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"Echo en falta otro diseño de ciudad cultural. Yo lo haría de otra forma"

  • La "sevillana de Cádiz" Teresa Torres habla sobre su trayectoria como diseñadora de moda y reflexiona sobre el mundo de la cultura, al que le abre las puertas de su Café de Levante

NO se siente cómoda con el traje de empresaria. "Son palabras mayores", dice. Tere Torres prefiere hablar de su oficio, diseñar ropa, y de su bar de copas Café de Levante, al que libera del corsé de la palabra empresa. "Es algo de todos, del equipo de personas que en él trabaja. Y yo soy el alma del Café, no la propietaria", sonríe sentada frente a una de las mesas de este rincón con tanto encanto de la calle Rosario.

-¿Quién es Tere Torres?

-Una autodidacta (ríe). Me he hecho solita. Soy también una persona vitalista, una optimista nata y alguien que ama mucho la vida. Me encanta la gente. Las disfruto, me duelen, las río, las lloro... estar con gente es lo que más me gusta del mundo. Y me deslumbran las personas creativas, con arte, que tienen pellizco.

-¿Y cómo se fue haciendo la Tere Torres profesional?

-Empecé en el año 79, con la primera tienda de ropa moderna que hubo en Cádiz. Se llamaba El Vestuario. Era una tienda súper moderna, fue el no va más en los 80. Pero me arruiné y volví a empezar con un pequeño taller. Mi vida es una vida de lucha, pero encantada de lucharla. Lo que hago, lo hago con muchas ganas. Y ya en el año 84 saqué mi primera colección de ropa, inspirada en la película 'Memorias de África'. Fue un trabajo conjunto con María José Arizón, que por entonces era mi socia, y vivimos las dos, como dos locas, nuestros años dorados en Sevilla. Fue una experiencia fantástica, y desde entonces no he dejado, de alguna u otra manera, de hacer moda: vendiendo ropa de otro, presentado colecciones propias, pintando telas... todo lo vinculado a la moda me gusta y lo disfruto.

-Ha hablado de Sevilla. Nació en la capital andaluza, pero lleva muchos años viviendo en Cádiz. ¿Sevillana o gaditana?

-Me siento mitad sevillana y mitad gaditana. Mitad por mitad. Llegué a Cádiz en el año 76. Mi única hija nació aquí. Me casé por segunda vez aquí y la primera en Sevilla. Nací en Triana y viví en la Alameda de Sevilla, y aquí vivo en la Alameda de Cádiz. Me siento una sevillana de Cádiz.

-¿Le molesta que le llamen la mujer de Rafael Román?

-Me molesta que me llamen la mujer de cualquiera. Yo soy Tere Torres, con mis virtudes y defectos. Me gusta tener mi identidad, mi carta de presentación. Lo que pasa es que ser la mujer de Rafael es un orgullo para mí, y no lo digo como político, sino como persona de tanta valía. Estoy orgullosa de la persona con la que vivo.

-¿No se ha sentido seducida por la política?

-Indudablemente, estar al lado de Rafael, un animal político, un político de raza, me ha contagiado. Y sobre todo me ha transmitido su sentido de la política, enfocada desde la cultura. Gracias a Rafael he aprendido muchísimo a amar la cultura, que es la base de la educación, la base de los pueblos... Y con él he aprendido a mirar la política desde esa óptica, desde el sentido social y cultural. He aprendido muchísimo con Rafael, y cuando fue presidente de Diputación conocí a los más grandes, pues trajo a Gabriel García Márquez, a Caballero Bonald, que es nuestro amigo, a Carlos Edmundo de Ory, Chano Lobato, que también fue nuestro amigo y comió en casa muchas veces... Y Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes... Todos se han convertido en nuestros amigos porque Rafael apostó por la cultura desde la verdad.

-¿Siempre quiso ser diseñadora de moda?

