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Cádiz

Gracias a Juan Diego Cortés

  • A instancias de los familiares del represaliado se dio con su cuerpo y con los de dos personas más

Juan Diego Cortés Pachecho ingresó en prisión el 2 de octubre de 1936 de donde salió el día 11 del mismo mes para ser trasladado a la cárcel de El Puerto de Santa María. Nunca llegó. Fue asesinado en los fosos de Puerta Tierra y enterrado el día 12. Hoy los familiares de Juan Diego saben que su cuerpo, maltrecho no sólo por las balas, también por varias fracturas, se ocultaba en la sepultura número 28 de la división San Mateo del patio 3 del cementerio de San José.

Así lo han revelado la exhumación de sus restos que se encontraban en una de las medias sepulturas que están siendo excavadas con motivo de los trabajos que la asociación SOS Bebés Robados Cádiz lleva a cabo desde octubre de 2017 en el camposanto gaditano para esclarecer sus casos.

Fueron los familiares de Juan Diego Cortés los que pidieron la inhumación del fondo de dicha sepultura en la que finalmente no sólo se hallaron los restos de su pariente, también los de dos personas más que fueron enterradas en la misma fecha, 12 de octubre de 1936, en segundo y tercer lugar de la media sepultura. Dos víctimas más de la matanza fundacional del franquismo.

Uno de ellos es Francisco Cobos Moreno, que ingresó en la Prisión Provincial el 23 de septiembre por orden del gobernador civil y de la que, al igual que Juan Diego, salió el día 11 para, en teoría, ser trasladado a la cárcel de El Puerto, a la que tampoco llegó.

Del tercero de los represaliados encontrados en las excavaciones de Bebés Robados sólo se conoce su nombre, Rafael Aleo Carrasco. Un nombre que en los libros del cementerio está enlazado a una triste y cruel leyenda: "Pasado por las armas en el foso de la Puerta de Tierra. Enterrado el 12 de octubre de 1936".

Desde la Plataforma por la Memoria Histórica se hace un llamamiento a las personas que crean que sus familiares pudieron ser víctimas del Golpe de Estado para que se pongan en contacto con la delegación de Memoria Democrática pues, como prueba el caso de Juan Diego Cortés, la colaboración de las familias es crucial para el esclarecimiento de esta parte sepultada de nuestra historia que pide a gritos luz.

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