Espiritismo en Cádiz
Cádiz Oculto
Hacia 1857 existía en la capital una sociedad espiritista, de las primeras de Europa, que creía que era posible hablar con los muertos
El pasado domingo, el programa Cuarto milenio, conducido por Iker Jiménez y Carmen Porter, emitió un reportaje sobre una sociedad secreta espiritista en Cádiz durante el siglo XIX. Hay que darle a cada uno su lugar y decir que esta emisión no podría haber sido sin la intermediación del escritor Jesús Relinque, que en su novela La ciudad oscura alude precisamente de este grupo y sus peculiares maneras de proceder. De hecho, y en honor a la verdad, si dedico un rincón a este tema en la Casa del Terror y lo Fantástico Cádiz Oculto es porque Jesús me habló de esta sociedad poco antes de abrir el espacio. Yo la ignoraba.
El periodista Francisco Pérez Caballero, del equipo de Cuarto milenio, vino a Cádiz a principios de verano para hablar con diferentes personas, entre ellas Relinque, los historiadores Antonio de la Cruz y Salvador Santos Rubianes, y el que esto escribe. Es de agradecer que un espacio tan popular haga parada en Cádiz, aunque sea a través de estos asuntos del misterio que a algunos les parecen cosa de risa.
En efecto, hacia 1857 existía en Cádiz una sociedad espiritista (antes la hubo en San Fernando), de las primeras de Europa (no me atrevo a decir que la primera porque creo que para esto debiéramos indagar bastante más) que creían sin ambages en el más allá y en las posibilidades de comunicación con los muertos. Tanto es así que idearon un sistema muy peculiar. En Cuarto milenio se hacía referencia a un trípode, y no les faltaba razón, pero resulta del todo llamativo, y una originalidad única en el mundo posiblemente, que el objeto que utilizaran fuera realmente un palanganero. De tres patas, sí, y por tanto trípode, pero un palanganero, al fin y al cabo; un objeto cotidiano al que este grupo supo atribuirle capacidades mágicas. Supuestamente, como respuesta de los espectros a las preguntas de los convocantes, las patas del palanganero se elevaban y golpeaban el suelo. Los espiritistas las habían numerado, así que, según se levantara una u otra, dieran uno o más golpes, la combinación se correspondería con una letra determinada del alfabeto. Un sistema harto complejo desde mi punto de vista.
Pero el espiritismo en Cádiz no solo se circunscribe a esta sociedad. Permitidme un salto importante en el tiempo. De primera mano conocemos de la existencia de unas reuniones espiritistas que tenían lugar en nuestra ciudad hasta bien entrados los años 90, como así nos lo hace saber Olga Serrano Ubiña, cuya tatarabuela, Rosario Torres, natural de Jaén, hacía sesiones de espiritismo en el palacio real durante el reinado de Alfonso XIII y Victoria Eugenia.
El nieto de Rosario y abuelo de Olga, Eduardo Serrano Moreno, que llegó a presenciar algunas sesiones de su abuela, continuó interesándose por el más allá una vez instalado en Cádiz: “Mi abuelo me contó muchas veces cómo se movía la mesa en casa de su abuela Rosario y cómo a través de esta hablaban los espíritus. Mucho después de llegar a Cádiz, en 1990, mi abuelo conoció a una mujer, Aurora, que vivía cerca del estadio Carranza, y después de la muerte de mi tío y mi abuela se metió de lleno en la doctrina espírita. Allí se reunían cada jueves a una única hora, también a escondidas hasta que se fue disolviendo el grupo debido a la edad. Hacia 2006 conocí a esta señora, Aurora, gracias a mi abuelo. Me llevó a su casa cuando el grupo ya no existía. El primer día me sentó alrededor de una mesa redonda junto con un señor, amigo de ambos, más joven. Le expliqué que yo veía y oía cosas y empezaron a leer un libro de Amalia Domingo Soler, gran espírita y médium del XIX, pero antes leyeron una oración de protección del libro de oraciones de Allan Kardec. Sentí como si saltará de la silla y me sentase de nuevo, pero mi cuerpo no hizo ningún gesto. Me sentí pequeñita y a través de mí habló el espíritu de una mujer. Entonces empezaron a preguntarme, tanto Aurora como ese señor, hasta que el espíritu se marchó y yo sentí lo mismo en mi cuerpo, como un salto. Al terminar, Aurora me dijo “eres médium, no temas. Debes estudiar la doctrina espírita y entenderás muchas cosas que te pasan”.
Cádiz, con su tradición tertuliana, ya de alto copete o de patio de vecinos, también ha dedicado sus horas al espiritismo, como prácticamente en todos lados, pero aquí de una manera casi pionera. Y me gustaría saber, y si así lo supiera algún historiador que pueda leer estas líneas le ruego me responda, si es posible que la popular Frasquita Larrea dedicara alguna de sus tertulias al ocultismo. En los años 80 se puso muy de moda la “ouija” en toda España, y en Cádiz los chavales “jugaron” con ella, pero ¿existe hoy gente de buena posición social en Cádiz que se reúna de vez en cuando para invocar a los muertos? ¿Quién sabe?
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