-Sí... Bueno, me hubiera gustado ser bailaora (ríe). Es que el flamenco me apasiona, y el baile flamenco es con lo que creo que más me habría realizado, pero no ha sido así. Eso sí, practico todos los días delante de un espejo. Raro es el día que no baile, pero para mí, ¿eh? Y si voy a una fiesta, también, pero no en plan profesional. Tuve una profesora, la hija de Juan Villar, que me enseñó las raíces gitanas, y eso es una maravilla. Admiro a todas las bailaoras flamencas del mundo. No salió lo del baile, pero apareció la moda. Todo lo que tiene que ver con la creatividad me encanta, me apasiona.

-¿Se apuesta en Cádiz por la moda, hay cultura de moda?

-El tema económico frena el desarrollo de la moda en esta ciudad, indudablemente. Pero hay una cosa que yo observo que no tiene Sevilla, ni Madrid, ni ciudades del interior y sí Cádiz, y tiene que ver con el mar, que nos hace mucho más libre. El mar y el clima, y eso se nota también en el vestir. Sin embargo, en algunas ocasiones me repatea cómo visten algunas personas, pues el decoro es importante y no es una cuestión de dinero. No vale ir en chanclas para todo. Eso sí lo veo en esta ciudad y no me gusta. Cádiz es una ciudad abierta al mar, una ciudad con ese punto cubano, colonial, y eso se nota en la manera de vestir. Es así. Aquí cuando te arreglas te miran como diciendo: ¿A qué boda va? Y encima la crisis, que la hemos notado en la moda una barbaridad, en general. Pero me agarro a lo que dice Lorenzo Caprile. Mientras que haya bodas, nosotros nos vamos a salvar, porque la gente con las bodas tira la casa por la ventana, y ése es el único camino que le queda a la moda en tiempos de crisis.

-¿Sus tejidos fetiche?

-La seda y el encaje. Son mis dos tejidos. Me encantan porque se sienten en el cuerpo. Odio lo duro, lo encorsetado. Me gusta la sensualidad del tejido. Por eso Sara Baras conectó tan bien con Javier Cosano y conmigo cuando trabajamos con ella para el vestuario de varios de sus espectáculos, porque tiene ese mismo gusto. No le gusta nada lo encorsetado.

-Vestir a Sara Baras supongo que fue todo un reto.

-Es el trabajo de nuestra carrera, sí. Fue algo precioso. Escarbar en el siglo XVIII y mezclarlo con el baile fue un reto difícil porque había que ajustar aquellas telas al baile. Aquellos corsés, aquellas faldas en tela que simulaban las de la época... Nos salió un trabajo redondo del que estamos orgullosísimos. Y bueno, vestirla a ella, a Sara, fue también muy satisfactorio. Vestir a Sara de La Pepa ha sido de las cosas más importantes de mi carrera.

-¿Y a qué otra mujer le gustaría vestir?

-Siempre digo que a Aurora Vargas, porque me parece una mujer muy racial. Siempre que la veo actuar pienso en cómo la vestiría. Me parece una mujer de una belleza gitana de diosa de bronce.

-¿Ha vestido alguna vez a Teófila Martínez?

-Sí, es clienta nuestra desde el 92. Desde ese año se viste con nosotros. No era ni alcaldesa de Cádiz entonces. Teófila es una mujer muy peculiar, y a nosotros nos gusta vestirla. Es todo menos la vulgaridad.

-¿Cómo nació el Café de Levante?

-Surgió en una etapa de mi vida en la que necesitaba salir adelante y abrí el Café. Fue en el año 92, apareció el local, me gustó y lo cogimos. Empezamos abriendo por las tardes, luego se convirtió en bar de copas, y poco a poco se fue haciendo solo. Yo digo que mi alma está aquí. Aunque no trabajo directamente aquí, mi alma está. Está en la decoración, en esas fotos con amigos y cuadros que he ido comprando en viajes; está en la forma de hacer el trabajo... Es un poco la amalgama de mi vida. Imágenes de desfiles, del cine de los 40 y 50, la literatura, el rollo vintage...

