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Sucesos

Droga en el Puerta del Mar

  • Una paciente, histórica del menudeo en la ciudad, lleva semanas vendiendo rebujito en la novena planta, lo que provoca la presencia de toxicómanos y un aumento de la inseguridad

Imagen exterior del hospital universitario Puerta del Mar.

Imagen exterior del hospital universitario Puerta del Mar. / Jesús Marín

La novena planta del Puerta del Mar vive estos días convertida en una extensión del Cerro del Moro, con un activo punto de venta de droga regentado por una de las históricas del menudeo en la ciudad. Archiconocida en los ambientes policiales, la Lolita está doblemente enferma. Primero porque a sus 50 años no ha conseguido –pese a los esfuerzos de su familia– alejarse de una adicción que ha marcado su vida. Segundo porque ahora sufre de Epoc (enfermedad pulmonar obstrusiva crónica), lo que la obliga a estar ingresada en el centro gaditano. El caso es que como no conoce otra forma de vida, se ha llevado a sus clientes al Puerta del Mar y son estos precisamente los que más complicada están haciendo la vida de profesionales y usuarios.

Varios trabajadores del hospital han relatado a este medio lo duro que está resultando lidiar con toxicómanos que acuden a altas horas de la noche en busca de su dosis de rebujito, una mezcla altamente adictiva de heroína y cocaína que se vende a diez euros la papela.

La Policía Nacional, alertada por la dirección del hospital, puso en conocimiento de la autoridad judicial las actividades de esta vieja conocida, aunque no se decretó su ingreso en prisión, sino que se la dejó en libertad con cargos. “En el Clínico de Puerto Real hay un módulo reservado para los presos que necesiten ser ingresados, pero esas camas sólo pueden ser ocupadas si estas personas son reclusos penitenciarios, y no es el caso”, decían fuentes de la Policía Nacional.

El juez tampoco consideró oportuno situar a un agente en la puerta de la habitación de la paciente para vigilar sus movimientos. “Nos han dicho que la Policía no tiene personal para tener un agente aquí todo el día. El primer día que se denunciaron los hechos sí que vimos a policías por aquí, pero se acabó”.

Los profesionales sanitarios relatan situaciones dantescas en un hospital

El pasado jueves la histórica traficante tuvo que ser trasladada de habitación porque los baños de la que se encontraban sufrieron un atasco de película, como si alguien hubiera tirado plásticos por el inodoro. Se la pasó a la de al lado pero los clientes siguen llegando. “La semana pasada un tío con muy malas pintas que buscaba a esta mujer se coló en la habitación de un señor al que le habían realizado una traqueotomía, el pobre estaba solo, no podía hablar y lo pasó mal. Empezó a pulsar el llamador y las compañeras fueron corriendo, pero el tío se había escondido en el baño y cuando ellas entraron aprovechó para escaparse. Le dio un subidón de tensión tremendo”.

Cuentan que la entrada de rehabilitación es una feria a las dos de la mañana. Los guardias de seguridad intentan controlar entre ronda y ronda a los que, a veces hasta cuatro y cinco tipos, llegan en busca de su dosis. “Hay que pensar que es gente que viene con el mono, loca por meterse su dosis, y que puede ponerse violenta, tanto con los guardias de seguridad como con médicos o enfermeras”, nos cuenta personal del centro que está viviendo unos días muy complicados.

La pasada semana un enfermero tuvo que echar de la habitación de esta popular traficante a dos individuos que habían acudido a medianoche para pillar. No parece la situación más normal en un hospital que presume de ser de los mejores de Andalucía.

“Ahora mismo –comentan las mismas fuentes– ya no vende en la habitación, sino que se desplaza a los servicios que hay junto al control de hematología de la novena planta y allí se mete con el comprador”, cuentan.

Familiares de enfermos de Paliativos también se han quejado de tener que convivir con toxicómanos que caminan por los pasillos buscando la habitación en cuestión.

Es más, en las últimas semanas se han multiplicado los incidentes en el hospital. Se han producido robos de móviles, de carteras... un disparate en un centro hospitalario que por su tamaño y la dificultad de controlar a los visitantes siempre ha vivido más episodios de este tipo de los aconsejables.

Mientras tanto, algunas fuentes policiales consideran que la responsabilidad a la hora de velar por el control en sus accesos es del centro, si bien desde el Puerta del Mar se insiste en que ellos cumplieron al dar parte con celeridad a las autoridades de la situación que estaban padeciendo con esta mujer.

El caso es que, a pesar de seguir ingresada y su delicadísimo estado de salud, esta traficante sigue recibiendo sus dosis de rebujito que alguien le hace llegar desde Sanlúcar y sus clientes han tomado por costumbre realizar una peregrinación diaria al Puerta del Mar para desesperación de profesionales y usuarios sin que nadie tome medidas.

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