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Aficiones singulares

Enfermera con cola de sirena

  • La gaditana compagina su profesión con esta afición deportiva, el ‘mermaiding’

  • Esther Nieto afirma que esta práctica le ha supuesto beneficios físicos y mentales

Esther Nieto, con su cola de sirena, en el Lago de Arcos

Esther Nieto, con su cola de sirena, en el Lago de Arcos

Decenas de cuentos y fábulas han tenido como protagonistas a sirenas. Estas criaturas marinas mitológicas eran reconocidas por su belleza abrumadora y sus largos cabellos. Cuentan las leyendas que poseían una voz celestial que hacía perder la razón a los marineros. Y es que, ¿quién no ha fantaseado alguna vez, cuando nadaba en el mar o en la piscina, con convertirse en una de ellas?

Esther Nieto es una gaditana con los pies en el suelo… Al menos durante unas cuantas horas del día. Tiene 40 años, es enfermera eventual en Urgencias, en el Hospital Universitario Puerta del Mar y tiene una afición llamada ‘mermaiding’. Esta práctica consiste en nadar con una cola de sirena. Es un concepto, relativamente nuevo, que proviene del vocablo mermaid, que significa sirena en inglés. Es un término acuñado en EE.UU., ya que allí es donde se originó esta práctica.

Actualmente, en algunos países como Alemania y Filipinas, ya es considerado una práctica deportiva. Ésta consiste básicamente en usar una cola de sirena fabricada de un material que permita la realizar la natación de una forma cómoda, como es el elastano, licra o spandex, es decir, la fibra sintética. La cual suele estar impresa con escamas y colores simulando una cola de pez. También se usa el látex y la silicona, para darles mayor realismo y relieve, siendo ésta última la que más se usa para conseguir esa apariencia tan realista y mágica. La cola se complementa con una monoaleta interna donde ambos pies quedan firmemente sujetos. Aquí es donde reside la magia del ‘mermaiding’, en el suave movimiento ondulatorio parecido al que realizan los delfines para avanzar bajo el agua. Y lo que es muy interesante, el efecto que la monoaleta produce bajo el agua, simula el movimiento natural de una cola de pez.

“Desde pequeña siempre fue uno de mis sueños. Para mí es un sueño hecho realidad”.

Según Nieto, “se entrena sobre todo abdominales que son los que más ayudan en la propulsión bajo el agua ya que ahí es donde el movimiento ondulatorio se intensifica más antes de transmitirse a las piernas”. También, “se trabajan mucho los glúteos y las piernas, ya que son los que propagan la ondulación hacia los pies”.

Es decir, como todo el cuerpo sigue esa ondulación, al final se trabaja todos los grupos musculares. Aparte, los brazos pueden quedar quietos a los lados o tomar parte activa al colocarlos delante y dejar que sean ellos desde las manos quiénes comiencen el movimiento ondulatorio.

Esther cuenta que “al probarlo y ver el beneficio físico y mental que me proporcionaba, decidí que no podía dejarlo pasar. La natación convencional en sus diferentes modalidades me cuesta mucho, pero nadar como una sirena o delfín, no”. Además, la enfermera declaró que tenía fobia al agua, pero sus ganas eran mayores: “Adquirí fobia al agua de más joven, incluso sumergir la cabeza era impensable, pero esto me motivó. Eso unido al amor que siento por el mar e imaginarme nadar como si perteneciera por un rato a él… Esa fue mi mayor motivación, el deseo de poder superar mis miedos”. Se recomienda hacer en apnea. Más que nadar, es bucear.

Existen escuelas de sirenas y tritones por todo el mundo que enseñan a nadar como tal. De hecho, en España hay al menos una escuela en Málaga, Valencia, Madrid y una de las más reconocidas y la primera de Europa, es Sirenas Mediterranean Academy (Tarragona), que a la vez presta servicios en Tenerife y Barcelona.

La gaditana practica esta afición en solitario y en cualquier lugar donde haya agua y profundidad suficiente. Solía ir a la Piscina Municipal de Cádiz, que al ser olímpica, tiene una buena profundidad y entrenaba bastante bien, aunque ahora sigue en obras. Por este motivo, se pasó a la piscina de un gimnasio, pero al ser esta de muy poca profundidad fue más estresante para ella: “no estoy muy relajada, ya que no puedo hacer los movimientos con la misma libertad”. También, frecuenta mucho su lugar preferido, el mar. Suele frecuentar La Caleta, sobre todo al atardecer y la Playa de Santa María del Mar: “Ahí todo es más mágico y por supuesto donde más habilidad y fortaleza hay que tener por las olas y corrientes”, aunque recomienda que nunca se debe ir en solitario.

Y por supuesto, los lagos. Cada vez que va a Madrid de vacaciones ha buscado algún lago. En Cádiz, suele ir al Lago de Arcos, “un sitio muy bueno para practicarlo” añade la enfermera. Además, cuando ha ido a Madrid a hacer posgrados, ha llevado con ella su cola en la maleta para ir después de clases a un gimnasio a practicar. “Eso me aliviaba los dolores de estar sentada durante las clases intensivas” afirma la gaditana.

Esther lleva practicándolo dos años. Lo probó como una curiosidad durante unos días de vacaciones y lo que menos imaginó fue el efecto inmediato en la desaparición de sus dolores que padece causados por la fibromialgia. Lo comentó con su reumatóloga describiendo el tipo de ejercicio que conlleva esta práctica, en la que realmente no se hace esfuerzo, sino que es como hacer fitness, es todo dejándose llevar. “Cuanto más lo practicaba, mejor me sentía” cuenta la enfermera. Ella entrena de dos a tres veces por semana. Si puede, intenta que sean cinco veces. Le dedica mínimo una hora. Normalmente, hace entre una hora y media a dos horas si me lo puedo permitir. Cuando alguna vez ha tenido que dejarlo, recaía en sus brotes.

Ve a otras personas en vídeos o fotos de redes sociales y en un futuro le gustaría participar en algún concurso. Aunque, lo que más le gustaría asistir a algún evento donde más personas naden como ella. Esther cuenta que “desde pequeña siempre fue uno de mis sueños. Cada vez que iba al mar me ponía con los pies juntos nadando simulando tener una cola de pez. Para mí es un sueño hecho realidad”.

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