-Pero es más que un bar de copas, se ha convertido en un referente cultural.

-Pero no se abrió con esa intención. Es que por aquí han pasado los más grandes. Caballero Bonald ha estado aquí, Ory ha estado aquí, viene David Palomar, que es un cantaor extraordinario... Todo eso se nota, las paredes hablan. Pero el Café no se abrió con ese objetivo. Simplemente ha surgido. Yo en la vida voy improvisando, y el Café se ha ido haciendo a mi imagen y semejanza. Cuando en la amistad, en el amor y en la vida en general trazas una línea, el camino se va haciendo solo, y eso pasa en el Café. No hay un jueves del año, en invierno sobre todo, en el que aquí no se desarrolle algún acto gratuito, y ello supone un gran esfuerzo de todos, del equipo de personas que trabaja en el Café. Es un equipo de gente estupenda, y estamos todos en la misma órbita. Tengo cuarenta mil historias en la cabeza, y algunas las puedo realizar y otras no, pero este espacio me sirve de escenario para materializar las que puedo. La creatividad y el arte siempre tienen cabida en este rincón.

-De todas las fotos que cuelgan en estas paredes en las que aparece con artistas, ¿cuál señala?

-Me encanta la de Rocío, ese beso que Rocío Jurado me dio en Madrid cuando me vio. Esa foto me parece maravillosa. También me gusta la de Chano Lobato, yo lo adoraba. Y la de Benito Zambrano, la de José Antonio Vera Luque, que es cliente, y las de Juan José Téllez. Téllez fue uno de los primeros clientes escritores del Café, junto a Fernando Quiñones, Mercedes Escolano, Alejandro Luque, Ripoll, Jesús Fernández Palacios... Fernández Palacios montó en el Café una exposición sobre Jean Genet, y ése fue uno de los primeros actos culturales que se celebraron aquí. (En la pared cuelga un cuadro que recuerda tal exposición).

-¿Es Cádiz una ciudad culta?

-Echo en falta otro diseño de ciudad cultural. A lo mejor lo que está, está bien hecho, pero yo lo haría de otra manera. No quiero ser crítica, pero tengo que decirlo. Me parece que esto tiene todavía más capacidad, y que esta ciudad debe explotar más el ámbito cultural. Hay que pasar por la cultura, yo lo veo así, y más en tiempos de crisis. La cultura es un escape, y en tiempos de crisis nos salva ella, nos salva la cultura. Además, aquí hay mucho poso, ¿eh? Hay mucho poso en la gente, pero la ciudad adolece de muchas cosas que yo sueño. Con el flamenco, por ejemplo, me dan mucha envidia Sevilla y Jerez, con una bienal y un festival. Me da mucha envidia que Cádiz no tenga algo así. Y con el mundo del jazz, lo mismo. ¿Cómo no hay aquí un festival de jazz? Son proyectos con los que sueño. No sé si no se hacen por falta de dinero o de iniciativa... Pero hay gente con ganas. Ahí están los compañeros del Pay Pay, de El Pelícano, de la Fundación Carlos Edmundo de Ory... Y también hay muchas mentes pensantes y mucha fuerza creativa en el flamenco, en el jazz, en la literatura... Por eso hemos puesto en marcha el concurso de relatos cortos Historias del Café. Me lo propuso Javi Osuna y le cogí la palabra en cuanto me lo dijo.

-Una ilusión.

-Mi ilusión es hacer una colección de ropa que sea libre, es decir, sin mirar qué vale, qué cuesta. Que venga un industrial y me diga: haga usted una colección libre, sin cortapisas económicos. Hágala que yo la pago. Y haría una colección renacentista. Ése es mi sueño profesional.

-Y una pasión.

-El flamenco y escuchar a Camarón. Me gustan también Bambino y Poveda, pero como pasión, Camarón.

-¿Qué le queda por hacer a Tere Torres?

-¡Ay, todo! (ríe). Lo que me venga, que me guste y se pueda hacer. Y que Dios me dé salud.

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