Restaurantes y bares

El Faro alumbra la nueva normalidad

  • El emblemático restaurante de la calle San Félix abre sus puertas tras tres meses y medio cerrado

  • La Cepa Gallega reúne de nuevo a sus clientes en la milla de oro de la gastronomía en Plocia

Varios clientes charlan en la barra de El Faro pocos minutos después de su reapertura.

Varios clientes charlan en la barra de El Faro pocos minutos después de su reapertura. / Julio González

56 años de experiencia y, sin embargo, en el ambiente es como el de un estreno. Hay emoción y un poco de gusanillo en el estómago. Después de tres meses y medio el Restaurante El Faro vuelve a iluminar el camino y abre sus puertas de nuevo a los clientes. En otro punto el casco histórico, en la milla de oro de la gastronomía que es la calle Plocia, La Cepa Gallega encara su segundo día con un concepto muy distinto al de unos de los emblemas de la gastronomía gaditana.

A la una menos cuarto de la tarde ya hay clientes en la barra de El Faro. Hace un cuarto de hora que este establecimiento se ha montado en la llamada nueva normalidad y unos de los fijos, la familia Arcones García, ya se encuentra tapeando. Viven en Madrid y pasan casi todo el verano en la urbanización de Roche en Conil. La visita a El Faro es obligada todos los años: “Nos gusta de toda la vida”. Antes, Ricardo Arcones Santamaría, Pilar García Ceballos y su hija Pilar se han dado una vuelta gaditana, lo que traducido resulta haber estado por la Catedral, la plaza de las Flores y el Mercado Central, para acabar en este templo gaditano de la gastronomía. Que estén allí no es una casualidad sino que ellos mismos se encargaron de informarse de la fecha de reapertura de El Faro.

En la parte del restaurante hay un trajín de camareros, metres y cocineros. A Mayte Córdoba, hija del fundador del establecimiento, no se le escapa un detalle: “Ese mantel no está bien tirado”, “esa lámpara está fundida y hay que cambiarla”.... Tiene ojos para todo. Buena parte de la plantilla posa para Canal Sur aplaudiendo con un sonoro “¡Os esperamos!”.

Durante todos estos meses de cierre confiesa que ha ido a diario a la calle San Félix para seguir manteniendo el local, pese a que no había clientes ni actividad.

Explica las medidas que se han implementado para la apertura del establecimiento. Por ejemplo, un empleado de sala espera en la puerta al cliente, que comunica su reserva y antes de acceder al local tiene que desinfectarse las manos con gel hidroalcohólico hasta que se le acompaña a su mesa.

Se nota que hay más espacio porque se ha tenido que reducir entre un 30 y 35% el número de mesas y se han establecido dos turnos de llegada al restaurante para evitar las concentraciones.

Parte del personal de El Faro, aplauden en la sala justo antes de abrir al público Parte del personal de El Faro, aplauden en la sala justo antes de abrir al público

Parte del personal de El Faro, aplauden en la sala justo antes de abrir al público / Julio González

Mario Jiménez Córdoba es el director ejecutivo del Restaurante El Faro. Reconoce que la pandemia ha servido también para hacer un alto en el camino, para hacer una reflexión que el trajín diario no le permite. Eso ha traído como resultado “una carta aún más atractiva” y también una reestructuración de la de vinos, a lo que se le une la puesta en marcha de una serie de protocolos internos.

“Hemos afinado mucho la carta pero El Faro es El Faro, aquí las piruetas y los triples saltos mortales no valen. Aquí hay que respetar un legado pero sí se le ha dado una vuelta de tuerca”.

Se muestra emocionado por la apertura y se encuentra “como si fuera un debut”. Y lanza un mensaje de advertencia: “Muchos de los protocolos de seguridad que se han puesto en marcha han venido para quedarse. Todos tenemos que ser responsables. Ni la empresa más solvente del mundo aguantaría un segundo cierre”.

La cocina en plena actividad el día de la reapertura, José Manuel Ojeda (i) y Ángel Pérez, preparando bogavantes. La cocina en plena actividad el día de la reapertura,  José Manuel Ojeda (i) y Ángel Pérez, preparando bogavantes.

La cocina en plena actividad el día de la reapertura, José Manuel Ojeda (i) y Ángel Pérez, preparando bogavantes. / Julio González

Esa cautela y temor la tiene también Bernardo Cruz, el actual propietario de La Cepa Gallega: “Si aquí ocurre lo que estamos viendo en el norte de cerrar de nuevo las barras y reducir el aforo, sería para entregar las llaves y echar la baraja”. Este jueves se puso en marcha uno de los bares que se convierte en el templo de la tertulia y las reuniones improvisadas de amigos.

En el año que lleva al frente de este histórico local, Bernardo Cruz se ha tenido que enfrentar a la alarma de la listeriosis en un lugar donde uno de los aperitivos más solicitados es el de los chicharrones, y poco después al Covid-19.

Algunos clientes disfrutan de la barra de La Cepa Gallega. Algunos clientes disfrutan de la barra de La Cepa Gallega.

Algunos clientes disfrutan de la barra de La Cepa Gallega. / Jesús Marín

Cruz acudió al socorrido whatsapp para ir avisando a su clientela, a sus parroquianos, para decirles que volvían a abrir. Aquí las medidas especiales han sido quitar dos barriles dentro que servían como puntos de apoyo a los clientes y las máquinas de cortar se han tenido que alejar de la barra.

La Cepa Gallega ha sido uno de los últimos en incorporarse a la nueva normalidad. Cruz explica que uno de los motivos ha sido el de la propia idiosincrasia del negocio, un lugar que invita a la reunión alrededor de los papelones con los exquisitos productos. Sin embargo, tanto El Faro como La Cepa Gallega ya están aquí.

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