De Cerca. Entrevista con Antonio del Río

"Eché los dientes en el Cortijo de los Rosales"

  • El Camilo Sesto de Cádiz. Era una presencia fija durante los 60 y los 70 como telonero de las grandes estrellas que venían a Cádiz y durante años lideró los Shaders en multitud de escenarios

Antonio del Río, durante la entrevista

Antonio del Río, durante la entrevista / Jesús Marín

NO se puede entender lo que significó el Cortijo de los Rosales, el lugar de Cádiz donde todos los grandes artistas de los 70 querían actuar, el Florida Park gaditano, sin la figura de Antonio del Río (Cádiz, 1949). Fundador de Los Shaders, donde empezó Antonio Reguera, Antonio, Toni, era el encargado de presentar todas las figuras que traía el alma mater de aquel lugar, Antonio Martín de Mora. Toni era su hombre de confianza. Aunque nunca ha abandonado la música, se dedicó posteriormente a ser agente comercial porque “lo que me gusta es estar en la calle” y llegó a ser el presidente más joven de los colegiados de la provincia. Su vida está plagada de anécdotas. Estas son algunas de ellas.

–Mucha gente de una edad cuando le vea en esta entrevista dirá 'mira, el del Cortijo de los Rosales'.

–Pues supongo que sí. Yo eché los dientes allí. Y, bueno, con los Shaders en la Piscina Municipal y algunos otros sitios donde éramos fijos en su cartel.

–De Cádiz usted.

–De la calle La Plata. Nací allí, frente a una casa de mujeres malas que también mucha gente de cierta edad recordará. Las mujeres malas, que eran muy buenas, estaban además buenísimas. Se bañaban en el lavadero de la azotea y yo con 14 años me asomaba a mirarlas desde mi casa. Un día me cogió mi padre y me pegó un buen cachete.

–¿A qué se dedicaba su padre?

–Era fontanero. Entre sus clientes estaba precisamente esa casa de las chicas.

–¿De dónde le viene a usted lo del rollo artístico?

–Mi tío era Ramón Díaz Fletilla, el autor de las mejores chirigotas de la época. Era poeta. Siempre me animó a cantar porque yo tenía buen oído, pero curiosamente teniendo a esa persona en mi familia nunca me dio por el carnaval. Pero sí que tenía claro que yo quería ser de la farándula. Primero quise ser torero y creo que acerté no yendo por ahí.

–¿Era usted niño cantante?

–Sí, puede ser. Mi primera actuación fue en Radio Juventud de Cádiz con 9 años. Canté Campanera, de Joselito.

–Pero pronto se montó un grupo.

–Estudié en el Columela, fuimos la primera promoción del instituto cuando se trasladó a donde está ahora, con aquellos fosos. Y montamos el grupo con la gente del instituto. En la primera formación estaba Antonio Reguera a la batería. Con 15 años actuábamos en el Falla en los festivales de los domingos por la mañana.

–Se llamaron los Shaders. ¿Por?

–Éramos muy fan de los Shadows y buscamos un nombre similar en el diccionario, nos gustó eso de los Shaders, los que dan sombra. Pero al principio no teníamos ni instrumentos. Nos los dejaron Los Simún, que eran un poquito más mayores que nosotros. Reguera acabó marchándose con ellos.

–Pese a esa baja, les fue bien ¿no? Duraron mucho tiempo.

–Desde el 64 al 80. Éramos bastante comerciales y llenábamos allí donde tocábamos. Nos llamaban mucho para la Piscina Municipal, el Cantábrico... No trabajábamos por caché, sino por taquillaje y eso nos dejaba un buen dinero. Menos en el Cortijo de los Rosales. Allí siempre tocábamos con un fijo porque en ese sitio era lo que dijera Martín de Mora y nos permitía ser teloneros de todos los grandes. Camarón, Camilo Sesto, el Dúo Dinámico, Albano y Romina Power... Mi tarea era hacer de telonero, pero también presentarlos.

–No se le escapaba una a Don Antonio, ¿eh?

