El tradicional mercadillo de los domingos de la Plaza de la Libertad, que también tuvo su etapa en la Avenida Duque de Nájera, junto al Parque Genovés, parece haber abierto una pequeña sucursal a pie de playa, en pleno Paseo Marítimo.

Decimos que parece porque, en realidad, no tenemos constancia de que ese televisor, esas lamparitas de mesa de noche, esos juguetes y esos enseres seguramente rescatados de algún contenedor estén realmente a la venta.

Quizá sea el ajuar de alguien que, viéndose en la calle en estos días de frío glacial, ha elegido la parte más soleada de la ciudad para sobrevivir.

Y puede que sean los restos a la venta del naufragio vital de su propietario. O sea, las dos cosas a la vez.