Cádiz oculto

Fantasmas de cementerio

  • Además de tragedias reales como las de los represaliados por la dictadura, el camposanto gaditano también tiene sus leyendas

Una imagen del cementerio de San José antes de la demolición de las cuarteladas.

Una imagen del cementerio de San José antes de la demolición de las cuarteladas. / J.B.

Resulta del todo curioso que los cementerios no sean enclaves prolíficos en cuanto a fenómenos paranormales se refiere. Si damos lógica a estas cosas del más allá, y hacemos caso de la teoría que defiende que los fantasmas se aparecen en lugares donde han ocurrido muertes trágicas, el interior de los cementerios no suele ser el ámbito en el que se produzcan acontecimientos luctuosos. En ellos descansan los cuerpos, envoltorios vacíos, mientras que sus espíritus se manifiestan allá donde fallecieron. El exterior de los camposantos ya es otra cosa. Por desgracia, en demasiadas ocasiones han sido teñidas sus tapias por la sangre de los fusilados.

Por norma general, los cementerios suelen ser lugares tranquilos. No quiere decir esto que no susurren historias de fantasmas, o que no posean leyendas sobrenaturales de algún tipo, azuzadas antaño por la presencia de los fuegos fatuos, que yo mismo pude contemplar hace años en una minúscula necrópolis de una localidad italiana. Fuegos fatuos, en realidad, que no parecen ser otra cosa que una reacción química que inflama fugazmente los gases de la putrefacción. Pero, como digo, los cementerios no se libran del todo de presencias fantasmales. En el de San Miguel, en Málaga, situado en Fuente Olletas, se aparecía el espíritu de la escritora Jane Bowles, fallecida en la ciudad en 1973. En Denia, en la playa de Marineta Cassiana, un pequeño cementerio de los ingleses es engullido por la maleza, al menos hace más de una década, que fue cuando quien esto escribe lo visitó, se oyen los lamentos de los marineros de la fragata Guadalupe, que naufragara en 1799, aunque posiblemente allí solo descanse el niño Reginald Rankin, para quien sus padres levantaron el cementerio. Ya en el de Cádiz, porque tuvimos también nuestro cementerio inglés, cerrado a finales de los 70 y transformado tiempo después en plaza pública, hay quien asegura haber visto el espectro de un monje sentado sobre uno de sus árboles. Así nos lo transmite Antonia: “Cuando yo era pequeña iba a allí con mis amigos y lo veíamos sentado en el árbol. Y echábamos a correr. Te aseguro que era de verdad. ¿Qué hacía allí subido ese tío?”, dice la mujer, hoy vecina del centro y antaño de Puerta Tierra.

¿Y el cementerio de San José? ¿Qué sucede en el que descansara Don Rosendo y donde, según creencia popular, hizo tan buenos milagros el filántropo gaditano? En 2006, el investigador Miguel Ángel Segura viajó a Cádiz desde Cataluña para entrevistar a testigos de supuestos fenómenos paranormales. Un exvigilante le contó que había sido agredido por fuerzas invisibles y que había visto brotar la sangre del costado de un crucifijo. Sin embargo, las dos experiencias más impactantes vividas por este antiguo trabajador fueron ver a un niño vestido con camiseta de marinerito y vaqueros, y oír la voz clara de su propio primo fallecido. Era un día como otro cualquiera, pero, al finalizar su jornada, se le quedaría grabado para siempre: el vigilante vio a un niño que le hacía señas con la mano. Fue detrás de él, pensando que quizás había ocurrido algo, pero el pequeño se metió por un pasillo y no pudo encontrarlo. En cambio, algo le dejó helado: la imagen del infante en la fotografía de una lápida. En otra ocasión, el vigilante oyó la voz de su primo fallecido. Le llamaba por su nombre. El hombre siguió el sonido de la voz, que le condujo hasta donde su pariente descansaba.

De la amplia variedad de fenómenos extraños que se narran sobre el cementerio de San José destaca aquel que hace referencia al temblor de la lápida de María Ygnacia de Cadalso y Garai en la capilla. Sin embargo, y esto también hay que decirlo, muchos trabajadores de San José jamás vivieron nada paranormal en el cementerio. La sugestión puede jugar malas pasadas, no cabe duda, y un lugar así, máxime si es antiguo, aviva la imaginación. ¿Se habrán trasladado también los fantasmas al mancomunado de Chiclana? ¿Contará ya este moderno cementerio con sus propios aparecidos? Habrá que indagar…

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