Fernando Cerveró ya es Honoris Causa
El presidente de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor dijo que éste "ya no es un síntoma, sino una enfermedad" Criticó que la crisis hace muy difícil la supervivivencia del investigador
El Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras acogió ayer la investidura como Doctor Honoris Causa del investigador Fernando Cerveró, presidente de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) y primer español que ocupa este cargo.
Además, el Claustro dio la bienvenida a 42 nuevos doctores y doctoras en diferentes disciplinas, guardándose un minuto de silencio por la memoria de un alumno de Posgrado de Matemáticas, Rafael Armario Migueles, fallecido el pasado lunes.
Juan Antonio Micó Segura, catedrático del Área de Neurociencias de la Facultad de Medicina, ejerció como padrino de Fernando Cerveró, haciendo un repaso por su dilatada trayectoria, desde el comienzo de sus estudios universitarios, que lo llevaron en el año 1975 a tener los primeros contactos con el estudio del dolor; su paso por la Universidad de Edimburgo; su regreso a España en 1994 como Catedrático de Fisiología, hasta llegar a su último y actual destino: director de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, en Montreal.
Micó destacó su "gran humanidad y pasión por la investigación, que unido a su honradez ha contribuido a una mejora en la mitigación del dolor". El catedrático quiso dar las gracias al doctor Cerveró "por luchar contra este mal", ya que es "un derecho de la humanidad atajar el dolor", agregó, dando la bienvenida al investigador "a su casa, la Universidad de Cádiz".
Un largo aplauso acompañó al nuevo Doctor Honoris Causa hasta el atril desde el que se dirigió al público asistente, mostrando su agradecimiento por "el generoso e inmerecido honor que la Universidad de Cádiz me concede". Fernando Cerveró comenzó su discurso de aceptación hablando sobre el hecho de que "la sociedad moderna exige que el dolor sea tratado de manera adecuada y eliminado, lo que supone toda una revolución", ya que antes el dolor era considerado como "algo inevitable ligado a un trauma o a una cirugía", señaló. Prosiguió argumentando que "el dolor se consideraba irremediable, prueba de nuestro carácter y fortaleza frente a la adversidad".
Sin embargo, hoy en día todo esto "ha cambiado radicalmente. El dolor no es un síntoma, es una enfermedad en sí misma". Por eso abogó por atender esta dolencia, ya que en sus palabras, "tratar el dolor es más barato que no tratarlo".
El investigador quiso diferenciar los tipos de dolores existentes: el dolor bueno, que es protector y es una parte defensiva de nuestro sistema sensorial "y al que debemos parte de nuestra supervivencia", y el dolor crónico "que es un verdadero problema y supone un suplicio para el paciente. Es evitable y eliminable. Es lo que denominados dolor malo", explicó. Dijo que este es el dolor que hay que tratar, pero que "nos encontramos con obstáculos de todo tipo, no sólo científicos y técnicos, también sociales y administrativos", destacando que "el obstáculo más perjudicial es la falta de apoyo a la investigación. Los brutales recortes que se están llevando a cabo en el campo de la ciencia hacen muy difícil la supervivencia de los investigadores". "Los científicos no son responsables de la crisis -añadió- por lo tanto, no somos nosotros quien debemos pagarla".
El rector de la Universidad de Cádiz, Eduardo González Mazo, tomó la palabra para cerrar el acto resaltando la labor del investigador, destacando que investigar es "en sí mismo, un acto de generosidad. Con la investigación no se pretende saber más, sino encontrar respuestas desde la ciencia y transferir el conocimiento a la sociedad". Por eso agradeció el trabajo "callado, paciente y abnegado" de los investigadores nombrados doctores y sus familias por su apoyo constante.
Sobre el doctor Cerveró dijo que "no hay misión más loable en la vida que tratar de combatir el dolor ajeno", haciendo una analogía con el dolor que en estos momentos sufre la Universidad de Cádiz, provocado "por causas exógenas, por una crisis financiera sin precedentes". Agregó que "corre peligro la supervivencia de un modelo de universidad pública y de calidad, que tanto tiempo y esfuerzos ha costado a todo un país".
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