–Es que estaban en Cádiz todos los grandes del momento y se les podía ver por 25 pesetas. Y él era muy serio con los artistas. Todos querían venir a tocar aquí y le querían mucho. Joan Manuel Serrat o Miguel Ríos siempre decían que si les llamaba don Antonio ellos preferían venir a tocar aquí que a cualquier otro lugar. Cuando don Antonio estaba muy mayor, en silla de ruedas, me crucé en la calle Buenos Aires con Serrat. Iba a visitarle. Cuando salió de la visita, vi que a Serrat se le saltaban las lágrimas. Yo creo que Cádiz le debe mucho a Antonio Martín de Mora y no se ha tratado su figura con la relevancia que tuvo.

–Y usted también tenía que alternar con algunas de esas figuras, entiendo.

–Claro, como que era el hombre de confianza de don Antonio. Una vez vino Antonio Machín, al que llamaban Machín de Mora, de lo bien que se llevaban. Esa vez don Antonio no podía ir a comer con él y me dijo mira, Toni, yo no puedo ir, así que llévatelo al Faro. Me dio mil pesetas y ahí estuve yo con Machín y su chófer, intentando quitarle a todos los fans de encima.

Una vez don Antonio me dio mil pesetas para que me llevara a Antonio Machín a cenar y ahí estuve quitándole los fans de encima

–Antonio Machín era la actuación que estaba prevista la noche de la explosión.

–Bueno, yo no había nacido. Claro, pero me han contado que el propio Machín se acercó a quitar cascotes y que iba con unos pantalones blancos que estaban manchados de sangre.

–Volvamos a los Shaders. Eran ustedes fijos en las ferias.

–En la época de ferias no parábamos ni un día. De la provincia de Huelva en concreto he actuado en todos los pueblos.

–La orquesta que más tocaba de toda España.

–Había una cosa que se hacía en Sevilla todos los años que consistía en juntar a todos los artistas que habían sido más contratados a lo largo del año. Nosotros fuimos la orquesta más contratada y fuimos allí el año en que estaban Víctor Manuel, Rocío Durcal, Manzanita y Betty Misiego el año de Eurovisión. También estaba Rocío Jurado, que decía que era mi madrina por eso de ser de Cádiz. Cuando escucharon mi equipo todos dijeron que no querían el de la sala, que querían cantar con el mío. Yo puedo decir que a mí Víctor Manuel, que es un encanto, me ha ayudado a quitar los cables.

–Está bien haberle tenido de operario.

–Y Sergio, de Sergio y Estíbaliz, me regaló un micrófono. No se me olvida porque estábamos juntos en el Falla el día que el Cádiz ascendió por primera vez a Primera División.

–¿Nunca grabaron?

–A punto estuve varias veces, pero no tuve suerte. El hermano de Juan Pardo, que era marino como su padre, me escuchó cantar un día y me dijo que fuera a ver a su hermano de su parte. Me citó en su chalé de Aravaca. Yo por entonces cantaba cosas del estilo de Camilo Sesto, que es el artista que siempre he admirado más. A mí Camilo Sesto me volvía loco, la mejor voz que hemos tenido. A Cádiz venía una o dos veces al año. Ahora apenas puede andar.

–¿Qué pasó con Juan Pardo?

–Juan Pardo, que entonces estaba trabajando con lo que luego sería un gran éxito, Los Pecos, me dijo que de mi estilo la cosa estaba muy saturada, pero que con la voz tan microfónica que tenía sólo necesitaba tener los ojos azules y diez centímetros más. Aún así probamos y grabamos un disco. En una cara iba una canción mía y en la otra una de Juan Pardo. Pero lo grabamos con una casa que se llamaba Piraña Discos que quebró antes de sacar el disco, así que el single nunca se distribuyó. También estuve con Tony Ronald en Barcelona, pero tampoco funcionó.

–¿Y televisión?

–Tampoco tuve suerte. Una vez estuve a punto de actuar en el Florida Park en el programa de Íñigo porque el peruano que tenían contratado, que no me acuerdo cómo se llamaba, se había puesto malo. Me dijeron que si podía cantar una de las de Jesucristo Superstar de Camilo Sesto y yo dije que sí. Y cuando estaba ya todo listo el peruano se plantó allí y malo y todo dijo que actuaría. En otras cosas sí que he tenido mucha suerte, pero en esas no mucha.

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