamos frente a la boya del bajo del Fraile, enfilando la iglesia del Carmen. El submarino no pierde la horizontalidad, y gira antes de hundirse. Su marcha hacia debajo de la superficie es perfectamente regular y causa verdadera impresión la novedad y trascendencia del espectáculo. Parte del submarino permanece todavía a flote y en el lugar que ocupa hay 9 metros de profundidad. Por teléfono, los tripulantes del bote le dan el resultado del fondeaje, rectificando el sondeo. También le hacen saber estas cifras por medio de un cartón blanco donde escriben los del bote, mostrándoselo al submarino. Peral lo ve a través de los cristales. Se percibe nuevo ruido en el submarino, funcionando las hélices horizontales y anda la nave eléctrica avante, hacia fuera. Sigue hundiéndose ahora y no se ve mas que la torrecilla, dejando ésta una pequeña estela por encima de todo el casco. Navega el 'Peral', viéndose la torrecilla, y a la una menos seis minutos se hunde más y se ve sólo media torrecilla. En tal disposición navega virando con una facilidad y movimiento rápidos. A la una se ve sólo fuera del agua un decímetro de torre. Se le ve desaparecer, hundiéndose rápidamente hasta que la bandera toca en el agua. Es la una y cuarto. Cesa el silencio que antes se guardaba. Ya nadie oculta sus intensas impresiones. De todas las embarcaciones parten ruidosos ¡vivas! a Peral, a España y a la Marina española.

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